Haiku, un poema ancestral propio del budismo zen que alaba la naturaleza, es en parte el punto de partida y la inspiración desde la que surge esta casa en Pirque construida hace diez años por el director de cine Patricio Schmidt. Un poema simple que representa las creencias y forma de su dueño, una forma de vida que gira en torno a lo japonés y la vida natural, y que en concreto en Pirque, parte con la vista a las montañas y termina en los materiales que conforman la arquitectura y el mobiliario de proporción oriental casi a ras de suelo.

“Vivo la mitad del año arriba de los aviones por mi trabajo como cineasta, entonces llegar a este lugar de reflexión me hace bien”, describe Patricio, quien luego de haber habitado mucho tiempo en este espacio, hoy sólo lo goza como un refugio de descanso.

Y es una pausa de verdad. Aquí lo podemos ver a sus 47 años y con un carisma sorprendente practicando Tai Chi o arquería con flecha, todo en busca del equilibrio y la paz interior.

Una armonía de vida que también traslada a su familia y amigos cuando, por ejemplo, demuestra sus dotes culinarios en la acogedora cocina que él mismo se preocupó de diseñar. “Me tomó tres años encontrar esta cocina a leña que traje desde Chiloé”, cuenta.

Además en este rincón de la casa quedan plasmados sus múltiples viajes alrededor del mundo a través de la rica colección de especieros, molinos de pimienta y saleros traídos de diferentes ciudades y que decoran con gracia este ambiente.

Un marcado sello, eso es lo que emerge de esta casa cuyo autor es un creativo en toda su expresión, no sólo por su afamado trabajo cinematográfico sino también por su apasionada forma de vivir.