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Colette Capriles, politóloga venezolana: “Las probabilidades de un ataque armado (de EE.UU.) han venido disminuyendo”

En entrevista con La Tercera, la miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela advierte sobre los riesgos de un bloqueo petrolero "total y completo" de Trump. “Puede desatarse ahora una crisis como la de 2016-2020, que dejó secuelas de malnutrición, parálisis productiva y sobre todo migración masiva”, señala.

Imagen del 25 de noviembre de 2025 del presidente venezolano, Nicolás Maduro, hablando durante la Gran Marcha de las Banderas y de la Espada Bicentenaria, en el Paseo Los Próceres, en Caracas. Foto: Xinhua [e]MARCOS SALGADO

El gobierno de Nicolás Maduro informó este domingo de la salida de un buque de la compañía estadounidense Chevron cargado con crudo, en medio de las tensiones con Washington, que ha confiscado dos petroleros en el mar Caribe y que realiza una “persecución activa” para interceptar un tercero, como parte de su despliegue militar cerca del país.

En una muestra de apoyo a su aliado, el gobierno chino acusó este lunes a Washington de “violar el derecho internacional” por lo que describió como “una incautación arbitraria de los buques de otro país” por parte de Estados Unidos.

En respuesta a los cuatro meses de despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, acción que para algunos expertos convirtió a Venezuela en “el laboratorio del ‘nuevo corolario Trump a la doctrina Monroe”, el chavismo ha configurado una estrategia en caso de agresión enfocada en resistir y agotar al enemigo.

Al respecto, la politóloga y escritora Colette Capriles (Caracas, 1961), miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela, cree que el mensaje que envía el gobierno de Maduro consiste en que, si bien a EE.UU. “no lo puede vencer nadie en términos prácticos”, sí se puede resistir y defenderse de él. En entrevista con La Tercera, la académica de la Universidad Simón Bolívar asegura que los expertos militares estadounidenses “temen involucrar al país en una guerra interminable”. Por ello “se considera ahora un giro hacia la presión económica, lo que tampoco augura éxito”, advierte.

Colette Capriles, politóloga venezolana.

En el discurso de Trump de este miércoles se esperaba una mención a Venezuela, incluida una eventual declaración de guerra, pero no hubo nada. ¿Esto se puede interpretar como un triunfo para Maduro?

Por lo visto, el rumor de que Trump se referiría a Venezuela y que sería para declararle la guerra fue un artefacto para, por contraste, mostrar la importancia que tiene para el Presidente la situación doméstica y su intención de focalizarse en ella. Si hubo un triunfo allí, fue el de quienes en el entorno de Trump lo prefieren ocupado en mantener su base de votantes con las elecciones de medio término acercándose. La alocución realmente tenía que contrarrestar unos días de muy mala prensa para la Casa Blanca y, de hecho, fue improvisada, lo que contribuyó a pensar que se tratarían temas urgentes.

La situación de Venezuela no es importante para la opinión pública y eso le complica mucho la toma de decisiones a la administración Trump, además de las diferencias internas en torno a qué política seguir. No creo que pueda verse la situación venezolana como un triunfo o una derrota de nadie en cada coyuntura; la situación de tensión sigue en el mismo plano desde hace meses: amenazas, escalamientos, ambigüedades, presiones narrativas.

Trump lleva meses prometiendo que atacará Venezuela “pronto”, al tiempo que va cambiando los motivos de su escalada contra Maduro: narcotráfico, terrorismo y ahora el petróleo. ¿Cuánto deslegitiman estos cambios de discurso la ofensiva de Trump y dan eventuales razones al chavismo para victimizarse?

Trump, o más bien los que dentro de su entorno quisieran que la política de Trump condujera a la defenestración de Maduro en el corto plazo, tiene una restricción fundamental: la promesa electoral del propio Trump de salir del rol de policía democrático del mundo, de no involucrarse en “guerras eternas”, o en procesos de “nation-building” y construcción democrática. El despliegue naval en el Caribe se justifica por el corolario Trump a la doctrina Monroe, como él mismo lo dijo al presentarse la Estrategia de Seguridad Nacional recientemente, y por eso hay que esperar que la presencia militar en el Caribe sea permanente, independientemente de lo que ocurra en Venezuela.

