Opinión

El Paseo Bandera debe seguir siendo peatonal

El Paseo Bandera debe seguir siendo peatonal Andres Perez Andres Perez

En los últimos años, las ciudades de todo el mundo han apostado por devolver espacio al peatón como una forma de recuperar la calidad de vida urbana, mejorar el medioambiente y fomentar modos de transporte sustentables. Santiago no ha sido ajeno a esta tendencia, y una de las iniciativas más emblemáticas ha sido la transformación de la calle Bandera en un paseo peatonal. Lo que comenzó como un proyecto temporal durante la construcción de la Línea 3 del Metro, se consolidó como una intervención urbana reconocida y valorada por la ciudadanía. Sin embargo, han surgido voces que plantean la posibilidad de reabrir esta vía al tránsito vehicular.

El Paseo Bandera no debe reabrirse al tránsito vehicular. Esta calle del centro de Santiago fue un símbolo del urbanismo moderno, una recuperación exitosa del espacio público que transformó una calle sombría en un paseo vivo, caminable, diverso, artístico y comercialmente dinámico. Demostró que es posible mejorar la ciudad devolviendo protagonismo al peatón.

La mantención del Paseo Bandera como eje peatonal es coherente con los objetivos de política pública en transporte y urbanismo. El Ministerio de Transportes ha promovido estrategias de movilidad sustentable y las municipalidades han impulsado zonas de tráfico calmado. Abrir Bandera a los vehículos sería contradictorio con estas metas.

Desde el punto de vista de la red vial del centro de Santiago, la calle Bandera no cumple un rol estructurante. Existen ejes paralelos y perpendiculares alternativos para el flujo vehicular, como Morandé, San Antonio o Amunátegui. Bandera, al ubicarse entre estos corredores, puede ser considerada una vía secundaria. Su cierre al tránsito no ha generado congestión significativa ni ha sido identificado como un cuello de botella. Reabrirla al tránsito no aportaría beneficios significativos en términos de la congestión, pero sí significaría perder uno de los pocos espacios caminables del centro de Santiago.

Uno de los argumentos recientes para reabrir Bandera es el supuesto deterioro: que hoy funciona como baño público, punto de venta de drogas o refugio de personas en situación de calle. Pero estos problemas no son producto de la peatonalización, sino de la falta de presencia institucional, de fiscalización y de mantención. La inseguridad no se combate con vehículos; se enfrenta con limpieza, iluminación, cultura, comercio activo y respeto al espacio común. Llevar vehículos a Bandera no eliminará esos problemas.

También se argumenta que su reapertura permitiría el paso del transporte público, por la escasez de cruces norte-sur. Pero Bandera nunca fue un eje estructurante para buses. Además, los pasajeros también son peatones, por lo cual un entorno agradable, bien diseñado, seguro y limpio mejora su experiencia de viaje. Autorizar buses sería, además, el primer paso hacia una presión inevitable para permitir taxis, autos de aplicación y vehículos particulares.

La ciudadanía valoró positivamente el Paseo Bandera, haciéndolo parte del paisaje urbano y ganó legitimidad como espacio público. Cambiar su condición sería percibido como una medida regresiva, sin justificación técnica ni demanda ciudadana explícita. Las transformaciones urbanas exitosas son aquellas que generan apropiación social; revertirlas daña la confianza en la planificación urbana.

Por Rodrigo Fernández, profesor titular, Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, U. de los Andes

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