SEÑOR DIRECTOR:

De acuerdo a lo señalado en la prensa, el Ministerio de Educación habría enviado al Consejo Nacional de Educación una propuesta para modificar el plan de evaluaciones aprobado para el período 2021-2026, presentado por el gobierno anterior.

Cabe destacar que dicho plan define, actualmente, 11 pruebas censales para cada año, a excepción del 2021, para cuando definía cuatro. Para el resto de los años, define que, en la enseñanza básica, se realizarían todos los años y de modo censal, una prueba en 2°, dos en 4°, tres en 6° y dos en 8°. En la enseñanza media, por su parte, se realizarían todos los años tres pruebas en 2° medio. Con estas 11 pruebas censales al año, se alcanza un total de 55 en el período 2022-2026. ¿Se imagina el peso que tienen todas estas pruebas externas, en un sistema con altas consecuencias como el chileno, en la gestión escolar, en la organización de la experiencia formativa de niños, niñas y jóvenes, y en el bienestar de las comunidades? Dado el peso de los incentivos asociados a las pruebas, y el valor simbólico que actualmente tienen estos resultados, que lamentablemente siguen siendo usados en la lógica de rankings de establecimientos, las pruebas se convierten en el eje central de la gestión escolar. Es a la preparación de la prueba a lo que se dedican los tiempos, los recursos, incluso los aprendizajes, generando un estrechamiento en la experiencia formativa que tienen las y los estudiantes.

Bienvenido sea entonces que se reemplacen estas pruebas por evaluaciones muestrales, que permitan monitorear la política pública sin un efecto tan significativo en la reducción de la experiencia formativa del estudiantado. Es fundamental, luego de tomada esta decisión, comenzar una reflexión mayor acerca de la organización y el peso que actualmente tiene el sistema de aseguramiento de la calidad de la educación en nuestro país.

Alejandra Arratia Martínez

Directora Ejecutiva Educación 2020

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