Opinión

¿Aprendieron algo?

Dedvi Missene

El resultado de la elección presidencial es el peor que ha obtenido la izquierda, a lo menos desde 1990, aunque probablemente el récord se extienda mucho más atrás. Consecuencia de ello es que ya surgen las críticas desde sus propias filas al presidente Boric y al Frente Amplio. Así como las primeras expresiones de mea culpa, como la del ex ministro Jackson.

Hace cuatro años el amplio arco del llamado progresismo ganó en toda la línea: presidencia de la República y control de ambas cámaras del Congreso, liderados por un grupo de jóvenes que, hacía nada, eran dirigentes estudiantiles y que ofrecían iniciar una nueva era. Luego, también la mayoría aplastante en la Convención. El resto es historia conocida.

Un fracaso tras otro antecedió a la última derrota en que los chilenos terminaron de poner la lápida al delirio octubrista, eligiendo por un margen de 16 puntos al candidato republicano. Es razonable preguntarse si en los jóvenes frente amplistas hay una verdadera autocrítica. Usando la conocida metáfora popular podríamos preguntarles si, al menos, le tomaron la patente al camión. Hay tres razones por las que no se ve nada de aquello.

Lo primero que se podría esperar de un auténtico proceso de autocrítica sería la voluntad expresa de no volver a ser -ahora con el presidente Kast- la oposición que validó el uso de la violencia, que hizo un uso abusivo de instituciones como la acusación constitucional, que hizo todo lo posible por amedrentar a Carabineros para impedir que ejerciera su deber de resguardar el orden público, que hizo un uso torcido del proceso penal presentando querellas injustificadas incluso contra el mismo presidente Piñera al que acusaron falsamente de violar sistemáticamente los derechos humanos.

No se trata, como hizo Giorgio Jackson, de lamentarse por el efecto electoral que tuvieron sus acciones. En definitiva, esa es la sanción mínima que merecen las deslealtades con la democracia en que incurrieron. Pero, tal parece, es lo único que les importa, porque compromiso de cambio ninguno.

Segundo, se esperaría una entrega del gobierno sin letra chica, sin amarres, sin nombramientos apresurados de último minuto. En una palabra: democrática. Pero estamos viendo todo lo contrario: normas de último minuto, nombramientos apresurados, “pernos” para evitar cambios y, especialmente, la urgente necesidad de reducir el tamaño del Estado.

Tercero, un mínimo de grandeza en la lectura de la derrota. Sin embargo, lo único que se percibe desde la cultura de izquierda son intentos de relativizar el resultado. Partieron con anuncios de que los votos nulos y blancos serían históricamente altos, aunque lo único histórico fue la votación del presidente electo Kast. Luego, que el ganador “escondió” su agenda valórica y la pintoresca teoría de que sus votos serían “prestados”.

Por el bien de nuestra democracia y del país, ojalá los líderes del PS y del resto de la centroizquierda recuperen la sensatez, porque los del Frente Amplio parece que no aprendieron nada.

Por Gonzalo Cordero, abogado.

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