Por Fernanda GarcíaCierre digno

En la recta final de su mandato resulta legítimo preguntarse en qué debiese concentrar su energía la administración del Presidente Boric. No porque el país espere milagros de última hora, sino más bien por lo contrario. La gestión en los últimos meses de un mandato puede razonablemente ordenar la transición o bien entorpecerla; puede contribuir a dignificar el fin de un gobierno, o terminar de sepultarlo bajo una percepción general de ineficacia y amiguismos.
En este sentido, y por evidente que parezca, uno de los focos prioritarios del Ejecutivo en estos meses debiese estar en el resguardo efectivo de la seguridad ciudadana. ¡No más diagnósticos ni alusiones al modo en que el gobierno habría restaurado el orden en Chile! Corresponde, sin titubeos, reforzar la persecución del crimen organizado y terrorista, en estrecha coordinación con autoridades locales y fuerzas policiales, las que, como sabemos, se mantienen en sus cargos a pesar del cambio de gobierno. La sociedad chilena está agotada, y un cierre débil en seguridad consolidaría la narrativa, hoy dominante, de que el Estado ha perdido el control. Ello, política e institucionalmente, puede ser devastador.
Un segundo desafío sería recuperar en algo la responsabilidad fiscal. Tres años de desbordes en las metas estructurales no son un detalle técnico, sino la raíz de una desconfianza que siempre puede dañar más los mercados. Es indispensable en este sentido, que el gobierno conduzca con profesionalismo y seriedad la negociación del reajuste del sector público y que ejecute la etapa final del presupuesto con disciplina y buena fe. Nada de holguras creativas, ni expansiones disfrazadas de ajustes transitorios, ni transferencias o beneficios injustificados que enturbien la fe pública.
Finalmente, el Presidente haría bien en rectificar las banderas ideológicas que su gobierno ha enquistado en distintos proyectos de ley que se tramitan en el Congreso. El Ejecutivo se ha mostrado empeñado en empujar discusiones complejas sin contar con las mayorías requeridas, perjudicando en los hechos, el avance de causas sociales que supuestamente busca defender. Sería deseable entonces que dejase de insistir con el FES que elimina el copago en educación superior y precariza la autonomía universitaria. También sería sensato que abandonara la propuesta de legalizar el aborto sin causales considerando que su iniciativa supuestamente “feminista” no ha hecho sino poner en entredicho el aborto en tres causales vigente. Asimismo, parece crucial que el gobierno muestre una voluntad real de promover y lograr la aprobación de la sala cuna universal, incorporando sin restricciones la participación de los privados en la provisión de los servicios. Y, sobre todo, corrigiendo la mala idea de poner de cargo del empleador (incluidas las mipymes), el costo de dotación cuando no exista sala cuna acreditada o cuando la madre esté imposibilitada de asistir por razones de transporte, lejanía o trabajo nocturno. Por el contrario, perseverar en proyectos que no podrá aprobar, renunciando a corregir los viables y valiosos, solo alimenta la molestia de una ciudadanía ya exhausta.
En síntesis, en los meses que le quedan, el gobierno debiera renunciar a la épica inútil y asumir que gobernar es también jerarquizar. El Presidente tiene el espacio para ejecutar tareas concretas y viables, con dignidad y entereza, dando al país el cierre que merece. Uno que se caracterice por una gestión responsable que reduzca ruidos y restituya confianzas.
Por Fernanda García, Faro UDD
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