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Fernando Prats: explorar huellas

Interactuar con el paisaje y especialmente con territorios extremos de Chile a través de distintos procesos de creación artística ha sido clave en la obra del chileno Fernando Prats. Ahora llega con "Carnaza de la poesía", una obra que propone un diálogo entre la poesía chilena, la cordillera de los Andes y la figura del cóndor, por medio de soportes como la fotografía, el video y la pintura. Hasta el 22 de abril en Galería Patricia Ready.

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Lo primero fue el humo. Humo absorbido por un rollo de papel que décadas atrás, utilizado como parte de un sismógrafo, había registrado el movimiento producido por el terremoto de Valdivia en 1960. Ese simple hallazgo fue la base para que Fernando Prats (1967) viera en ese documento histórico una nueva forma de pintar. “Adapté ese descubrimiento para utilizarlo en mi obra. Lo que hago es colocar papeles en un horno y prender fuego para que el hollín se deposite sobre la superficie del papel. Luego el papel con el hollín sin fijar se instala en distintos sitios como el mar o la cordillera y así se va creando una acción que se vincula con la huella con el lugar. Después todo se solidifica con un líquido y el registro queda adherido”, explica.

A lo largo de su carrera, la búsqueda de la huella en la naturaleza ha sido una constante en su obra, buscando frecuentemente intervenir el paisaje, en especial el de Chile. Así, por ejemplo, ha provocado el impacto de una gran nube de cenizas generada por la erupción del volcán Chaitén sobre una pared de papeles ennegrecidos, ha dispuesto aleatoriamente sobre papel salpicaduras del agua hirviendo emanada por el géiser del Tatio, o tomado las huellas de las grietas en carreteras y fachadas en casas de Llolleo y Lota que dejó el terremoto de 2010 en el país. Se trata siempre de la naturaleza manifestada sobre materiales que el artista dispone en sus distintas expediciones por el país.

Trabajas mucho con las características geológicas y extremas de Chile, ¿cómo explicas ese interés? A partir de la investigación del trabajo con el humo diría que inicié una reflexión en torno a la energía, y esta característica tan única y extrema que tiene el paisaje de Chile desde el norte, la cordillera, el Pacífico y la Antártida. Al final es una especie de atlas de exploración que sirve no solo para viajar y capturar huellas, sino también para utilizar esa propia energía como un proceso de estudio. Y esto ha ido desembocando en proyectos que son mucho más universales y que están vinculados a problemáticas políticas y sociales más globales, como es el caso de la intervención que hice en Auschwitz en los campos de concentración.

Instalado en Barcelona desde 1990 -donde estudió Arte en la Escola Massana, para luego finalizar sus estudios en la Universidad de Chile-, aun cuando en muchas de sus visitas a Chile Prats ha registrado el sobrevuelo de la cordillera de los Andes, el trabajo con esa cadena montañosa en su obra era un tema pendiente. La recopilación de ese material gráfico acumulado por años fue el que lo ayudó a idear su actual muestra en Galería Patricia Ready, pero no fue hasta que leyó el ensayo “Menos cóndor y más huemul”, que Gabriela Mistral escribió en 1926, que la exposición comenzó a tomar forma. En él, la poeta ve al cóndor como una alegoría a la fuerza y agresividad de la ciudadanía. Aunque Prats aclara: “No es que ella deje mal parado al cóndor, solamente explica su propia naturaleza de convivir con la cordillera. Sobre lo que Mistral se queja y critica, es por qué en las escuelas no se manifiesta de forma más explícita la figura del huemul, que tiene unos valores y una connotación importante, quizás más que la del cóndor. Sobre ese cuestionamiento, lo que me parece más interesante es que al cóndor también se le podría dar una relectura, y valorar otros aspectos que sí puede ser necesario de asimilar”.

A partir de ahí, Prats comenzó a trabajar en la selección de versos de más de 70 poetas chilenos, que como Mistral ahondan en la geografía e idiosincrasia de Chile. El paso siguiente fue disponer sus impresiones en papel camuflados con carroña, en pleno hábitat de los cóndores, y permanecer oculto en una cabina negra esperando la llegada de las aves, que finalmente intervinieron los poemas con sus garras y picotazos. “Después de casi 9 horas se produjo lo que estaba buscando: un diálogo entre esta imagen del cóndor, el texto y el territorio. Toda esta carnaza poética, toda esta fuerza telúrica de la palabra, se introdujo en acción con los cóndores, es como darle un giro a la mirada de estas aves. Ahí está el diálogo: en la energía que de alguna manera te va conectando, y lanzando intuiciones o interpretaciones del propio escenario que significó instalar todo eso en ese lugar”, explica.

El video de la hazaña es expuesto en una de las salas de la galería. Mientras en la sala principal se exhiben una serie de obras en papeles ennegrecidos con humo que capturan el aleteo de los cóndores y la impronta de la cordillera. Por último, en el muro externo de la sala es exhibido un mapa estelar de las constelaciones situadas a lo largo de las cumbres de la cordillera. “Quise romper la mirada, buscar otros ángulos de perfección en torno a la cordillera, esta imagen de atravesar este gran muro que nos separa del mundo, esta idea de que Chile es una isla de la que se ha hablado siempre.

¿Cómo logras desmarcarte de esos tópicos? Creo que si hay una reflexión seria y rigurosa en torno al paisaje de Chile, es la que ha hecho la poesía chilena. Particularmente el texto de Gabriela Mistral me ayudó mucho para desmarcar un poco esa cosa más geográfica, más de paisaje. A mí me interesaba más el fenómeno respecto a de qué manera desde la razón y el pensamiento se puede atravesar, se puede ir y venir, sin que este muro sea un conflicto, sino que sea un impulso. Y esa mirada es posible determinarla a través de diferentes elementos como el cóndor, el viento, el aire, la subducción. La carga simbólica que tiene la selección de los poemas me parece que es muy relevante, muy poderosa, catártica, radical e intensa.

¿Cómo podemos hacer esta relectura de poesía a través de tu trabajo? La propuesta en la obra es sumar al texto de Gabriela Mistral esta posibilidad de abrir estos códigos que nos puede aportar a la relectura desde la figura de otros poetas. Cuando Nicanor Parra dice: “Viva la cordillera de los Andes, y muera la cordillera de la Costa”, o cuando Enrique Lihn escribe: “El amor no perdona a los que juegan con él”, hay una sutileza donde se registran una especie de valores a través del paisaje, y me parecía interesante que ese diálogo se vinculara con el de Mistral. En el fondo no es uno el que cuestiona el mundo que habita y el lugar en que vive, son los propios poetas que en los últimos 100 años han estado constantemente diciéndonos qué somos y de qué vivimos, de qué manera convivimos como chilenos.

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