Histórico

Del cambio fijo a la libre flotación del dólar

A fines de los 70 la moneda estadounidense se mantuvo en 39 pesos durante tres años. Esta rigidez fue quedando atrás y hoy es el mercado el que regula por completo el precio de la divisa. Pero el debate ha estado siempre presente.

Ciertamente, el manejo del tipo de cambio es materia de discusión entre diversos actores de la economía. Bien lo saben el Banco Central (BC), el gobierno y los sectores exportadores en momentos donde el dólar muestra valores considerados por algunos como bastante bajos, alrededor de los 485 pesos. Bien lo sabe también el país, que en las últimas tres décadas ha pasado desde un modelo de tipo de cambio fijo hasta uno completamente libre o flotante, con una transición donde existían valores mínimos y máximos prefijados, lo que se conoció como bandas cambiarias.

Entre 1979 y 1982, Chile tuvo un esquema de tipo de cambio fijo, donde cada dólar equivalía a 39 pesos. Este sistema tuvo un abrupto final en junio de 1982 cuando la moneda nacional fue devaluada en aproximadamente un 18% como consecuencia de la profunda crisis que vivió el país a partir de fines del año anterior.

Tras este período, la política cambiaria en Chile ha estado en función de los objetivos buscados por la autoridad, el contexto internacional, el ciclo económico del país, el movimiento de capitales externos y las imperfecciones del mercado interno.

TENEMOS BANDA

Con posterioridad se implementó un sistema de bandas para el tipo de cambio, rango de variabilidad que el BC se comprometía a mantener a través de procesos de intervención cambiaria, comprando o vendiendo dólares según fuese el caso.

Esta banda se mantuvo entre agosto de 1984 y septiembre de 1999, aunque estuvo sujeta a varias realineaciones discretas. El punto central de la banda era ajustado en función a la diferencia entre la inflación interna y externa, y en algunos casos se consideró la ganancia en productividad como un factor adicional de ajuste.

Entre 1985 y 1990, la política cambiaria no apuntó a controlar la inflación, sino a mantener un tipo de cambio real depreciado que estimulara las exportaciones. Esta estrategia fue complementada con una política fiscal austera y una política monetaria expansiva. Si bien en el período mencionado la inflación superó el 20% anual, la política cambiaria fue un factor que contribuyó al aumento de exportaciones en un 10,6% anual entre 1985 y 1990.

La baja tasa de interés en Estados Unidos a principios de los años 90 impulsó la entrada masiva de capitales a las economías emergentes de América Latina, presionando a la apreciación real del tipo de cambio.

Adicionalmente, la autonomía del Banco Central y la instauración del esquema de metas de inflación puso en claro la prioridad en el logro de objetivos. Tener metas de inflación y metas para el tipo de cambio en forma simultánea repercutió en una gran acumulación de reservas internacionales y un elevado nivel de deuda interna de parte del instituto emisor. Ello, producto de la esterilización (compra de los pesos a través de la venta de bonos del BC) necesaria para la estabilidad de tasas de interés en un ambiente de gran influjo de capitales.

Durante esta época, la mantención de la banda cambiaria obligó al Banco Central a modificarla en muchas ocasiones. Además, se impuso el "encaje" o restricción a la libre entrada de capitales como una forma de desincentivar el flujo de capitales de corto plazo o "golondrina".

EL EQUILIBRIO DEL MERCADO
Fue la crisis asiática la que puso de manifiesto la necesidad de repensar la política de bandas. Los términos de intercambio bajaron un 14% entre 1997 y 1999. También bajó fuertemente el volumen exportado hacia el continente asiático. El temor a una fuerte depreciación del peso llevó a la autoridad monetaria a aplicar una combinación de intervención abierta al mercado cambiario y una política monetaria restrictiva.

La posterior crisis rusa afectó aún más la disponibilidad y elevó el costo del financiamiento externo para las economías emergentes. Esta vez el Banco Central defendió el peso a través de una política agresiva de alza de tasas de interés.

Ya en septiembre de 1998 se anunció un ensanchamiento progresivo de la banda que vino acompañado de varias medidas que definieron un marco legal adecuado. Después en menos de un año se adoptó definitivamente un esquema de flotación cambiaria, el que permitía que fuese el tipo de cambio nominal la variable que absorbiera los shocks internacionales.

La actual política cambiaria de libre flotación ha sido fuertemente cuestionada en los últimos meses dadas las fluctuaciones del tipo de cambio. El BC está consciente de la incapacidad de afectar la tendencia en el precio del dólar y sabe que essta obedece a factores estructurales que definen el valor de equilibrio. Las presiones para que intervenga son incómodas, pues ningún instituto emisor puede alterar de manera sostenida el valor de una divisa. El único resultado será una pérdida o acumulación no deseada de divisas.

EXTRACTO DE LA CLASE: POLITICA CAMBIARIA,UN PUENTE HACIA OTROS MUNDOS

El manejo del tipo de cambio es un tema que genera controversia entre teóricos, hacedores de política y, en general, entre los involucrados directamente en el circuito exportaciones-importaciones, los cuales son los más sensibles a los vaivenes del dólar.

El tipo de cambio es el precio de la divisa. En Chile se refiere al valor, en pesos chilenos, del dólar estadounidense, el euro, el yen o la libra esterlina. Si bien sería más correcto referirse a un conjunto de tipos de cambio, los análisis y las recomendaciones se simplifican y se refieren al concepto de un solo tipo de cambio como promedio ponderado de las divisas en que se expresa el comercio exterior.

En un esquema de tipo de cambio flexible o de flotación libre será el mercado el que decida el precio del dólar. Su valor resultará de los movimientos en la oferta y demanda de divisas, donde la oferta proviene de las exportaciones y los flujos de entrada de capitales; y la demanda, de la necesidad de financiar la importación de bienes y servicios o inversión que se efectúe en el exterior.

Las variaciones en el tipo de cambio responderán a la brecha entre las tasas de inflación interna y externa: si los precios domésticos suben por encima del nivel de los costos de los socios comerciales, las exportaciones se encarecen y se tornan menos atractivas en relación con los bienes importados.

Ello se traducirá en una disminución de la oferta futura de divisas e incentivará a que el tipo de cambio aumente o se deprecie el peso. Las fluctuaciones relevantes son las del tipo de cambio real, el que considera las tasas de inflación interna y externa.

En las economías que no controlan su tipo de cambio, los movimientos de este responderán al cumplimiento de la "paridad del poder adquisitivo" entre el país y sus socios comerciales. Este fenómeno se conoce como paridad del poder de compra o condición PPP: Purchasing Power Parity.

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