Pequeña isla
El constante trabajo espiritual que incorpora la escultora Pilar Ovalle a su vida se respira a fondo en su casa taller, un verdadero oasis a los pies del cerro San Cristóbal, donde pasa las 24 horas del día combinando su pasión por el oficio y su apego a la naturaleza.


Olor a cedro, combinado a otras exquisitas maderas e incienso conquistan desde el acceso. El sentido de la vista despierta, en forma paralela, al enfrentarse con imponentes esculturas de Pilar que irrumpen de pie, sobre los muros y colgando desde el cielo. Todo en un contexto de espacios generosos, luminosos y despejados, que dialogan con un verde paisaje.
El recorrido hacia el exterior no deja de sorprender. Un radio de 360 grados domina la vista de este terreno de 1.600 m² dispuesto en altura, sin vecinos alrededor, literalmente a los pies del cerro San Cristóbal y que abraza a la cordillera. Todo este singular escenario se nutre de rincones hechos a pulso por la escultora, como una huerta (que ella misma cultiva diariamente), un gallinero, y distintos espacios que llaman a la distensión y al relajo. Ahí es donde aparece el sauna, junto a una tina de mármol, que la artista disfruta en las tardes para darse baños con sales junto a un fragante jazmín.
Al introducirse a la casa se comienza a respirar arte de inmediato. En cada esquina destacan un textil y una escultura en madera.
Bajar al subterráneo es otra experiencia única. Bach a todo volumen invade los espaciosos 200 m², divididos por zonas de trabajo y procesos de creación. Un templo de concentración y tenacidad donde reina un minucioso orden.
"Este taller fue lo que hizo decidirme por la casa. Después de vivir ocho años en el norte, cerca del valle del Elqui, busqué un lugar en Santiago donde pudiera trabajar desde la casa, por mis tres hijos que estaban en plena etapa escolar.
El antiguo dueño construyó esta propiedad con este subterráneo, que ocupa toda la superficie de la planta , con el fin de fijar la casa como cimiento, en vez de hacer pilares de sujeción, porque este terreno corresponde a desechos de canteras, por ende es muy blando y movedizo", detalla la artista.
La casa se prestaba, entonces, para el estilo de vida que Pilar quería y su apego con la naturaleza. "Me da mucho aire… a pesar de que estás en un lugar absolutamente central es como un pequeño pulmón".
La artista confiesa también que tiene un ritmo con la casa en que la aprovecha mucho. "En la mañana necesito estar en el jardín, riego las plantas, veo las lechugas, desmalezo un poco y después bajo al taller y, lo mejor de todo: observo los cambios, un verdadero aprendizaje". La cocina es otro lugar que disfruta mucho, donde se entretiene preparando mermeladas. Parte de la remodelación que se le hizo a la casa fue ampliar la cocina, abrirla al living y cambiar los revestimientos, instalando materiales nobles, como mármol de Carrara para el piso. Eso hace más honrable lo cotidiano. "Siempre he sido de la idea de ocupar todos los espacios de la casa y aprovechar diariamente las cosas buenas, sin esperar a desenterrarlas para una ocasión especial", dice.

La nobleza de materiales comparte un mismo lenguaje con los muebles u objetos que ambientan los recintos, como los sofás Matta del living, por ejemplo, que mandó a hacer la escultora a Rafael Hurtado. "Me gusta lo bueno, las cosas finas, no por una cosa elitista, o arribista, sino porque yo trabajo en el oficio, entonces me gustan las cosas bien hechas, tiene que ver con el trabajo del oficio, que lo respeto y valoro mucho", explica Pilar.
El taller cuenta con 200 m² en el subterráneo, donde Pilar trabaja simultáneamente en distintas obras. "El orden es fundamental, me ayuda para estar con la mente mucho más preparada para lo caótico que es la creación", explica la escultora.
Como hija de la conocida decoradora María Teresa Vergara, para Pilar la estética siempre ha sido algo natural; sin embargo, se considera reactiva al tema de la decoración. "Uno tiene que elegir con qué quiere vivir. Hacer empatía con los objetos, siento que éstos se cargan con energía, es lo que me pasa cuando trabajo con la materia", confiesa Pilar.
Siendo coherente con ese pensamiento, es que los pocos elementos presentes al interior son hallazgos, provienen de experiencias, viajes o regalos de amigos. La ausencia de cuadros es porque le gusta descansar los espacios, no saturarlos. Los objetos estrella en todo el recorrido son los libros. En la estantería del living están los traídos de sus viajes a San Francisco y Nueva York, donde Pilar expone, "que ocupo por referencias, inquietudes"; en su pieza están los textos de teología y búsqueda personal, y abajo, en el subterráneo, se encuentra la biblioteca donde la artista se ha ido formando como autodidacta en los ensamblajes y la carpintería de la madera.
Jardín. Pilar disfruta el jardín, experimentando con plantas, semillas y contemplando desde los distintos rincones el paisaje.Parte de sus rituales consisten es cosechar la huerta y darse baños de tina, junto al jazmín.
Otro tema que llama la atención en esta casa, siendo la de una artista, es el minucioso orden tanto en su hábitat como en el lugar de trabajo. "El orden es fundamental, me ayuda para estar con la mente mucho más preparada para lo caótico que es la creación".
Inspiración
La nobleza de materiales les da vida a los diferentes espacios de esta casa.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.