Opinión

"Too soon to tell"

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En una conversación con Henry Kissinger en 1971, el entonces primer ministro chino, Zhou Enlai, fue preguntado acerca del resultado de la revolución francesa. "Too soon to tell", contestó, palabras que fueron celebradas como reflejo de paciencia oriental. Solo hubo un detalle: su respuesta se refirió a otra pregunta, - no a la revolución del siglo dieciocho, sino a las manifestaciones estudiantiles en Francia durante los años sesenta. El error era demasiado "delicioso" para ser corregido, aclaró más tarde Charles Freeman, interprete y diplomático estadounidense.

Y en Chile, ¿cuánta paciencia deberíamos tener antes de conocer el resultado de las manifestaciones? Al partir el nuevo año, nadie lo sabrá. Es "too soon to tell". Solo sabemos que la mayoría de los chilenos piden cambios estructurales, y que están de acuerdo con que el movimiento siga hasta lograr resultados. ¿Qué cambiar? Según una encuesta de Ipsos, un 55% de los chilenos nombra la desigualdad como principal preocupación.

Por sí, la desigualdad no está mal. Es reflejo de mercados competitivos, y es consecuencia del financiamiento de innovaciones. Pero, cuando la desigualdad es acompañada de poca movilidad social, no es expresión de innovación, sino de un mercado que no funciona como debería. Eso es el caso de Chile, donde llevamos décadas de poca complejidad económica y poca innovación, combinada con escasa movilidad social, inferior al promedio de la OCDE.

Una de las consecuencias negativas de la desigualdad -menos analizada- es el hecho de que pocas personas finalmente deciden cómo invertir en innovación. En línea con ello, una investigación reciente de EE.UU. muestra que fondos de inversión son menos neutrales de lo que se considera (Boston University Law Review, O. Arewa). Quien recibe capital, no necesariamente es la/el más innovador, sino quien mejor cumple con la visión sesgada y poco diversa del inversionista. En ese sentido, vale recordar que Chile es uno de los países con más concentración de capital a nivel de la OCDE, y que además sostiene una crónica falta de diversidad en los directorios de empresas, sea de emisores o administradoras de fondos. En consecuencia, los que deciden dónde invertir en innovación no solo son unos pocos - sino esos, además, están poco acostumbrados o dispuestos a enfrentarse con ideas diferentes.

Por nuestra desigualdad en Chile, pienso que es el momento de revisar estructuralmente nuestra economía. Necesitamos más mercado, en momentos cuando la Cuarta Revolución Industrial amenaza con aumentar las concentraciones. ¿Qué hacer? Podríamos crear una comisión público-privada para analizar la "justicia económica" en Chile, y consensuar cómo incentivar -de forma medible- la innovación y movilidad social. Pienso que hay voluntad en el empresariado para enfrentar este debate. No es "too soon to tell" que renovar la economía finalmente beneficiará a todos, incluidos a los que hoy sostienen el capital.

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