"Sampaoli tiene muchos periodistas empujando para venir a la Selección"
El DT campeón del mundo en 1986 dice que no se imagina un Mundial sin la Albiceleste, defiende al Patón Bauza y desahoga su crítica visión hacia el periodismo deportivo actual.

Carlos Salvador Bilardo, 77 años, campeón del mundo como entrenador en 1986 y cesante hace 27 meses, se confiesa un adicto a ver partidos de fútbol. Los ve en vivo, los graba y después los vuelve a ver. Una y otra vez. De hecho, dice, el 3-0 de Brasil sobre Argentina del jueves pasado lo analizó tres veces seguidas. Lo hace como un entrenador retirado, estudiando de manera minuciosa cada movimiento. Y ensayando, cada tanto, instrucciones medianamente histéricas. "No, no, no los puedo ver como un hincha más. Los veo como director técnico", dice Bilardo, monumento vivo del fútbol argentino, desde Buenos Aires.
Así, en su carácter de analista, opina que la Albiceleste vive hoy un momento crítico. Que la derrota con Brasil fue un golpe duro. Y que contra Colombia, mañana en San Juan, se jugará gran parte de sus posibilidades de llegar Rusia. Aporta, de paso, dos lugares comunes, tres críticas mesuradas y apunta a dos gremios: los hinchas y el periodismo. "El ambiente no es el mejor para los jugadores, está muy feo. El periodismo, la gente, ven que todo es terrible y hay muchas críticas", dice. Luego respira. Calla por siete segundos. Y grita: "¡Ése no es el camino!". ¡Qué dice, Bilardo! "Ahora es cuando más apoyo se necesita. La gente tiene que apoyar al equipo. Después del partido del martes, dependiendo cómo salga, pueden atacar al que sea", responde.
Según Bilardo, que define a Edgardo Bauza como un "entrenador exitoso", detrás de las críticas hacia Argentina hay intenciones oscuras. El puesto de entrenador de la Selección es sumamente codiciado, considera, y por eso periodistas y entrenadores desocupados añoran la salida del Patón. "¿Quién no quiere dirigir a Argentina? Hay entrenadores que lo harían gratis, sin sueldo. Las críticas siempre fueron así", dice. ¿Con usted también?, preguntamos. Y el mito responde: "Yo me peleé con todos antes del Mundial, y me quedé y fui campeón, ¡campeón del mundo!".
Si a Bilardo le preguntan si se imagina un Mundial sin Argentina, dice: "De ninguna manera". Si le preguntan, en cambio, si cree que Argentina puede quedar eliminado de Rusia 2018, duda: "Yyyy, puede pasar, todo puede pasar". Luego, sin embargo, filosofa: "Pero fijate que un Mundial sin Brasil, por ejemplo, no es un Mundial. Con Argentina es lo mismo. Puede faltar cualquier país de América menos Brasil y Argentina".
Aún así, confía en que el equipo de Bauza llegará al Mundial. Explica que "tiene muy buenos jugadores". Y que con eso le debería bastar. Defiende, además, a Lionel Messi ("es un muchacho espectacular"), cree que sobre él hay demasiadas expectativas ("lo mismo le pasó a Maradona y a Pelé, esperan que sean los salvadores") y alaba su importancia mediática ("¡con él se llenan los estadios!").
Bilardo, asimismo, niega de manera tajante -y para hacerlo levanta la voz- que hoy a la Selección vayan los amigos de Messi. Insinuar eso, dice el ex entrenador, es una "pavada". "El que dice eso no es periodista, es tonto", dice. Y agrega: "Aquí había una revista que se llamaba Radiolandia, de vedettes, chismes. Eso me recuerda. ¡Son pavadas! No es periodismo deportivo".
Campeón de la Libertadores como jugador y leyenda de Estudiantes de la Plata, Bilardo habla de Argentina y de Bauza, de Messi, de Maradona y de pronto, en un cambio brusco de ánimo, dice: "No, yo de la Selección no puedo hablar". Se excusa diciendo que él, un hombre connotado, debe guardar distancia. Y repite por enésima vez en 15 minutos la palabra periodismo. Ocurre que el periodismo, dice Bilardo, históricamente se ha encargado de ensuciar su imagen. De tergiversar sus declaraciones.
Sea honesto, Bilardo, le pedimos: ¿usted tiene mala opinión del periodismo? Y el DT, honesto, jura que no. "Pero no me entendieron nunca", dice. Explíquese, insistimos. Y el argentino se explica: "Yo fui el primero en ver videos de los rivales, en grabar los partidos. Y el periodismo me castigaba por eso. ¿Usted, que trabaja en un periódico, no lee otros periódicos para ver qué publicaron? Claro que lo hace". Del periodismo, Bilardo vuelve a Argentina. Divaga una serie de oraciones que no se conectan entre ellas y repite, cada tanto, la mismas muletillas: "mire, señor"; "escúcheme, señor"; "cómo no, señor".
Escucha, en un momento, el apellido Sampaoli y su tono se torna opaco. Al otro lado de la línea el reportero intuye que Bilardo no es devoto del casildense. "Mire, señor, yo de técnicos no hablo", dice. Y al segundo agrega que ve poco probable que el actual DT de Sevilla llegue algún día a la selección argentina. "No creo, aquí hay muchos entrenadores. Ahora, Sampaoli tiene muchos periodistas empujando para que venga, entonces… pero bueno, cada uno apoya al que quiere, ¿no le parece?", plantea el histórico y luego, con elegancia, se despide.
Tiene que meditar sobre una oferta de trabajo, dice. China lo quiere como director deportivo de su selección y Bilardo, quien sólo habla español, está dubitativo. Económicamente, al menos, la oferta lo seduce. "Lo dejo, señor. Muy amable", dice el mito antes de colgar.
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