Concertación política regional: Chile y la Celac



Por Boris Yopo, sociólogo, analista Internacional, y exembajador

Hoy, varios países de la región, entre ellos Argentina, Chile y México, ante la crisis o irrelevancia que enfrentan otros mecanismos de concertación política regional, han vuelto a relevar el papel que puede jugar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) en la resolución de los problemas más acuciantes que enfrenta nuestra región.

Este foro intergubernamental reúne a todos los países del hemisferio con excepción de Estados Unidos y Canadá, y forma parte del largo proceso de diálogo y concertación política que se inició en la década de los ochenta del siglo pasado, a partir de la consolidación de la democracia en nuestro continente. Sin embargo, con frecuencia los medios de prensa y la opinión pública se preguntan por la utilidad práctica que tienen estos foros en el avance y resolución de aquellas materias que más preocupan en nuestra región. Y si bien se trata de una preocupación legítima, es necesario poner en perspectiva qué puede esperarse de estos foros y reuniones de líderes, y que aportes pueden hacer países como el nuestro para mejorar la eficacia de mecanismos como la Celac.

Un activo importante de estos encuentros son las reuniones colectivas y bilaterales entre presidentes, pues es a menudo en citas como éstas donde se destraban asuntos de interés común; estos encuentros permiten también concordar posiciones que la región llevará después a otros foros internacionales; y también organismos como la Celac permiten una interlocución con otros bloques regionales, y así ha habido encuentros en el pasado, con la Unión Europea y con China. También mecanismos como la Celac pueden ser “facilitadores” para ayudar a la resolución de un conflicto, cuando así lo solicite uno o más gobiernos, y hace unos años, por ejemplo, el Consejo de Seguridad de la ONU solicitó la participación de la Celac con observadores en el proceso de verificación de la paz en Colombia.

Ahora, un problema que presentan todos los mecanismos de integración y concertación regionales es que a mayor representatividad (cantidad de participantes) más difícil es consensuar agendas y definir planes específicos de acción que permitan resultados tangibles frente a las opiniones públicas de los diversos países. Esto se ve agudizado, además, por las divergencias ideológicas existentes a nivel regional. En este contexto, cobra creciente vigencia la política de “convergencia en la diversidad” que en su momento planteó el gobierno de la ex Presidenta Bachelet, y que constituye una formulación actualizada de una larga tradición en nuestra política exterior, de entender el rol de nuestro país como un “articulador y constructor de puentes” en la búsqueda de posiciones comunes, frente a una realidad regional políticamente fragmentada, donde antiguas disputas ideológicas sólo dañan las perspectivas de integración y desarrollo democráticos.

Nuestra región no debe permitir la reedición de antiguas disputas y conflictos que sólo nos distraen de los grandes desafíos que enfrenta América Latina en este convulsionado siglo XXI. Por otra parte, sin embargo, sí se puede demandar una acción más eficaz de organizaciones regionales como la Celac, y es importante que nuestro país insista en estos foros, sobre la necesidad de planes de acción viables y realistas en el tiempo, con objetivos acotados que permitan evaluar el impacto real de ciertos acuerdos alcanzados, en la vida cotidiana de la gente. Y el desafío ahora es aún mayor, considerando el complejo escenario económico que se visualiza para el próximo tiempo.

Temas como el combate al hambre y la pobreza, las pandemias, el narcotráfico, necesidad de un manejo concertado de los desafíos que trae la inmigración irregular, el crimen organizado, o la interlocución con los grandes polos de poder a nivel global, son algunas de las materias prioritarias donde la Celac debiese concentrar sus esfuerzos hoy. Porque no hay que engañarse, los problemas multidimensionales y transfronterizos requieren de la cooperación entre países para poder ser abordados efectivamente, y tener una voz y ser escuchados en el mundo hoy, cuando no se es una superpotencia, también.

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