Francia: Más de 1.300 detenidos dejan manifestaciones en las que participaron 125 mil personas

Cerca de 90.000 policías están desplegados en toda Francia este sábado, un dispositivo excepcional para evitar manifestaciones violentas, como las que impactaron al mundo la semana pasada.


Más de 1.300 personas fueron arrestadas este sábado en Francia en las protestas de los "chalecos amarillos", de las cuales 721 se encuentran en detención preventiva, indicó una fuente policial.

En París, donde estallaron enfrentamientos, se cuentan 651 detenidos, según la prefectura de policía. Cerca de 90.000 policías están desplegados en toda Francia este sábado, un dispositivo excepcional para evitar manifestaciones violentas, como las que impactaron al mundo la semana pasada.

1.385 personas fueron detenidas anunció el ministro del Interior, Christophe Castaner, cifra que podría seguir aumentando con el pasar de las horas. En total 125.000 personas se manifestaron en diferentes lugares de Francia, en el caso de París, según la información dada a conocer por el Ministro del Interior fueron 10.000 los manifestantes.

"Las fuerzas del orden han hecho que se respete la ley", apuntó el primer ministro, Édouard Philippe, agregando que ahora es momento para el diálogo que ya empezó él mismo con los "chalecos amarillos" este sábado y que "debe continuar".

Mencionar que por primera vez en más de una década, se veían en la capital vehículos blindados de la gendarmería, desplegados para proteger los edificios públicos y despejar las barricadas.

Carreteras bloqueadas

Los manifestantes bloqueaban varias carreteras del país. La autopista que conecta París con Burdeos (suroeste) estaba totalmente paralizada después de que un centenar de personas prendieran fuego a neumáticos.

En la frontera franco-española, los "chalecos amarillos" montaron una barricada selectiva que bloqueaba el paso de los camiones procedentes de España, informó la prefectura de los Pirineos Atlánticos.

En Marsella, 2.000 "chalecos amarillos" desfilaban por el centro de esta ciudad del sureste de Francia. "Es la primera vez que me manifiesto. Recibo 1.248 euros de jubilación y son mis cuatro hijos los que me tienen que ayudar", señala Sylvia Paloma, de 70 años.

En algunas regiones de Francia, las autoridades prohibieron las manifestaciones, así como la venta y transporte de gasolina, los artificios pirotécnicos y productos inflamables o químicos.

Esta ola de manifestaciones comenzó el 17 de noviembre en oposición a un aumento de los impuestos a los combustibles, pero en las últimas semanas se ha convertido en una protesta generalizada contra la política económica y social del gobierno.

Los estudiantes bloqueron centros y participaron en manifestaciones, algunas de ellas empañadas por enfrentamientos con la policía.

Macron cedió esta semana a algunas de las demandas de los manifestantes. Anuló el alza del gravamen a los combustibles, que formaba parte de un plan para combatir el cambio climático, y congeló los precios del gas y la electricidad durante los próximos meses.

Estas medidas no han sido suficientes para apagar la cólera de un movimiento sin estructura ni dirigentes, que expresa el hartazgo de la clase media por la pérdida de poder adquisitivo.

"Que quede claro que no vamos a desistir", afirma Tony Vella, un albañil de 32 años de un suburbio de París. Cuenta que la policía lo detuvo durante dos horas al llegar a la capital, antes de ser liberado. "Tenía una máscara antigás y un porro (...) Me ataron las muñecas detrás de la nuca".

La fiscalía de París abrió una investigación después de que se filtrara parte del plan de seguridad para hacer frente a las protestas.

Macron, cuya popularidad se ha derrumbado, se mantiene en silencio, en medio de la peor crisis de su presidencia. Está previsto que hable la próxima semana.

La crispación en el país es extrema. Muchos ciudadanos están descontentos con Macron, al que acusan de ser el presidente de los ricos, y desconfían de los políticos por considerar que están desconectados de la realidad.

En este contexto, varios colaborados de Macron recibieron amenazas de muerte. El diputado Benoit Potterie afirma haber recibido una bala por correo.

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