Un departamento de 140 m2 sobre el cerro San Luis. Si se mira para atrás, un background que explica lo que es saber vivir bien. Un joven ingeniero comercial llegó a Chile, después de conocer los parámetros del viejo continente, “por trabajo viví en departamentos amoblados muy bonitos, y lo más entretenido de todo es que los buscabas por Internet, donde ponías lo que querías y te soltaba las opciones perfectas”, cuenta el propietario.

Si sumamos esta experiencia, más una herencia de buen gusto proveniente de su familia, el resultado no aguanta análisis.

Antes de decidirse por este lugar, el dueño caminó y bastante. Primero por el barrio Bellas Artes, pero nada; luego por Pedro de Valdivia Norte, y de nuevo nada, hasta que un día, “caminado con una amiga por Presidente Riesco le dije subamos el cerro y vi el cartel Se Vende. De ahí la historia ya es conocida”, dice el ingeniero.

Lo que existía se modificó por completo. Un año para reestructurar todo con el apoyo de los arquitectos Andrés Meller, Carolina Díaz y el premiado Tomás García de la Huerta, cada uno encargado de concretar las buenas ideas del ingeniero. Un departamento con toques afrancesados, espacios amplios, sin puertas -salvo en los baños- y con una alta cuota de modernidad que se refleja, por ejemplo, en el muro de hormigón que enmarca al living y un sistema de sonido que permite escuchar la película que estás viendo o una buena canción en cada uno de los espacios de la casa.

Durante la entrevista me contó que le encantan los brunch, invitar los domingos a los amigos, lo que en este caso incluye disfrutar de un gran espacio decorado por la dueña de la empresa Utopía, Magdalena León, quien plasmó a la perfección lo que él tenía en su cabeza.

Así es él: entretenido, perfeccionista, mateo para hacer todo, miles de revistas marcadas y una amplitud de horizonte que puso en las manos de especialistas para llegar a cada objetivo bien asesorado. Ahora lo que se ve, cumple con todos sus antojos.