Libertad en tiempos de cólera



Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho Universidad de Chile

El escritor Gabriel García Márquez siempre exhibió cierta fascinación por las plagas. De allí que en un aniversario de su fallecimiento su hijo comentara que para él las epidemias eran un recordatorio de nuestro destino personal. “A pesar de las precauciones, la atención médica, la edad o la riqueza, cualquiera puede sacar el número perdedor”.

Ahora que la pandemia nos ofrece un pequeño respiro -la positividad total en Chile no supera el 2%- es hora de reflexionar sin perder de vista que esta es una maratón y no una carrera corta. Ello, porque tras periodos de alivio el virus reaparece y embiste nuevamente. Creer que superamos la pandemia sería cerrar los ojos a la realidad, del mismo modo que lo sería no reconocer que Chile avanzó notablemente en su control.

Sin embargo, no todos son capaces de aceptar esto último. Se resisten a conceder que el virus nos acompañará por un tiempo y tendremos que aprender a vivir con él. Se trata de neófitos epidemiólogos y activistas que buscaron siempre cuestionar las estrategias gubernamentales apelando al lenguaje -“hibernación”, “corto circuitos”, etc.- para construir realidades paralelas y propiciar lo que el sicólogo Daniel Goleman denominó “pandemia del miedo”.

Pero ya no caben dudas. Chile ha sido exitoso al enfrentar la pandemia, tanto en el primer año habilitando la infraestructura requerida ante una amenaza desconocida, como, en este segundo año, ejecutando una campaña de vacunación única en el mundo, con más del 80% de la población objetivo inoculada. Es más, Chile siguiendo el ejemplo de Israel implementará una dosis de refuerzo.

Lo alcanzado es una gesta mayor. Por lo mismo es hora de contrastar los resultados con las apocalípticas proyecciones fracasadas. Es el momento de confrontar la eficacia de medidas como la vacunación masiva de la población con la ineficiencia de las restricciones de libertad que con entusiasmo algunos impulsaban.

Días atrás, el profesor de Stanford y Premio Nobel Michael Levitt advirtió algo que es cada vez más evidente: cuarentenas y confinamientos no se correlacionan con la disminución de casos. El ejemplo del Reino Unido es revelador. Muchos temían que al levantarse las restricciones, se registraría un inédito incremento de casos, en especial con la prevalencia de la variante Delta. Contrariamente, los casos comenzaron a disminuir. Más aún, si bien el número de casos este invierno superó al año anterior, la letalidad fue menos de 10% de aquel. En palabras sencillas, la evidencia no respalda que medidas extremas de restricción de libertad funcionen, pero sí avala que las vacunas funcionan. Los nuevos casos y variantes son principalmente una amenaza para las personas no vacunadas. No cabe duda entonces que el esfuerzo y acierto del gobierno de Chile deben ser reconocidos sin mezquindades.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.