La restricción significa que la política de un “cambio de régimen” no está justificada y en cambio sí se pueden justificar otros “intereses vitales” tal como los puede definir Trump. Esto parece ser que sirve mejor de justificación. No obstante, hay problemas: Venezuela no es un productor de drogas y se trafica relativamente poco por su territorio, de modo que la lucha contra el narcotráfico tendría que dirigirse a otras fuentes, si esa es la prioridad de política. La cuestión del terrorismo, que tiene mayor calibre, es a la vez más indeterminada y abstracta a pesar de que autoriza acciones bélicas contra los miembros de organizaciones terroristas; la cuestión petrolera en cambio sí tiene un marco narrativo más concreto, tiene un marco legal con el paquete de sanciones y tiene un impacto más evidente sobre la situación del gobierno venezolano.

La persecución de las fuerzas de EE.UU. a un tercer barco petrolero vinculado a Venezuela. Captura / Tendencias LT

La parte grave y terrible es que esta nueva narrativa repite la estrategia que fracasó entre 2019 y 2021: al dañar la economía petrolera, la principal víctima es la población que ya está exhausta económicamente. Por otra parte, el madurismo tiene un gran know-how de cómo enfrentar un nuevo recorte de ingresos tercerizando sus efectos sobre la población misma y recurriendo a otros ingresos (oro, minerales estratégicos), de modo que sabe cómo resistir, y finalmente le proporciona al madurismo una narrativa nacionalista y cohesiva muy poderosa en torno al “bloqueo” y el “imperialismo”. De hecho, lo peor de los anuncios de Trump es su absurda pretensión de que Estados Unidos fue despojado de “su” petróleo en Venezuela, mostrando una ignorancia increíble de cómo fue la participación estadounidense y extranjera en la industria petrolera venezolana y en el proceso de nacionalización de 1976, un proceso consensuado y negociado que ocurrió tras varias décadas de progresivo aumento de la presión fiscal sobre las compañías. Eso realmente daña mucho la narrativa de Trump.

Por otra parte, si el interés realmente fuera participar o modular la cuestión energética, la mejor política de Trump sería levantar las sanciones petroleras hacia Venezuela y lograr un marco regulatorio que favoreciera a los inversionistas estadounidenses. Esto es algo que aparentemente Maduro la ha ofrecido. Pero de nuevo parece que el petróleo no es el meollo de la cuestión sino el pretexto para presionar un cambio de régimen. O más bien se puede presumir que la “seguridad energética” es un objetivo que en la Casa Blanca no creen que pueda alcanzarse con Maduro al mando, dada la falta de confianza y compromiso que hay entre ambos gobiernos, mientras que la señora (María Corina) Machado ha ofrecido como parte central de su programa en caso de acceder al poder precisamente una relación preferencial con Estados Unidos con respecto al petróleo.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos rechazó el miércoles pasado dos resoluciones para retirar a tropas estadounidenses, en caso de que estallara un conflicto con Venezuela. ¿Cree que sigue vigente la amenaza de un ataque en suelo venezolano? ¿De qué tipo?

Las probabilidades de un ataque armado han venido disminuyendo con el tiempo porque precisamente ha habido reacciones dentro del establishment político estadounidense y en la opinión pública, pero continuará como amenaza y servirá de marco para el reforzamiento de las sanciones al tener la capacidad para incautar buques sancionados o sin bandera que trasiegan petróleo venezolano a mercados asiáticos, si es que esa política continúa. La votación no fue para retirar tropas sino para aprobar una ley que regulara los procedimientos para autorizar un ataque bélico; aun cuando esta ley no pasó, el impacto político es que se señala que la administración Trump tiene que mantener las decisiones bélicas bajo el escrutinio del Congreso.

¿Cómo el bloqueo petrolero “total y completo” de Trump puede impactar la economía de Venezuela? ¿Esta medida puede jugar en contra a EE.UU.? ¿El hecho que Maduro ordenara a la Armada venezolana la escolta de buques petroleros eleva el riesgo de conflicto?

Hay que aclarar que el bloqueo total anunciado por Trump se refiere a aquellos buques y tanqueros que están sancionados por mover petróleo (no solo venezolanos, también iraní y ruso) a mercados grises en los que las sanciones sobre las compañías petroleras de esos países no detienen a los compradores, fundamentalmente China. Se calcula que un 40% de la flota usada para llevar petróleo venezolano a Asia se compone de tanqueros sancionados.

