Columna de Rodrigo Montero: Una verdad incómoda

TERCERA EDAD - Foto RAUL LORCA


Durante mi paso (muy entretenido y movido, dicho sea de paso) por la Dirección de Presupuestos (Dipres) un gran economista y muy buen amigo siempre me decía: “En discusiones complejas alguien tiene que señalar the elephant in the room”. Por cierto, no siempre es fácil hacerlo, puesto que a veces se refiere a verdades que resultan un poco incómodas, por decir lo menos. Pero a propósito del intenso debate que se está llevando a cabo en el contexto de la reforma al sistema de pensiones, me parece importante señalar el elefante que hay en la habitación –una verdad evidente pero que es ignorada o pasa inadvertida–.

Un aspecto, crítico diría yo, para una profunda, integral y exitosa reforma al sistema de pensiones de nuestro país, y que sea sostenible en el tiempo, guarda relación con la edad de jubilación, tema que está tomando fuerza en países europeos. Como sabemos, actualmente en Chile los hombres se jubilan a los 65 años de edad, mientras que las mujeres lo hacen a los 60 años; curioso que una brecha de esta naturaleza persista a pesar de los modernos tiempos que estamos viviendo. Pero claro una cosa sería emparejar la edad de jubilación –necesario a mi parecer–, es decir, llevar la edad de jubilación de las mujeres a los 65 años, pero otra cosa sería elevar, además, ambas edades de jubilación, por ejemplo, hasta los 70 años (con gradualidad, sin duda, concepto que está bastante en boga hoy en día).

Pero esto por sí solo no bastaría para resolver el complejo panorama en pensiones que hoy nos apremia, puesto que lo que tiene que ocurrir en paralelo es que las personas logren mantenerse empleadas, y eso, al parecer, estaría siendo cada vez más difícil en vista de los cambios que está experimentando el mercado laboral. Por eso, no basta simplemente con subir la edad de jubilación, sino que también se requiere implementar políticas que fomenten la empleabilidad de las personas a medida que envejecen (¿un subsidio a la contratación? Puede ser).

Finalmente, es relevante también reconocer los beneficios asociados a mantenerse activos en el mercado laboral a medida que envejecemos. En una reciente investigación Nikolov y Hossain (Do Pension Benefits Accelerate Cognitive Decline? Evidence from Rural China, 2022, IZA Institute of Labor Economics) presentan evidencia acerca de la existencia de efectos adversos sobre el funcionamiento cognitivo entre las personas de más edad relacionados con el acceso a beneficios de pensión (existe evidencia en la misma línea para países europeos y EE.UU.). En otras palabras, el retiro o la jubilación, como usted prefiera, provocaría una disminución de la actividad mental que atrofiaría las habilidades cognitivas de las personas. De hecho, la investigación muestra que el efecto negativo se produce sobre una medida cognitiva que está vinculada con la aparición de la demencia. Más aún, hay evidencia que muestra que los déficits cognitivos leves en las personas de más edad generan una pérdida de calidad de vida y tienen efectos perjudiciales sobre el bienestar.

Aquí está el elefante en la habitación, ¡qué duda cabe!

Por Rodrigo Montero, decano de la Facultad de Administración y Negocios, Universidad Autónoma

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.