
Decoración de “nivel Temu”: Por qué el plan de Trump para remodelar la Casa Blanca desató indignación entre historiadores y expertos
El presidente estadounidense ha ejecutado el mayor cambio que ha experimentado el palacio presidencial en décadas, llegando a demoler completamente el ala este del complejo. Los arquitectos y organizaciones patrimoniales advirtieron daños irreversibles al símbolo político más emblemático del país.

En menos de un año, el presidente estadounidense, Donald Trump, ya ha remodelado significativamente la Casa Blanca. El despacho oval está decorado de arriba abajo con oro. El césped del jardín de Rosas está pavimentado. El lunes, parte del ala este fue demolida mientras el proyecto del salón de baile de Trump avanzaba a paso firme. Y este martes gran parte del ala este fue destruida, según unas fotos difundidas por The Washington Post.
Las fotos de equipos de construcción derribando partes del ala este sorprendieron a los conservacionistas, plantearon preguntas sobre los excesos y la falta de transparencia de la Casa Blanca y provocaron quejas de los demócratas de que el presidente Trump estaba dañando “la Casa del Pueblo” para perseguir una prioridad personal.
Trump ha promocionado durante mucho tiempo sus planes para un amplio salón de baile, insistiendo en que los presidentes necesitaban el espacio para albergar grandes eventos. También declaró en julio que la construcción de la ampliación prevista no afectaría a la actual Casa Blanca.

“No interferirá con el edificio actual. Estará cerca, pero sin tocarlo, y respeta plenamente el edificio existente, del cual soy un gran admirador”, dijo Trump durante la firma de una orden ejecutiva en julio.
Pese a aquella promesa, un alto funcionario de la administración dijo este miércoles a The New York Times que la Casa Blanca está demoliendo la totalidad del ala este para dar paso al salón de baile de más de 200 millones de dólares. El desmontaje debería finalizar este fin de semana, según el funcionario, que no estaba autorizado a hablar públicamente sobre los planes.
Después de una evaluación más profunda, la Casa Blanca determinó que era más barato y estructuralmente más sólido demoler el ala este para construir el salón de baile, en lugar de construir una ampliación, dijo el funcionario. La nueva estructura también tendrá características de seguridad mejoradas, agregó.
Con o sin demolición completa, desde que comenzaron los trabajos este lunes varios críticos se han pronunciado, desde políticos, organizaciones, historiadores, diseñadores, entre otros.
Decoración de Alibaba
El interiorista David Netto, por ejemplo, ha descrito el nuevo y dorado despacho oval como “un infierno a lo Ceaucescu”, mientras que el experto en moda Derek Guy se ha burlado del aspecto amorfo que presentan los querubines que hay sobre las puertas cuando se les mira de cerca. “Una mierda nivel Temu”, escribía en una de sus publicaciones virales en X.
Al examinar la mesa donde Trump suele recibir a sus visitas, otros tuiteros descubrieron que tiene unos pisapapeles en forma de monedas de oro con su apellido grabado en letras mayúsculas (las ha hecho un fabricante de estuches para billetes de Las Vegas), y si bien se supone que las opulentas molduras proceden del taller de su ebanista, su diseño es casi idéntico al de unas que se venden por cinco dólares en Alibaba.
El salón de baile costará 250 millones de dólares y, como Trump quiere inaugurarlo antes de dejar la Casa Blanca en 2029, se ha saltado las consultas que normalmente se llevan a cabo antes de abordar estos proyectos tan aparatosos. El presidente había asegurado que no se alteraría ninguna de las estructuras ya existentes, pero en las fotos de las obras se ve que las grúas ya han echado abajo una parte del ala este.
En abril pasado, el periodista de tecnología Jon Keegan del diario Sherwood justamente escribió una columna de opinión donde detallaba su investigación sobre los accesorios presentes en la oficina oval. “El hecho de que aparecieran varias copias de la misma decoración en diferentes lugares (hechas de distintos materiales) nos hizo preguntarnos de dónde provenían y de qué estaban hechas”, relataba Keegan.
Tras ello, “una rápida búsqueda de fotos en Alibaba mostró muchos de estos ‘apliques decorativos’ disponibles en blanco y dorado. Encontramos un artículo muy similar a los que se encuentran por todo el despacho oval”.
“Estos ‘Apliques de poliuretano de alta densidad para decoración del hogar, adornos de chapa de espuma de PU’, de Guangzhou Homemax Decorative Material Limited en Alibaba, son una copia exacta. Las decoraciones están disponibles en muchos colores: blanco mate, dorado, plateado, dorado antiguo o bronce, colores combinados y colores personalizados”, relataba.
Añadió que el precio oscilaba entre 1 y 5 dólares por unidad, aunque en la página de aquel retail chino el pedido mínimo es de 50 artículos.
Protección a sitios históricos
También el martes, la líder del National Trust for Historic Preservation, una organización sin fines de lucro de Washington que protege sitios históricos de Estados Unidos, escribió una carta a los funcionarios de la Casa Blanca diciendo que estaba “profundamente preocupada” por el proyecto.
La carta decía que el tamaño de la nueva construcción “sobrepasaría a la propia Casa Blanca... y también podría alterar permanentemente el diseño clásico cuidadosamente equilibrado de la Casa Blanca con sus dos alas este y oeste, más pequeñas y bajas”.
El fideicomiso pidió a Trump que pausara los trabajos de demolición, argumentando que la Casa Blanca era un monumento histórico nacional y que los funcionarios necesitaban realizar un proceso de revisión pública del plan para el salón de baile.

