Opinión

Porque los quiero

Pero las derrotas son una oportunidad preciosa. Ellas obligan a preguntarse qué se hizo mal para terminar en tanto desastre. Chile necesita una buena izquierda, no esta insolvente que se exhibió ante el país por años. La derrota le brinda la oportunidad de proponerse diseñar otra exitosa.

Santiago, 8 de octubre 2024 Imagenes referenciales Palacio de la Moneda en calle Moneda en el centro de Santiago. Jonnathan Oyarzun/Aton Chile JONNATHAN OYARZUN/ATON CHILE

Quizás mis desacuerdos con lo que la izquierda viene haciendo los últimos 10 años puede llevar a la errada conclusión de que no los quiero. Se equivocan. En especial quiero a esa parte de ella que lo hizo bien durante 20 años, de los mejores en la historia de la República y luego ya no supo qué hacer. Es su pérdida de rumbo la que me descompone. Abdicó de su obra y se prosternó ante esa otra izquierda que abrumaba y encandilaba con consignas vacías carentes de proyecto de futuro y de raigambre popular, como quedó probado en el plebiscito constituyente. Ahí dejó la izquierda de tener pueblo y futuro. Ese tránsito de una historia popular y gobernante a una entelequia hueca, acabó en mera administración mediocre de lo existente. Y en derrota, porque parece probable y merecido que la ciudadanía no quiera que sigan gobernando los que lo han hecho en años de gran frustración de expectativas.

Pero las derrotas son una oportunidad preciosa. Ellas obligan a preguntarse qué se hizo mal para terminar en tanto desastre. Chile necesita una buena izquierda, no esta insolvente que se exhibió ante el país por años. La derrota le brinda la oportunidad de proponerse diseñar otra exitosa. Una que recupere la voluntad originaria de ser pueblo, ahora no lo es. Y de ser buena gobernante, como lo fue y desde hace años dejó de serlo.

El camino no comienza preguntándose si uno es de izquierda o centroizquierda, sino qué necesita Chile y cómo traer mejor vida a su gente. Tirar a la basura mamarrachos constituyentes como el rechazado, consignas vacías sobre lo que no se quiere e improvisaciones que, con suerte, no llegan a nada: ¡no al lucro! ¡no + AFP! ¡no más isapres! ¡no más tratados de libre comercio! ¡sí al perro matapacos! Tener soluciones sólidas para un sistema político que hace agua, economías y empleos con el peor crecimiento desde la vuelta de la democracia, educación preescolar y básica que dan pena, salud en lista y compás de espera con deudas impagas a proveedores, vivienda y construcción en crisis, orden público y seguridad ciudadana en su peor momento histórico, imagen de corrupción extendida.

Hay que emprender el desgarrador camino de reconocer errores y pensar de nuevo. Pero eso requiere coraje. Lo tuvimos después de la colosal derrota de la UP.

No es fácil, siempre está la tentación de escabullir el bulto. Desgañitarse proclamando que no se ha hecho tan mal, persistir en entelequias inoperantes y añejas, vivir absortos en el juego partidista de negar la sal y el agua al gobernante de turno, obsesionarse con volver a “habitar” las prebendas del parasitismo estatal. Si actúan como en los últimos 10 años, seguirán fracasando como forjadores de futuros. Pueden hasta ganar alguna elección, pero como no tienen respuesta solvente a nada, volverán a perder. No me apena que el domingo pierdan. Me apenaría que no aprendan de su derrota.

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