Comentar las temperaturas de esta época es el comodín del momento, lo que viene después del ¿cómo estás?, lo que sale hasta con el vendedor ambulante. Todos lo sentimos, algunos lo sufren, celebran, otros ya tienen clarísimo el cómo capearlo. Lo real para la mayoría es pegarse al ventilador con un vaso de algo acompañando. A mí la verdad eso de tomar algo caliente para equilibrar temperaturas nunca me ha resultado. Sé que tampoco es sano el líquido mega frío para el cuerpo, pero el termómetro obliga y el master hielo, el santo salvador que acompaña todo. Ahora, el gran tema es qué tomar. Viene al caso recordar que somos uno de los países con mayor consumo de bebidas de fantasía que, además de ser químicas y calóricas (o zeros), reemplazan en nuestros hábitos líquidos beneficiosos para el cuerpo, el medioambiente y la consciencia, temas que hoy, por suerte, son parte latente de cada acción y conducta. Hay tanta maravilla con que refrescarse, desde un café (recuerden la opción descafeinada) lleno de hielo, perfecto por cierto para el espresso poscomida, como tés helados, aguas de hierbas frescas y jugos de frutas naturales, que personalmente no puedo con más de un vaso. Aquí ideas.

Chai helado. Tan simple como hacer un té concentrado caliente para después agrandarlo con más agua y meterlo al refri. Me gusta el Dilmah y el de Adagio, que además tienen un montón de versiones de tés verdes y hierbas perfectas para tomar heladitas. Con el chai pueden hacer la versión latte, es decir, leche de lo que les plazca mezclado.

Aromáticas. Más que sabor, que igual está presente pero sutilmente, se trata de entretener jarrones gigantes de agua. Los clásicos son rodajas de naranja, limón, frutilla, pepino. Lo rico es además sumar hierbas (albahaca, menta, cedrón) y especias, cardamomo, canela, clavo. Todo al jarro, harta agua, hielo y está.