Opinión

Ideologizados, elitistas y metropolitanizados

Sebastián Cisternas/ Aton Chile SEBASTIAN CISTERNAS/ ATON CHILE

Casi unánimemente se ha sostenido que la reciente segunda vuelta en que triunfó José Antonio Kast es la peor derrota histórica para la centroizquierda. Si bien esta afirmación es correcta si se consideran las presidenciales desde 1989 hasta 2025, está lejos de constituirse en el desastre electoral más traumático para este sector político, que corresponde, más bien, al rechazo de la propuesta constitucional en el plebiscito de 2022. Fue en ese contexto en que la izquierda hizo todo mal, partiendo por un diagnóstico equivocado sugerido, años antes, por una elite intelectual que en las elecciones de 2013 llamó a marcar “AC” (Asamblea Constituyente) en el voto. La clase política, en medio del estallido social de 2019, y en el afán de camuflar su responsabilidad en la crisis institucional, puso a la Constitución como el texto maldito que inspiraba los abusos, la desigualdad, y la desconfianza. Equivocadamente, pensó que ofrecer una nueva carta fundamental frenaría la violencia en las calles, cosa que recién ocurrió con la pandemia por Covid-19.

Por tanto, la primera cuestión que la izquierda debe entender es que la Constitución se reforma, pero no se cambia. La lección, creo, está aprendida, pues esta izquierda que legítimamente avanzó hacia el sueño constitucional terminó despertando en medio de una verdadera pesadilla, cuyo punto cúlmine será la entrega de la banda presidencial al líder de la derecha radical. El exceso de ideología, entonces, resultó ser tóxico y dañino.

La segunda dimensión clave es entender que la regla del voto obligatorio los insta a modificar sus estrategias políticas. Desde el púlpito es muy fácil hablarles a electores politizados que forman parte de la tribu. Lo difícil es conquistar a ciudadanos que ven en la política un fin práctico más que una consigna ideológica. ¿Por qué Parisi fue competitivo frente a Jara en los segmentos populares? Simple. Parisi aumentó significativamente sus apoyos en estos municipios porque fue ahí en que se registró un mayor ingreso de nuevos votantes, más pobres, con menor educación, sin identificación política, y que en 2021 prefirieron quedarse en casa que salir a votar. Es cierto. A ese elector no se llega mediante ideas hermosamente elaboradas desde arriba, sino que desde propuestas muy específicas vinculadas al bolsillo. Esto puede sonar casi como un insulto para quienes se dedican a la noble tarea intelectual, pero es eso lo que ha tumbado electoralmente a la izquierda. Los nuevos electores no leen sus columnas ni sus estudios. Más bien, se informan por plataformas de distintas redes sociales, buscando el mensaje corto y directo. ¿Es una buena forma de hacer política? No lo sé, pero es la que existe.

La tercera dimensión que la izquierda debe abordar es que Santiago no es Chile. En la segunda vuelta de 2021 Boric le sacó 20 puntos de ventaja a Kast en la Región Metropolitana, pero fue derrotado en cinco regiones. Jara perdió en todo el país, pero la diferencia mínima la consiguió en la RM. Algo pasa en regiones con la izquierda. Probablemente, su metropolitanización tenga que ver con lo que decía más arriba. Es decir, que tanta ideología hace que la elite de izquierda, en lugar de hablarle a distintos públicos, termina por homogeneizarse, en circunstancias de que la composición socioeconómica y sociocultural de las regiones invita a construir una elite mucho más diversa y heterogénea.

Por Mauricio Morales, académico Universidad de Talca

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