Los desafíos y sugerencias al nuevo equipo económico



Por Carlos J. García, Ph.D. en Economía, University of California (LA), EE.UU. Académico FEN-UAH

El principal desafío del nuevo equipo económico no es solo llevar adelantes sus reformas prometidas, sino también cómo hacerlo en las actuales condiciones. En un escenario de crecimiento sostenido, baja inflación y pleno empleo, todo es posible: políticas más expansivas, aumentos de impuestos, etc. En cambio, el nuevo gobierno se encontrará con un escenario realmente adverso.

En efecto, la economista jefa del FMI, Gita Gopinath, adelantó en estos días que la economía mundial lidiará este 2022 con interrupciones de los suministros, más inflación, deuda récord e incertidumbre. Así, el menor crecimiento que está experimentando China ocasionó que el mundo reduzca su crecimiento esperado de un plumazo de 5% a 4,5% para este año. Peor aún, nada indica que las expectativas podrían mejorar en la medida que avance el 2022. Por el contrario, la incertidumbre geopolítica y una política monetaria y fiscal menos expansiva en los EE. UU. puede barrer con las bolsas mundiales y con ello tendremos peores cifras de crecimiento mundial.

Adicional y paradójicamente, el futuro ministro de Hacienda, Mario Marcel, deberá enfrentar un poco de su propia cosecha: un Banco Central con un único objetivo, que es frenar la inflación con aumentos sostenidos en la tasa de interés.

En consecuencia, ¿bastará con solo subir impuestos para financiar las reformas sociales del nuevo gobierno, o simplemente se deberán olvidar las reformas por un rato, para reducir la deuda pública y la inflación? ¿O será un hibrido solo un poco mejor mejor y ya conocido por todos: avanzar dentro de lo posible, es decir, reformas muy moderadas en salud y previsión con relación a las propuestas?

Yo sugeriría al nuevo gobierno un camino diferente: realizar fuertes inversiones públicas para asegurar el destino de las reformas sociales, logrando simultáneamente no solo más crecimiento sino también controlar la inflación. En efecto, la inversión pública no solo es más gasto sino también más capacidad productiva para el futuro. En el pasado hay muchos ejemplos en que el Estado puso la primera piedra para desarrollar mercados e instituciones que promovieron el crecimiento no solo en los países nórdicos –ejemplos típicos– sino también en campeones del capitalismo moderno, como los EE. UU. e Inglaterra, y en economías emergentes como China e India.

En mi opinión, las inversiones requeridas son al menos las siguientes. Primero, impulsar el capital humano, para producir una revolución educativa orientada hacia las nuevas tecnologías y que permitan buscar soluciones imaginativas para enfrentar entre otros desafíos el cambio climático, la robotización, las secuelas de la pandemia, etc. Segundo, inversión en infraestructura para que nuestra economía siga siendo competitiva en los mercados internacionales (puertos, carreteras, embalses, nuevas energías, etc.).

Es bueno para Chile sacudirse de algunas ortodoxias pasadas, aprender de experiencias exitosas concretas, sin prejuicios, y así fomentar el trabajo conjunto del Estado con los mercados para lograr las reformas sociales que necesita el país.

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