
Política fiscal: ¿el vaso medio lleno o medio vacío?

Sin duda, 2024 fue un año complicado para la credibilidad de la política fiscal, concretamente en lo referente al cálculo de los ingresos fiscales, lo que provocó que no se cumpliera la meta fiscal. Chile trata de aplicar una regla fiscal que vincule el gasto con los ingresos fiscales a largo plazo. La lógica del traspié es fácil de explicar y se parece a lo que podría ocurrirle a un hogar: se hicieron planes de gastos suponiendo unos ingresos determinados, que lamentablemente estuvieron por debajo de lo esperado. Al igual que le ocurriría a un hogar con acceso al endeudamiento, el gasto, con correcciones, tuvo que financiarse con deuda.
Supongo que fue un revés doloroso para el ministro Marcel, uno de los creadores de la regla fiscal junto con la meta de inflación del Banco Central de Chile, que han permitido la estabilización macroeconómica del país en las últimas décadas. En este sentido, el gobierno ha actuado en varios frentes para cumplir el objetivo fiscal en 2025, dando señales inequívocas de responsabilidad en este asunto. Se han realizado correcciones en los procesos de cálculo de los ingresos fiscales esperados para este año —conocidos técnicamente como ingresos estructurales— y se ha solicitado asesoramiento al FMI para mejorar esos cálculos de ahora en adelante.
Por otro lado, a pesar de la incertidumbre internacional generada por Trump, se han mantenido las previsiones sobre el PIB tendencial y el precio esperado del cobre que se utilizan como base para calcular los ingresos fiscales estructurales. Además, la evolución de la economía ha sido ligeramente mejor de lo esperado, situación que el propio gobierno ha reconocido al señalar que el año fiscal ha estado marcado por cifras favorables. Según los datos de Dipres, entre enero y mayo los ingresos fiscales aumentaron un 5,8% en términos reales con respecto al mismo período del año anterior, mientras que el crecimiento real de los ingresos tributarios rondó el 10%. Estos resultados no solo son fruto de una mejor economía, sino también de las cifras positivas que han generado los cambios legislativos recientes dirigidos a recaudar más, como la implementación del Royalty y la Ley de Cumplimiento Tributario.
Todos estos indicadores y correcciones de la autoridad fiscal indican que, para 2025, vamos camino de cumplir el objetivo de un déficit del 1,8%. El gobierno ha dado los pasos necesarios para cumplirlo, pero, como en el caso de un hogar explicado anteriormente, se entiende que siempre pueden surgir imprevistos, o shocks, como suelen decir los economistas, que podrían cambiar el escenario, por ejemplo, otras noticias del volátil contexto internacional. Hasta el momento, la economía chilena parece estar asentándose, con altibajos, en su trayectoria a largo plazo. Sumado a todos los antecedentes mencionados anteriormente, esto indicaría que este año se habría restaurado la credibilidad de la política fiscal tras el tropiezo del año pasado.
Lo que ocurra en 2026 es harina de otro costal, ya que habrá un nuevo gobierno y, por tanto, un nuevo ministro de Hacienda con su propio equipo. Sea quien sea, les sugiero que dejen de lado los recortes draconianos en el gasto público y aumenten los ingresos estructurales del Estado, no solo para garantizar el cumplimiento de la regla fiscal en los próximos años y reducir la deuda pública, sino también para tener un Estado moderno.
Por Carlos J. García, profesor asociado, Facultad de Economía y Negocios y CiPP UAH
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