Opinión

Políticas de la mirada, como procesan los votantes las imágenes de los candidatos

En un tiempo donde la política se despliega en plataformas cabe comprender cómo la ciudadanía percibe visualmente a sus figuras públicas y la mediatización de sus discursos. Con esta premisa, desde el Laboratorio de Investigación en Espacio, Visualidad e Imagen (LIEVI), realizamos un estudio -UBB- de tipo mixto, descriptivo y transversal que combina tecnologías de seguimiento ocular (eye tracking) con el método cualitativo de verbalización retrospectiva (Retrospective Think Aloud, RTA). El objetivo fue observar cómo personas independientes —sin afiliación política declarada— procesan visual y emocionalmente las imágenes de tres figuras presidenciales chilenas: Evelyn Matthei, Carolina Tohá y Gonzalo Winter.

La muestra estuvo compuesta por 75 personas, entre 18 y 60 años, residentes en las regiones del Biobío, Ñuble y Maule. Cada participante fue expuesto a nueve imágenes auténticas —tres por cada figura—, todas tomadas directamente de sus perfiles oficiales en la red social X (antes Twitter), sin edición ni alteraciones. Se priorizó que las fotografías presentaran el rostro visible, en diferentes contextos emocionales y encuadres, con elementos propios del lenguaje político digital. Los resultados del análisis ocular muestran diferencias notables. EvelynMatthei fue quien obtuvo los mejores indicadores visuales: su rostro captó la primera fijación en un promedio de 300 milisegundos, logró una duración acumulada de fijación de 1800 ms y concentró un promedio de 12 visitas por imagen. Estos tres indicadores resultan claves: cuanto más rápido se posa la mirada, más efectivo es el estímulo; cuanto más se mantiene, mayor es el interés; y cuanto más se regresa, más memorabilidad genera.

Carolina Tohá, por su parte, atrajo la primera mirada con algo más de demora (420 ms) y alcanzó una duración de fijación de 1300 ms, con un promedio de 9 visitas. En su caso, las métricas indican una atención más dispersa pero sostenida. La mirada ciudadana exploró otros elementos de la imagen como el fondo, el cielo, banderas y detalles gráficos, lo que sugiere una lectura visual más compleja y menos centrada en el rostro. El diseño fotográfico, con cielos abiertos y marcos institucionales, fue percibido en el RTA como más distante, menos íntimo.

En el caso de Gonzalo Winter, la imagen presentó un fenómeno inverso: fue el último en captar la primera fijación (720 ms), logró una duración acumulada de 700 ms y fue revisitado en promedio solo cuatro veces por imagen. Las razones, según se infiere del análisis combinado de los datos visuales y las verbalizaciones, se vinculan a una menor centralidad del rostro, imágenes más saturadas y fondos con Múltiples elementos humanos o simbólicos que diluyen el foco principal. Algunos participantes señalaron en el RTA que “no sabían bien dónde mirar” o que “no era claro quién era el protagonista” de la imagen.

Más allá de los números, el método RTA permitió acceder a capas profundas de interpretación simbólica. A través de preguntas abiertas, las personas verbalizaron emociones, asociaciones y juicios éticos o estéticos. Evelyn Matthei estaba vinculado a conceptos como “experiencia”, “fuerza” y “liderazgo claro”. Se destacó su “mirada directa”, “gesto decidido” y un entorno visual limpio que favorecía la concentración en el rostro. En algunos casos, se mencionó que “parece saber lo que quiere” o que “inspira orden”. Carolina Tohá, en cambio, fue descrita como “técnica”, “reflexiva” y “más cercana, pero con menos presencia política”. Varios observaron que su sonrisa parecía “más forzada” o que el fondo le quitaba protagonismo. Aun así, su imagen despertó sentimientos de humanidad y capacidad analítica, especialmente en personas con una mayor disposición a interpretar el contexto.

Gonzalo Winter fue el más contradictorio en términos verbales. Mientras algunos lo asociaron a “cercanía generacional” y “honestidad activista”, otros mencionaron que “su rostro no comunica mucho” o que “se pierde entre la gente”. La presencia de mujeres desenfocadas en segundo plano, el uso de símbolos sociales como banderas o libros, y la composición grupal generaron lecturas fragmentadas. No se percibió rechazo explícito, pero sí una baja activación emocional y una identidad visual indefinida.

Un dato relevante surgió de la pregunta sobre cuál de los tres rostros inspiraba más confianza. En una escala de 1 a 5, la candidata Matthei obtuvo un promedio de 4.5, Tohá 3.7 y Winter 2.2. Esta percepción de confianza no parece estar directamente relacionada con la afiliación política —recordamos que todos los participantes eran independientes—, sino con variables visuales: claridad facial, expresividad, composición y entorno, además se considera la exposición mediática negativa de Tohá al estar vinculada a un ministerio tan clave como el de interior.

Los hallazgos no pretenden ser predictivos del comportamiento electoral, pero sí evidencian la forma en que una figura política se presenta visualmente. Las emociones que se activan frente a una imagen, la rapidez con que se fija la atención, el tiempo que el ojo permanece en un punto o la cantidad de veces que vuelve a mirar son todos indicadores que permiten entender cómo la confianza, la simpatía o la indiferencia se construyen antes de que haya palabra.

Estudios recientes han demostrado que la dilatación pupilar puede incluso predecir niveles de tensión, agrado o engaño, y que cuando se la estudia junto con las fijaciones visuales y las verbalizaciones espontáneas, emerge una radiografía rica de la percepción pública. Lejos de las ideologías, el voto se forma en infraestructuras digitales y el juicio político queda capturado en filtros visuales.

Por Alejandro Arros A. y Mauro Salazar J., Laboratorio de Investigación en Espacio, Visualidad e Imagen, Universidad del Bío Bío.

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