La paradoja del legado presidencial



Por Damián Trivelli, sociólogo

A medida que los gobiernos se acercan al final de su período, comienzan a proyectar lo que será su legado. Cabe preguntarse si el Presidente puede construir el suyo teniendo los actuales niveles de desaprobación y habiéndose desdibujado lo que era su programa de gobierno. Al parecer, en La Moneda estarían convencidos de que sí, ya que, según diversos medios de comunicación, ya estarían implementando un plan sustentado en cuatro ejes.

El primero de ellos sería posicionar el rol del Presidente en el proceso constituyente, como aquel que fue capaz de haber conducido por una vía democrática e institucional el estallido social. Sin embargo, su principal problema es que, independientemente de cual fue o no su rol tras bambalina, simplemente no estuvo en la foto de la firma del “Acuerdo por la Paz y una nueva Constitución”. Y no solo eso, sino que, por efectos de la pandemia, tampoco estará cuando termine el proceso y será otro Presidente o Presidenta quien firme la nueva Constitución.

El segundo guarda relación con el manejo de la pandemia y, en especial, el exitoso proceso de vacunación reconocido a nivel mundial. El problema de este punto, más allá de las cifras de contagio que actualmente tenemos, es que aun cuando Chile logre vacunar y generar el efecto rebaño, esto no constituirá un legado. Porque los legados no son necesariamente buenas gestiones, sino que son aquellas acciones o políticas significantes que se dejan o transmiten (sean material o inmaterial) a los sucesores.

En ese mismo sentido, el objetivo y la necesidad de reactivar la economía, crecer y generar empleo de cara al segundo semestre del año, tampoco permitirá generar recuerdo histórico; no solo porque las cifras seguramente solo darán cuenta de “brotes verdes”, sino principalmente porque los discursos economicistas no sirven para generar vinculación ciudadana y desde ahí construir un sentido de trascendencia.

Si bien los puntos expuestos podrían influir en una mejora en la evaluación pública del Mandatario, pareciera no ser suficiente para sustentar su legado. Sin embargo, todavía le queda una posibilidad, pero es desde un ámbito más simbólico.

El Presidente Piñera ya cuenta con un hito histórico: el haber sido el primer Presidente de derecha después de la dictadura. Hoy, producto de un escenario electoral incierto, donde la oposición pareciera ser incapaz de actuar de manera unida, Sebastián Piñera tiene la posibilidad de ser el primer Presidente de derecha en más de 100 años en entregarle democráticamente la banda presidencial alguien de su mismo sector.

La paradoja de este legado es que, dado los actuales niveles de aprobación presidencial, su viabilidad exige que el Presidente disminuya su protagonismo y abra espacios para que los candidatos de su sector puedan promover medidas que sean acogidas por su gobierno. De lo contrario, los candidatos tendrán los incentivos para desmarcarse o, incluso, convertirse en opositores de su propia administración, como ya está empezando a suceder. El Presidente tiene la posibilidad de superar el Piñerismo entregando protagonismos a otros, para constituirse, desde un resultado electoral, en un referente histórico de la derecha en el tiempo.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.