Algunos dirán que es una institución antigua, que le cuesta adaptarse a los tiempos, pero en algo ninguna otra organización humana logra superarla: la capacidad de generar tensión y misterio, y de mantener expectantes como pocos no sólo a los 1,4 mil millones de fieles católicos del mundo, sino a varios millones más de habitantes del planeta. Ni siquiera Cónclave, la película, cuyo extraordinario timing la convirtió en fenómeno de público, logró superar la expectación que se vivió el jueves en la Plaza San Pedro.

Una expectación que por lejos superó la de 2005, 20 años atrás, cuando fue elegido Joseph Ratzinger como Benedicto XVI y, en parte, también la de 2013, cuando desde la logia de la Basílica de San Pedro apareció el argentino Jorge Mario Bergoglio, porque esta vez las divisiones entre los cardenales eran abiertas, las declaraciones contra el Papa fallecido, duras, y la diversidad del Colegio de Cardenales, única. Cualquier cosa podía pasar, un cónclave de sorpresas, decían, uno que no sería corto.

Sin embargo, en forma imprevista, cuando todos aseguraban que los 89 votos necesarios no se lograrían antes del viernes y a una hora donde nadie pensaba que saldría fumata, pasadas las 18.00 de Roma el humo empezó a salir, abundante, blanco, claro. Nada de dudas esta vez, como pasó hace 20 años. Había Papa y los romanos, como si de un evento mágico se tratara, corrieron emocionados hacia la plaza. “Yo tenía misa a esa hora, pero la iglesia se vació”, decía un sacerdote francés.

Para los católicos, el Espíritu Santo juega su parte en todo eso, pero como decía Ratzinger, a veces hay que dejarlo tranquilo, porque es claro que en la elección de algunos Papas se tomó libre. Esto es política y los cardenales mostraron que saben jugar ese juego. Hallaron un candidato que parece sintetizar todo lo que buscaban. Uno que no viene de Kabul, al contrario, habla siete idiomas, es peruano de adopción y de sangre estadounidenses. Y eso, en tiempos de Trump, no es menor.

Por Juan Paulo Iglesias, editor de Opinión de La Tercera y enviado especial a Roma.