Opinión

No lo vimos venir

Santiago, 16 de noviembre 2025. El candidato presidencial, Franco Parisi, realiza un discurso durante el conteo de votos. Sebastian Nanco/Aton Chile SEBASTIAN NANCO/ATON CHILE

La prensa hablaba del triple empate; los análisis, del avance de Kaiser al que calificaban como la sorpresa de esta elección y crecía la inquietud acerca de si el libertario podría ser el candidato opositor que llegara a la segunda vuelta. Nada de ello tenía correlato en la realidad, el domingo en la noche nos encontramos con el fenómeno Parisi, llegando en tercer lugar, a menos de cuatro puntos de Kast y con dos millones y medio de votos. Como si eso fuera poco, su lista parlamentaria obtenía catorce diputados, uno más que Renovación Nacional y se posicionaba como el segundo partido más votado, después de Republicano.

Hace cuatro años Parisi relegó al cuarto puesto la candidatura de Chile Vamos, de manera que es evidente que no estamos frente a una situación puntual, a un candidato que, como muchos, sorprende en una elección y luego desaparece. En muchos sentidos, nuestro país ha tendido a asimilarse con América Latina: el incremento de la criminalidad, un sistema político disfuncional y una economía estructuralmente frenada, incapaz de generar oportunidades de progreso a las nuevas generaciones.

En esa lista de características propias de nuestro subcontinente el populismo ocupa un lugar importante, era iluso pensar que, si habíamos incorporado todos los otros elementos, permaneceríamos inmunes a este. Hace veinte años que ningún sector político se ha reelegido para el período inmediatamente siguiente, siempre ha ganado la alternativa opositora y esta, al parecer, tampoco será la excepción.

Estamos atrapados en un círculo vicioso configurado por tres elementos: expectativas, frustración y cambio. Hasta ahora, salvado el precipicio de la propuesta de la Convención Constitucional, este ciclo se ha concretado en una alternancia sistémica, aunque con opciones cada vez más hacia la izquierda y a la derecha. El llamado de atención que nos hace la candidatura de Parisi es que estamos progresivamente más cerca de encontrarnos con una elección en que la gente ya no opte por una alternativa dentro del sistema, sino por la extrasistémica que encarne un populismo cada vez más competitivo.

La invisibilidad que exhibió Parisi en esta campaña es políticamente aterradora. Si le hubiera sacado apenas dos puntos a José Antonio Kast habría pasado a segunda vuelta y sería, casi con certeza, el próximo Presidente de Chile. ¿Por qué no lo vimos venir? Probablemente, por muchas razones, pero en el fondo es porque la sociedad actual ha evolucionado en una dirección en que estamos cada vez más integrados con el estilo de vida de otros continentes y más aislados de quienes habitan a pocos kilómetros en otras comunas o regiones.

Contra el populismo el único antídoto son instituciones fuertes, que el sistema electoral vigente deterioró gravemente y que la crisis del Poder Judicial debilita con una gravedad difícil de proyectar en su real profundidad. Pero dos cosas están claras: el populismo ya tocó a nuestra puerta y, como tantos otros males que nos aquejan, éste tampoco lo vimos venir.

Por Gonzalo Cordero, abogado

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