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Las salas universitarias

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Al hacer clases, dar charlas o al asistir a diversos seminarios, en diferentes escuelas de arquitectura (nuevas o ‘tradicionales’) del país, es posible notar lo complicado que debe ser para los alumnos comprender el concepto de ‘ambiente grato’ y ‘ahorro de energía’, simplemente porque aquello no existe en las instalaciones. En general, las mismas salas de clases son las que utilizo como malos ejemplos y eso sería lo único bueno de estar allí; pero obviamente son malas para la educación y para la salud.

Muy pocas se calefaccionan adecuadamente en las épocas de frío (sin contar las que tienen estufas portátiles que intoxican), ni menos se refrescan en el período de calor. Todo esto depende del lugar climático en donde están localizadas, pero mucho más de su arquitectura. No hay normas para este tipo de construcciones, solo recomendaciones, y cualquier experiencia personal del proyectista, escolar o universitaria, queda en el olvido.

En invierno los alumnos están con guantes, gorros y otros, muy pocos abren sus cuadernos para escribir, otros tantos están más preocupados del café caliente, muchos están resfriados y como las salas no se ventilan por el frío exterior, todos se contagian.

Este semestre estuve en una sala que tenía una estufa, pero sin el cilindro de gas, después de un mes apareció el cilindro de gas, pero se llevaron la estufa, así es que tuvimos esa ‘bomba’ por otro par de semanas, hasta que milagrosamente apareció todo, pero ya al final del semestre. Ante los reclamos, se nos informó que debíamos solicitarlo con anticipación (hacer una especie de reserva), pues no hay para todas las salas. Increíble. O sea, para este semestre (con 1 o 2 meses de frío) reservaré la estufa completa, también el pizarrón, las sillas y las ampolletas. La calefacción así como las ampolletas no deben ser consideradas como un extra.

También he visto salas pintadas interiormente de negro (proyectos de arquitectos formalistas) en donde falta mucha luz para corregir el diseño. En algunas salas el pizarrón tiene la ventana encima (cuesta ver lo que se escribe); en otras, al fondo, y en ellas el profesor no ve a los alumnos y ellos hacen sombra en sus propios escritorios. Y también las hay tipo cajas de vidrios, en donde el frío es mayor y el sol cocina.

Otros ejemplos, supuestamente preocupados del control solar, cuentan con costosas sombras que no sombrean (increíble). Para qué decir la cantidad de tubos fluorescentes malos, sin recambiar por años. Cuántas ventanas trancadas que no se abren en verano o que no cierran en invierno. A lo mejor están esperando un ‘memo’ del profesor.

He visto salas en las que por razones estéticas los tubos de iluminación están cubiertos por un cielo de tela, con ello la luz es baja y lo peor es que para cambiar un tubo malo hay que sacar toda la tela (otra lección de cómo lo fácil se puede complicar).

En conclusión:

es difícil enseñar y aprender.

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