Una de las pocas formas que tengo para detener la inmediatez del tiempo vertiginoso que me ha tocado, es sumergirme en la tina con harta sal de mar y hojas de salvia. Mientras tengo la mente en blanco, dejo que todo siga girando afuera y sólo por instantes logro la desconexión que tan bien me sienta”, cuenta en el Hotel W, lugar que retrata a la perfección esta sensación gracias a sus exquisitas comodidades y una vista privilegiada de Santiago.

“El momento que tengo con el baño es de placer y relajo absoluto, es el minuto que me desconecto del día. Para eso me encanta darme una tina, echarle espuma, ocupar jabones ricos y puedo pasar hasta 40 minutos metida adentro sin ningún problema. Algo que me fascina son los productos Marimekko para el baño, por sus diseños y porque además me encanta vestir el baño, que se vea lleno de colores. Es el primer lugar de la casa que uno debe pensar en su decoración”.

“Para mí el baño es la parte principal de la casa. Primero porque es la única pieza donde uno está solo, donde uno se aísla. Encuentro que tiene una cosa de laboratorio, como de higiene total, es como entrar a un lugar donde tú te vas a limpiar, a querer, donde vas a sentirte protegido, es la pieza del ego, de quererse un poco. El baño tiene que ser estético, por eso debe haber flores, y me encantan los olores, por lo mismo soy adicto a las velas Diptyque. Me encanta echarme cremas, me exfolio la cara tres o cuatro veces a la semana y me la limpio día y noche. Trato que la higiene de mi piel sea buena, por lo mismo cambio de cremas cada cierto tiempo y una marca que me gusta mucho es Polar, que trabaja con aguas termales de la Antártida, por lo tanto, gran parte de los productos son bio. También ocupo un colágeno traído de México, dato que me dio mi hermana”, nos relata Octavio, quien vive entre París y Santiago, y que de paso por la capital nos cuenta que está pronto a instalar su showroom en Santiago, además de estar preparando su nueva colección para París Fashion Week.

“Me gusta todo mi baño, yo misma lo diseñé. Apenas abro la puerta me encanta. Siempre supe que quería una ducha como platillo volador, con una gran challa. Saqué la tina para armar una ducha amplia y así podernos duchar en familia donde cayera mucha agua. Trato de que mis duchas no sean tan largas por un tema de conciencia ecológica. A nosotros nos encantan los jabones naturales y orgánicos, sin químicos. Y siempre al final de la ducha me gusta darme un choro de agua fría”, explica.