Otro grupo, la Sociedad de Historiadores de Arquitectura, también dijo que tenía “grandes preocupaciones” sobre el proyecto y pidió de manera similar un proceso de revisión debido al tamaño de la construcción planificada. El Instituto Americano de Arquitectos también ha expresado su alarma y ha pedido una revisión transparente del proyecto.
“Creo que esto va más allá de adornar la chimenea de la Casa Blanca con un poco de pan de oro”, opinaba en el diario The Washington Post el historiador John A. Lawrence, antiguo jefe de gabinete de la demócrata Nancy Pelosi. “En realidad refleja su concepción monárquica y autocrática del cargo”.
“Lo están destruyendo”, dijo Martha Joynt Kumar, politóloga y profesora emérita de la Universidad de Towson en Maryland. “Y estos son cambios irreversibles. Están destruyendo esa historia para siempre”. Un portavoz de la Casa Blanca dijo que “la totalidad” del ala este sería eventualmente “modernizada y reconstruida”.
Falta de transparencia
La administración Trump afirmó en julio haber seleccionado a Clark Construction para dirigir el proyecto, con McCrery Architects a cargo del diseño. La Casa Blanca declaró que el Servicio Secreto “proporcionará las mejoras y modificaciones de seguridad necesarias” al edificio.
“Es un honor para mí que el presidente Trump haya confiado en mí para ayudar a llevar a cabo esta hermosa y necesaria renovación de The People’s House, preservando al mismo tiempo la elegancia de su diseño clásico y su importancia histórica”, afirmó Jim McCrery, director de McCrery Architects.
Aunque la Casa Blanca y sus parques adyacentes son administrados por el Servicio de Parques Nacionales (NPS), el presidente generalmente tiene amplias facultades para realizar renovaciones.

Robert K. Sutton, exhistoriador jefe del NPS, declaró a la cadena BBC que siempre ha habido preocupación pública cuando se hacen mejoras a la sede del Ejecutivo. “Ha habido controversia con todo lo relacionado con la Casa Blanca prácticamente desde su construcción”, afirmó.
El NPS cuenta con directrices y un riguroso proceso de revisión para cualquier construcción. Esto incluye aspectos como la revisión a fondo de los planos de un proyecto, la evaluación del arquitecto y los diseños, y la revisión de los costos.
Eso no se hizo en esta ocasión, según Sutton. “Este edificio es importantísimo. Se considera, creo, el edificio ejecutivo más importante del mundo; sin embargo, simplemente no sabemos qué está pasando y creo que eso es muy inapropiado”.
De acuerdo con el historiador, un proceso de revisión extenso es típico en proyectos como este para garantizar que haya funcionalidad ante cualquier cambio y que la Casa Blanca se mantenga fiel a su apariencia icónica, destacando que dichos cambios sobreviven a presidentes y generaciones.
Dijo que le preocupa que este proceso se esté llevando a cabo de manera apresurada y que sea un reflejo de Trump y su estilo característico en lugar de la historia del país. “Siempre se ha llamado la Casa del Pueblo”, recordó.
También señaló que se han barajado cifras sobre el número de personas que podría albergar el nuevo salón de baile, que oscilan entre 600 y más de 900. La Casa Blanca ha publicado información sobre el proyecto, incluyendo planos que dan una idea de su escala y un nuevo interior con capacidad para cientos de personas y suntuosas lámparas de araña doradas.
“Música para mis oídos”
Trump, un expromotor inmobiliario, está gastando 250 millones de dólares en un nuevo salón de baile de 8.360 metros cuadrados para albergar fiestas, visitas de Estado y otros eventos.
El presidente defendió su decisión de demoler parte del ala este de la Casa Blanca para construir un salón de baile, calificando la construcción de “música para mis oídos”, a pesar de las crecientes críticas al proyecto.
Hablando ante senadores de su Partido Republicano durante un almuerzo en la Casa Blanca el martes, Trump también dijo: “Probablemente escuchen el hermoso sonido de la construcción en la parte de atrás... ¿Lo escuchan? ¡Ay, qué música para mis oídos! Me encanta ese sonido. A otros no les gusta. Cuando lo oigo, me recuerda al dinero”, dijo el mandatario, según constató el diario USA Today
“En este caso, me recuerda la falta de dinero porque lo estoy pagando yo”, afirmó Trump. Entre los donantes para la construcción del salón de baile se encuentran las corporaciones más grandes de Estados Unidos, como Lockheed Martin, Palantir, Google (de Alphabet), Meta y Amazon, según declaró un funcionario de la Casa Blanca a USA Today.
Además de aquellas declaraciones, la Casa Blanca respondió a sus críticos, escribiendo en un comunicado de prensa que los “izquierdistas desquiciados” estaban “agarrando sus perlas por la visionaria adición del presidente Donald J. Trump de un gran salón de baile financiado con fondos privados a la Casa Blanca: una adición audaz y necesaria”.
Los funcionarios de Trump también han insistido en que la renovación no costará dinero a los contribuyentes estadounidenses y que no hay nada inapropiado en solicitar donaciones privadas para ayudar a pagarla, como lo ha estado haciendo Trump.
La Casa Blanca ha experimentado varias remodelaciones importantes a lo largo de su historia, a manos de exmandatarios, como Theodore Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, Harry Truman, la ex primera dama Jacqueline Kennedy y Barack Obama, que llevaron a cabo la sustitución de los invernaderos por el ala oeste, la adición de una piscina, la construcción de un bowling, la restauración de interiores y la conversión de una cancha de tenis en una cancha de baloncesto.
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