Señor director:

Soy de aquellos chilenos agradecidos de la maravillosa labor del Hogar de Cristo, como de todos quienes colaboran con esta magnífica obra, cuyo mensaje inspirador nació en San Alberto Hurtado.

Por eso siento un profundo dolor ante la noticia de que se cierran 31 de los más de 800 centros de acogida del Hogar en los próximos meses, con el impacto social que ello significa. Los sindicatos están aprontándose para movilizarse frente a despidos masivos. Sin duda, una noticia triste que jamás hubiésemos querido escuchar, menos cuando se trata de una institución que ha sido la predilecta de cada uno de nosotros, de las autoridades, de las empresas y de los medios de comunicación a la hora de apoyar campañas solidarias.

Tan triste como la situación que se vive, es la actitud errática de su director social, Benito Baranda. Ha transcurrido sólo un mes desde que formulara destempladas y desafortunadas declaraciones ante alumnos en toma de la UC, en las que abordó temas relacionados con la educación, los empresarios y el sistema tributario. Hoy señala frente a esta crisis que "lo importante es que la comunidad se movilice para sostener esta obra que tanto costó levantar y que está prestando un buen servicio". Después de haberse dado el lujo de calificar la intención de los empresarios que donan acogiéndose legítimamente a la ley, ahora hace un llamado a "buscar la forma de sacar afuera la generosidad de la gente".

El señor Baranda sabe que para mantener de forma sustentable este tipo de instituciones, se requiere el apoyo de las empresas que generan empleo y que actúan en el mercado que tanto critica. Es una lástima que sus gestiones para modificar la Ley de Donaciones, con el objetivo de promover el apoyo económico de las empresas hayan fracasado. Puede que este hecho sea una de las causas por las que hoy el Hogar de Cristo cierra centros de atención y deja sin trabajo a casi 400 personas. No hay que morder la mano que nos da de comer.

Enrique Gaete Soto