El Secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, ha lanzado una nueva ronda de ataques viciosos contra China, pretendiendo echarle la culpa del brote del Covid-19. Sin embargo, ha hecho un cálculo equivocado.

El 19 de marzo, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, señaló que durante mucho tiempo el gobierno de Trump “había estado mirando y esperando, perdiendo cada oportunidad para actuar en la protección de este país”.

El 29 de marzo, el Washington Post de EE.UU. publicó un artículo de Jackson Diehl, editor adjunto de la página editorial del periódico, en que él señalaba que desde la Segunda Guerra Mundial, ningún Secretario de Estado había cometido tantos errores como Pompeo en la respuesta a una crisis. "El actuar de Pompeo ante la pandemia ha asegurado su lugar entre los peores Secretarios de Estado en la historia estadounidense".

El 12 de abril, el experto principal en prevención y control de enfermedades infecciosas de EE.UU., Anthony Fauci, dijo en una entrevista con CNN que si Trump hubiera tomado medidas contra el Covid-19 antes de mediados de marzo, habría reducido la propagación del virus en EE.UU. salvando la vida de más personas, pero su propuesta no fue aceptada por Trump y los demás.

Cuando el país enfrenta una crisis grave, como Secretario de Estado, Pompeo debería presentar informes científicos y racionales al Presidente ayudándole a emitir juicios oportunos y precisos, y tomar medidas rápidas y enérgicas para afrontar y resolver la crisis de manera efectiva.

Pero lamentablemente, Trump en sí mismo es un hombre de negocios que sólo se preocupa de las ganancias, y Pompeo ha jugado el papel como cómplice que le ha quitado la consciencia. Frank Bruni, el columnista de New York Times, ha publicado un artículo titulado “¿Alguien ha encontrado el alma de Trump? ¿Alguien?” señalando: “Los estadounidenses están muriendo por miles,y él se ufana de tener una gran audiencia devota de televisión.” Ante las casi 70.000 muertes en EE.UU. por la pandemia, Pompeo debería preguntarse a sí mismo, además de acusar constantemente a China, ¿qué buen consejo le ha dado al Presidente Trump para enfrentar la epidemia?

La Organización Mundial de la Salud ha anunciado claramente que el coronavirus proviene de la naturaleza. El periódico británico “The Guardian” ha publicado un artículo el 1 de mayo señalando que la comunidad científica generalmente cree que “no hay pruebas de que el coronavirus estuviera genéticamente modificado”. James Le Duc, jefe del Laboratorio Nacional de Galveston de EE.UU., tampoco está de acuerdo con el dicho de que el virus fuera creado en el supuesto laboratorio, confirmando que “el virus tiene su origen en la naturaleza”.

El 15 de abril de 2019, durante un discurso en la Universidad de Texas A&M, Pompeo dijo: "mentimos, engañamos y robamos" y "esta manera de actuar es la gloria del experimento americano". Obviamente, para Pompeo, mentir es su gen y la sangre que fluye por sus venas. Quizás fue el único momento de honestidad en su vida cuando él admitió mentir y engañar.

El hecho de que China haya logrado controlar la epidemia se debe a los esfuerzos incansables realizados por el gobierno chino y los enormes sacrificios hechos por el pueblo chino. Desde que asumió el cargo, Pompeo ha mentido por todas partes y es de reputación infame. Ahora ha cambiado sus vicios y ha perdido su razón. Los líderes estadounidenses deberían concentrarse en la toma de medidas efectivas para prevenir y controlar la epidemia dentro de su propio territorio, y no dedicar su energía a acusar a China y engañar al público .

Estoy convencido de que mentir no hace a EE.UU. grande, por el contrario, lo degenera.