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Para enamorarse

Fue amor a primera vista. Después de tres años casados, Pilar Undurraga y su marido encontraron la casa que estaban buscando: una Ley Pereira, luminosa y amplia.

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Romántica. Ésa es la primera palabra que se viene a la cabeza al entrar a la casa de Pilar Undurraga. Paredes blancas y cientos de detalles con personalidad dan la bienvenida e invitan a entrar a un lugar acogedor al máximo. Hace sólo tres meses, y por esas cosas del destino, la encontraron en medio de un barrio tradicional de Las Condes y rápidamente la adecuaron a su gusto. Algunos cambios por aquí y otros arreglos por allá y listo, la casa se convirtió en lo que por años imaginaron.

Hoy aprovechan sus espacios, cuidadosamente diseñados y decorados. Cadamueble, cada cuadro y lámpara, tiene una historia que contar. Muchos fueron regalos, otros mandados a hacer, heredados o traídos de sus viajes, sin importar la incomodidad que significase andar en avión con un jarrón o lámpara sobre las rodillas. Lo que está claro es que nada está ahí por azar y, donde se mire, cada elemento tiene una razón de ser.

Busquilla por naturaleza, Pilar tiene un gusto definido, lo que luego de siete años de pololeo y tres de matrimonio ya se complementa a la perfección con el de su marido. Saben lo que quieren y buscan ese elemento preciso. Por eso acostumbran ir a ferias y remates y buscar entre muebles usados y antigüedades. Incluso, nos cuenta que, antes de casarse, fueron al Parque de los Reyes y vieron una lámpara que les encantó. Luego de ir a verla tres fines de semana seguidos y regatear por horas con el dueño, lograron bajar su precio y llevársela. El mismo esfuerzo y dedicación que se ve en todos los rincones. “Es como ponerle cariño a tu casa”, nos explica Pilar.

Blanca, con persianas celestes y un pequeño antejardín, la fachada de esta casa tipo Ley Pereira anticipa desde afuera lo que se encuentra en su interior. Estar en medio de un condominio les da la tranquilidad que buscaban y esa vida de barrio perfecta para proyectarse por varios años. “Necesitábamos encontrar un lugar que te invite a entrar, en que los espacios sean ricos y den ganas de ocuparlos. Y esta casa es tan romántica que te invita a vivirla”, cuenta.

Junto con la nueva casa llegó el tercer miembro de la familia: José, un bulldog de seis meses que se deja querer por cualquiera y que acompaña todo el día a Pilar, quien trabaja en casa creando y diseñando ropa de cama, pieseras, faldones y cojines –que se lucen en muchos de los espacios– y organizando la próxima versión de la Expo Cachagua, que se realizará entre el 7 y el 10 de enero.

Hoy, les encanta estar en la casa e invitar a sus amigos y familiares. Disfrutan cada uno de los espacios, especialmente el que antes era la logia y convirtieron en el comedor de diario, lugar que instintivamente atrae por su calidez provenzal. La terraza y el pequeño jardín son ideales para estos días primaverales, al igual que el living que, a través de un ventanal ligeramente tapado por cortinas diseñadas por la dueña, deja entrar el sol de la tarde.

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