A misa por YouTube


Este fin de semana volverá a haber confinamiento general en Santiago y las iglesias estarán cerradas de nuevo. El gobierno considera una serie de excepciones para restoranes, pequeños negocios y comercio callejero, e incluso estudia la posibilidad de retrasar el toque de queda diario, postergando asimismo el horario de término del transporte público. La UDI, que celebra su elección interna este sábado, podrá realizarla sin problemas, pues ha conseguido la autorización para llevar adelante el proceso. Mientras, el bloque opositor Unidad Constituyente obtuvo un permiso similar para sus primarias del domingo 20.

Sin embargo, pese a que las excepciones se multiplican y a que la libertad religiosa está expresamente resguardada por la Constitución y las leyes, las iglesias deberán permanecer clausuradas durante los fines de semana (y con aforo mínimo de lunes a viernes), privando otra vez a los fieles del culto dominical.

Ministros y autoridades justifican las excepciones sobre la base del respeto a los derechos ciudadanos y la urgencia económica por la que atraviesan sectores golpeados por la pandemia. No obstante, a ninguna autoridad se le ocurre que el contacto con la trascendencia también es una necesidad humana. Además, parecen no querer saber, como lo pudo comprobar cualquier persona que asistió a misa en las últimas semanas, que los párrocos han sido muy cumplidores con las normas sanitarias relativas al distanciamiento entre fieles, aseo de manos con alcohol gel, uso de mascarillas y reducciones del aforo.

Altos funcionarios han señalado como principal responsable del rebrote a las actividades imprudentes de algunos segmentos de la población. Estas no han sido oportunamente fiscalizadas, pese a que el gobierno posee atribuciones para hacerlo. El timing de esta incipiente segunda ola hace que no sea descartable que las aglomeraciones registradas durante el plebiscito del 25 de octubre y las masivas celebraciones posteriores tengan que ver con el aumento de contagios. Nadie ha mencionado al culto religioso como uno de los motivos por los cuales hemos vuelto a una situación difícil. No es en las parroquias donde surge el rebrote.

No obstante, las iglesias volverán a cerrar. Quizás se deba también a que nuestros obispos no han sido capaces de hacerse oír frente a las autoridades. Parece evidente que los que han obtenido excepciones son los que se han quejado. La Iglesia, que hace algunos años fue la voz de los sin voz, ahora no emite palabra para acabar con esta sequía que acongoja a sus fieles y los priva de los sacramentos. Como en el Chile actual el que no llora no mama, la consecuencia de esta mezcla de indiferencia de la autoridad y silencio episcopal es que el domingo volveremos a ver la misa por YouTube.

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