Opinión

Cultivar la integridad académica en tiempos de algoritmos

Por qué los principales investigadores de Inteligencia Artificial abandonaron OpenAI, Meta y Google Foto: EuropaPress

Vivimos rodeados de plataformas de inteligencia artificial (IA) que leen libros en segundos, escriben poemas como Gabriela Mistral o resuelven ecuaciones como Baldor. El debate es profundo: si antes el riesgo era el plagio, hoy el desafío es educar en valores cuando la tecnología ofrece atajos tan seductores como invisibles.

En las aulas, muchos docentes se enfrentan a trabajos generados íntegramente por IA, mientras algunos estudiantes temen que su propio esfuerzo sea confundido con el de una máquina. Surge así una pregunta inquietante: ¿podría esta irrupción generar desconfianza en los títulos universitarios?

Prohibir la IA parece una solución simple, pero es inviable. Esta tecnología ya forma parte de la vida cotidiana: los estudiantes la usan para estudiar, cocinar o pedir consejos. Ignorar esa realidad sería como enseñar sin hablar su idioma.

La misión no es prohibir, sino aprender a convivir con la IA sin renunciar a la honestidad ni a la curiosidad intelectual. La integridad académica no se reduce a sanciones, sino que implica compromiso con la búsqueda genuina del conocimiento y la confianza que sustenta la vida universitaria.

El problema no es ChatGPT ni Copilot, sino el modo de usarlos. Urge avanzar en tres frentes: actualizar los códigos de integridad para incluir la IA; formar a docentes y estudiantes en su uso ético y transparente; y rediseñar las evaluaciones para valorar la reflexión, la creatividad y la aplicación práctica.

La integridad académica siempre ha sido la base de la excelencia. Frente a la IA, lo que cambia no es su importancia, sino la forma de cultivarla. En este Día de la Integridad Académica, la invitación es clara: usar la inteligencia artificial no como un atajo, sino como un estímulo para fortalecer el aprendizaje.

Por Daniela Avello, profesora asistente, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigadora en Integridad Académica y Educación Médica, y Catalina Becker, dirección académica de la Vicerrectoría Académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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