Opinión

Kast necesita una coalición

Mario Téllez / La Tercera MARIO TELLEZ

La improvisación parece totalmente ajena al estilo de liderazgo del presidente electo. Por eso es difícil entender la nebulosa en que ha decidido dejar la cuestión de formar o no una coalición de gobierno con quienes lo apoyaron en la segunda vuelta. Lo que se ha hecho público por ahora es que, en una reunión con los presidentes de esos partidos, les habría transmitido su intención de un gobierno de unidad, sin exigirles una coalición. ¿Será sostenible?

El triunfo de fuerzas nuevas en las dos últimas contiendas presidenciales ha generado una lógica propia de los gobiernos parlamentarios; esto es, definir las coaliciones de gobierno después de las elecciones ante la constatación de dos hechos esenciales: la falta de cuadros para llenar el Estado y la insuficiente representación parlamentaria. Boric lo resolvió siendo claro respecto de la necesidad de una alianza e inicialmente restrictivo sobre el rol que sus nuevos socios tendrían (¿recuerdan los anillos de poder?). Kast va por el camino inverso, ofreciendo menos formalidad pero más horizontalidad. Boric entendió que la sociedad tenía que ser en igualdad de condiciones. Tuvo la coalición más disfuncional de las últimas décadas, pero su mandato hubiera sido infinitamente más difícil con el Socialismo Democrático como oposición. Kast está a tiempo de entenderlo.

La solidez de su triunfo, el amplio consenso político y social respecto de los problemas que debe priorizar, la confianza en sus ideas para solucionarlos y la facilidad con que Chile Vamos se ha allanado a cooperar, posiblemente lo han llevado a pensar que la unidad de propósito permite prescindir de una articulación política robusta y negociada con el resto de la derecha, particularmente con RN y la UDI. Quizás prefiere lidiar con la amenaza de perder apoyos en la centroderecha que con los reclamos de su tribu. Pero, como sea, el modelo que insinúa el presidente electo parece más adecuado para La Moneda chica que para la real. No va a ser suficiente un esquema de colaboración; necesita uno de compromiso que, con todos los defectos que pueda tener, le permitirá procesar una mayor proporción de conflicto internamente, llegar a acuerdos más sólidos y negociar con un mayor número de parlamentarios. La pregunta no es si la coalición va a funcionar bien o mal, sino qué tan bien puede funcionar su gobierno sin una.

De alguna manera Kast está repitiendo algunos errores de Piñera en su primer gobierno, en cuanto a que su foco en la administración y las políticas públicas no tiene correlato con la atención a la política. Como escribió Maquiavelo, la fortuna vuelve sus ímpetus donde sabe que no se han construido los diques para contenerla. El clima de unidad postelectoral de la derecha difícilmente resistirá los ímpetus de la baja aprobación pública, los errores, el descontento por los nombramientos y las agendas propias, entre varios problemas de los que ningún gobierno puede escapar. El dique es la coalición.

Por Rafael Sousa, Socio en ICC Crisis, Profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP

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