Columna de Jorge Heine: El retorno de la Celac



La reciente VII Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) en Buenos Aires tuvo algo de fiesta. Después de tres años difíciles (incluyendo en 2020 la mayor contracción del producto de la región en 120 años, según la Cepal), las cinco economías de mayor tamaño de la región tienen ahora gobiernos que creen en la cooperación regional. Ello es muy distinto a la situación anterior, con varios gobiernos que renegaban de la misma existencia de la región.

Esto ha conducido a una situación en que los agoreros de siempre tratan de llevar agua a su molino, argumentando que, una vez más, se trataría de crear entidades regionales marcadas por la ideología, como efectivamente lo fue en el pasado. Sin embargo, eso no es así. La lección ha sido aprendida. Para que las instituciones regionales funcionen y subsistan, deben tener un carácter amplio y pluralista; una carpa grande en la que quepan todos.

En sus ya casi tres lustros de existencia, la Celac ha tenido altibajos. Hace un par de años, la situación tocó fondo y México tuvo que tomar cartas en el asunto, haciéndose cargo y manteniéndola a flote, llevando a cabo un par de exitosas reuniones, incluyendo el Foro Ministerial China-América Latina en diciembre de 2021.

Pues bien, ha llegado la hora ya no de “mantener a flote”, sino de asegurar una capacidad de navegar y de llevar a buen puerto el proyecto regional, dándole a la Celac lo que no ha tenido hasta ahora y tanta falta le hace: un secretariado permanente. La noción de que una región con 650 millones de habitantes no estaría en condiciones de financiar algo así es insostenible. La Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, ejemplo de una entidad regional exitosa, que se ha posicionado como un interlocutor válido ante las grandes potencias, dio un salto cualitativo cuando estableció su secretariado en Singapur, otorgando enorme peso internacional a los países del sudeste asiático que lo integran.

Y mientras que, debido a su mayor tamaño, en países como Argentina, Brasil y México, “la cuestión nacional” ha absorbido parte no menor de las tareas políticas e intelectuales, Chile, debido a su menor tamaño y temprana creación de un “Estado en forma”, se ha podido dedicar más a “pensar la región” y a aportar a su estructuración, al menos en ciertos momentos clave de su historia, sobre todo a mediados del siglo XX.

Fue así que se dieron iniciativas como la creación de la Cepal, hasta hoy con su sede en Santiago; del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con su presidente fundador Felipe Herrera; y el establecimiento en Santiago de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), hoy en numerosos países de la región. Tal vez ha llegado la hora de que Chile tome la iniciativa y proponga formalmente la creación de un secretariado para la Celac. Ello institucionalizaría una entidad que necesita continuidad y conducción, y haría una enorme diferencia en la eterna e inacabada construcción de nuestra América.

Por Jorge Heine, profesor de RR.II., Universidad de Boston

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