Por qué es necesario el CNTV

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Foto: Patricio Fuentes


El Consejo Nacional de Televisión (CNTV) es un organismo de origen constitucional, que se regula por una ley propia y es una institución autónoma del Estado. Su presidente es nombrado por el Presidente de la República y los otros diez consejeros son designados por el Primer Mandatario con acuerdo del Senado, en procesos de renovación parcial. Los consejeros tienen una gran diversidad de orígenes y colores políticos, lo que se plasma en un amplio debate y en discusiones técnicas profundas en cada tema.

A través de las denuncias, los ciudadanos hacen valer sus derechos cuando son vulnerados; algunos individuales, como el derecho a la honra, y otros colectivos, como el pluralismo, la democracia y la paz. Eso bien lo saben los cientos de chilenos y chilenas, por ejemplo, que denunciaron masivamente a un misceláneo por exhibir en todas las pantallas del país un informe médico de una víctima de un brutal caso de violencia de género. En estos casos, los canales de televisión tienen derecho a un debido proceso, que incluye presentar sus descargos y ser escuchados plenamente. Y la ciudadanía agradece contar con un organismo independiente y técnico, que actúe como un adecuado balance.

Y, al contrario de lo que se dicho interesadamente, el CNTV no ejerce censura previa, porque toda su fiscalización es a posteriori, una vez que ya son emitidos los contenidos.

Por eso, cuando se caricaturiza el rol del CNTV, poniéndolo como un enemigo de la libertad de expresión, solo se está socavando esa libertad, impidiendo que la pluralidad de voces y visiones se manifiesten.

Este papel del CNTV es ampliamente valorado, tal como queda expresado en distintas encuestas nacionales de televisión, que revelan que el 80% de los consultados desea que exista un organismo público que vele por la formación de niños y jóvenes, y que se resguarde la dignidad de las personas; mientras que un 75% opina que esta entidad debe cuidar la representación de la diversidad en la televisión.

El CNTV tiene otra razón para existir. El espectro radioeléctrico es un recurso escaso y un bien público, que es concesionado por el Estado a los canales de televisión, por lo que debe haber un organismo que vele por su correcto uso.

Atendiendo a ello, y al carácter simbólico y cultural que tienen los contenidos audiovisuales, en las democracias modernas existen organismos autónomos que regulan estas emisiones. Estados Unidos posee la Federal Communications Commission (FCC); Reino Unido cuenta con el OfCom, Office of Communications; Francia con el Conseil supérieur de l'audiovisuel (CSA); Alemania con Direktorenkonferenz der Landesmedienanstalten (DLM) y Australia con Australian Communication and Media Authority (ACMA).

La tendencia mundial apunta al reforzamiento de organismos reguladores y no a su desaparición, como muchos piensan, y así lo han demostrado las plataformas y redes que se han creado en los diferentes continentes. Así, durante mi presidencia, el CNTV formó la Plataforma de Reguladores del Sector Audiovisual de Iberoamérica.

Además de todo esto, el CNTV genera conocimiento sobre el fenómeno televisivo de manera independiente y sin estar cruzado por los intereses de la industria.

A través del Fondo CNTV, la entidad promueve que los chilenos y chilenas accedan a contenido de calidad. Muchas producciones realizadas con recursos del Fondo han sido aclamadas por la crítica y con gran éxito de público. Los únicos Emmys que ha logrado Chile son producciones premiadas con el Fondo CNTV.

Por eso, ante la pregunta, ¿es necesario el CNTV?, mi respuesta solo puede ser: "Sí, no solo es necesario, es imprescindible"

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