Si se llegara a completar un bloqueo de estos barcos el impacto económico sería sumamente grave y empeoraría las condiciones de vida de la población venezolana, ya aquejada de un 535% de inflación en este año 2025, debido a la escasez de ingresos fiscales por la modificación, en abril de este año, de la licencia petrolera a la compañía Chevron, que reduce el flujo de dólares en la economía (Chevron paga ahora las regalías a Venezuela en petróleo en vez de en dólares que iban directamente al sector privado y permitieron un respiro económico en 2023 y 2024). Puede desatarse ahora una crisis como la de 2016-2020, que dejó secuelas de malnutrición, parálisis productiva y sobre todo migración masiva.

Realmente, para una población que ha sufrido tanto económicamente, la atribución de culpas o responsabilidades ya no es un tema. El tema es sobrevivir. Indudablemente que más sufrimiento genera más malestar hacia los políticos, tanto hacia el gobierno de Maduro como hacia quien parece no ofrecer soluciones sino más daño. Pero lo grave es que en este caso se potenciaría la capacidad del gobierno de Maduro para sostener su narrativa antiimperialista, fortalecer sus bases políticas, aumentar la represión y el aislamiento, ser más cohesivo y cerrar más aun el espacio cívico y político.

Escoltar busques petroleros con buques de la Marina venezolana es sobre todo un mensaje, más que una protección efectiva. A pesar de que durante los últimos meses ha habido no solo despliegue militar estadounidense cerca de las costas venezolanas, sino sobrevuelos de reconocimiento y bloqueo electrónico con escoltas de F18, el gobierno de Maduro ha sido extremadamente prudente en no provocar un incidente que sirva de pretexto para algún ataque armado. Realmente el poderío naval de Venezuela es extremadamente reducido, de modo que la escolta militar a los barcos no representa una exhibición de fuerza sino más bien una señal de que Venezuela puede defenderse, si no en el mar, sí en la tierra.

El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto: Archivo PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

En medio de la presión naval y el bloqueo de petroleros venezolanos por parte de EE.UU., Rusia dijo que espera que Trump “no cometa un error fatal”, mientras que China señaló que se opone “a todas las forma de ‘bullying’ unilateral”. ¿Este apoyo de Moscú y Beijing no pasa de la retórica?

Creo que el secretario de Estado, Marco Rubio, dio una larga conferencia de prensa en la que respondió esta pregunta. Desestimó el apoyo de Rusia a Venezuela como meramente retórico, lo cual es cierto. En cambio, sí interpeló a China con respecto a su relación con Venezuela. China es un socio inevitable para Venezuela desde hace años, a pesar de que la enorme corrupción sobre el préstamo de 20.000 millones de dólares otorgado por China a Venezuela resultó incobrable y enfrió las inversiones chinas. Es difícil saber si China va a incluir el tema venezolano en su agenda bilateral con Estados Unidos.

¿Cómo evalúa la respuesta que ha mostrado hasta ahora Maduro frente a la presión de Trump? Usted ha hablado de una estrategia inspirada en Vietnam, ¿cómo se aplica esto en la práctica?

La doctrina de la guerra asimétrica y las hipótesis de conflicto de enfrentamiento con una potencia superior militarmente que maneja la Fuerza Armada es una elaboración de la experiencia de la guerra popular prolongada y de elementos de la doctrina militar rusa. No es nada nuevo, y hace 20 años que los militares venezolanos se forman bajo estas doctrinas.

De modo que una estrategia de resistencia no sería ni siquiera como la vietnamita, en la que civiles se armaban y entrenaban como guerrilleros, sino que sería la guía para la acción de los cuerpos militares y sobre todo policiales, para la cual se han entrenado. La participación de civiles no necesita ser importante, excepto de los grupos paraestatales llamados “colectivos”, que aunque menos prominentes, siguen existiendo. La geografía y distribución demográfica del país favorece este tipo de guerra asimétrica y harían muy largo cualquier conflicto armado.

El USS "Gerald R. Ford", el mayor buque de guerra del mundo que se unió al despliegue de EE.UU. cerca de Venezuela. Foto: Archivo

Creo que esta posibilidad está siendo tomada en cuenta por los expertos militares estadounidenses, que temen involucrar al país en una guerra interminable. Por eso se considera ahora un giro hacia la presión económica, lo que tampoco augura éxito, puesto que ya se intentó en 2019 y no funcionó para extraer a Maduro del poder (como no ha funcionado en ningún país para lograr algún cambio de régimen).

La posición de Maduro es no ceder, resistir, mantener sus redes de lealtad. Sabe que el tiempo juega a su favor en la medida en que no solo EE.UU. sino la comunidad internacional tiene otras urgencias.

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