La luces de maíz
Una amistad larga y pacífica -de esas que se ven poco- dio a luz casi literalmente a un taller de luminarias que, aunque ya tiene estatus de clásico, sigue perfeccionándose y renovándose en sus propuestas estéticas.


Algo para poner en la entrada de la casa, entre el techo y la puerta, de no más de 20 cm, con forma cilíndrica, que quede lo más alto posible, pero que a la vez sea desmontable. La mujer llegó a Taller Maíz -en Melchor Concha y Toro 50, en Bellavista- con una larga lista de especificaciones y se fue con el primer dibujo y el presupuesto de una solución. Así han seguido desfilando las clientas durante esta mañana de jueves. Sofía Marty y Pilar Izquierdo -cuyos apellidos, o al menos la primera silaba de ellos, dan nombre al Taller Maíz, que llevan más de 25 años de amistad sin pelearse ni una sola vez, que estudiaron juntas diseño de equipamiento y emprendieron juntas también casi inmediatamente después de egresar- se turnan atendiéndolas y aclarando dudas de su personal, completamente femenino.
“Empezamos haciendo regalos de matrimonio: marcos de fotos, bandejas, revisteros y lámparas. Los tiempos cambian y muchos productos dejaron de salir. Muy intuitivamente, viviendo la experiencia, hicimos cada vez más lámparas. Hasta que se convirtió en nuestra especialidad”, recuerda Sofía. Dice que no lo pasa bien en lugares mal iluminados y hace un tiempo, cuando le hicieron una canalización -el proceso a través del cual una persona con una habilidad especial se conecta con el archivo que almacena la información de nuestras vidas pasadas-, le dijeron que la veían haciendo pelucas. “La verdad no me sorprendió nada. Perfectamente podría haberme dedicado a eso en la época de Luis XV. El trabajo con las manos es algo que me nace naturalmente”, dice ella.
En esta vida no manipula pelo, pero el yute y la rafia no son tan distintos. Con eso, textiles, alambre de cobre y otros materiales similares teje varios tipos de pantallas. Esa parte es la que más disfruta. Le carga en cambio estar en la parte de electrificación: “Me pincho los dedos con los cables y duele demasiado”. En Taller Maíz están todos los procesos separados en distintas salas de una casona antigua, en la que ya llevan alrededor de 15 años. Las lámparas suelen partir en el computador. Muchas veces las bases se mandan a hacer a un maestro de confianza. Pulida o cromada, la base llega al taller, donde ellas pintan y dan acabados como patinas. Viene la electrificación, es decir los cables y circuitos que permitirán encenderlas. Finalmente pasa al fondo de la casa, a pantalla. No es raro que trabajen todas juntas en los proyectos más grandes, encargos de arquitectos. La última vez se trató de lámparas para el Enjoy de Viña del Mar, que tenían 1,80 de diámetro. Todo un desafío. El Hotel Noi de Vitacura también tiene una serie de lámparas cilíndricas y rojas en uno de sus halls, y el cielo del bowling de Chicureo cuenta con 40 cubos luminosos que salieron de Maíz. “Esos proyectos nos encantan. Ahora, por encargo del arquitecto Sebastián Irarrázaval, hicimos las lámparas para la nueva biblioteca de Constitución. Fue muy bonito”, dice Sofía.
Su última línea, Nativa, nació de una colaboración con Minca. Ella estampó en la lana que dio cuerpo a las pantallas. Ellas, por su parte, siguieron experimentando con formas geométricas en bases de madera, dejando sus colores naturales o lacando con una paleta viva y brillante. Además están trabajando con diversos objetos que los mismos clientes aportan: “Llegó alguien con la masa (centro) de una rueda de carreta. Quería convertirla en lámpara. Hicimos la base, la electrificamos y le pusimos una pantalla. Cualquier pieza puede convertirse en lámpara, o también podemos renovar una que ya no se ve bonita. Una señora trajo una de comedor, de fierro forjado, muy antigua. Lo que hicimos fue pintarla café oscuro, casi negro. Pintamos rojo colonial el tubo que cubría los soquetes y a las pantallas cónicas de lino que le agregamos unas cintas color chocolate”.
Las tecnologías en iluminación no son lo que las atrae. Pero sí han entrado a todas las redes sociales. Ahí podemos ver su trabajo, inspirarnos y quizá convertir algo impensable en una luminaria única en el mundo. instagram.com/tallermaiz d
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