Paula

Amistad desde el feminismo: “La otra mujer puede no ser tu amiga, pero no será tu enemiga”

“De alguna manera la preconcepción de que la amistad entre mujeres puede ser complicada o tener de por medio sentimientos como celos o envidia, tienden a desaparecer a la luz del feminismo”. Esta es una de las conclusiones de un estudio cualitativo sobre amistad que realizó la ONG La Rebelión del Cuerpo en el marco de la celebración de su tercer aniversario. El estudio comenzó con un llamado abierto en el que invitaron a diversas mujeres a inscribirse en focus groups virtuales. Tras una exitosa convocatoria con 275 inscritas, conversaron con 32 mujeres desde los 18 a los 63 años. “Las dividimos en cuatro grupos, de 18 a 25 años, de 26 a 35, de 36 a 45 y 46 o más. En cada uno de ellos había mujeres madres y no madres, feministas y no feministas, de Santiago y regiones”, cuenta Javiera Menchaca, socióloga y coordinadora de la comisión de investigación de La Rebelión del Cuerpo.

Javiera cuenta que en dichas instancias exploraron las diferentes dimensiones de la amistad, sus historias y los cambios que han visto durante sus vidas. “Uno de los aspectos relevantes que identificamos fue cómo el feminismo impactó en la forma de relacionarse con sus amigas y otras mujeres”, cuenta. Lo primero que se establece es que efectivamente ha habido un cambio en cómo perciben las relaciones desde que se acercan al feminismo. Si bien no es necesario ser amigas, perciben el apoyo de otras y quieren apoyarlas también. “Surge fuertemente el concepto de sororidad como una nueva dimensión. Lo reconocen como el apoyo ante situaciones de discriminación y violencia. Y la idea es que juntas, empoderándonos entre mujeres, podemos evitar y cambiar esto. Hacer el mundo más llevadero”, explica Javiera.

Dice que es interesante lo que ocurre, porque la sororidad no es igual a la amistad, pero en las relaciones humanas parecieran ser las más cercanas. Aun así, el mayor cambio no es con las mujeres que siempre han considerado amigas, sino con las que están fuera de ese círculo. “Algunas dijeron que antes tenían más amigos que amigas porque tenían la idea de que las mujeres son complicadas y, sobre todo, porque entre mujeres se da una lógica de competencia. Las veían como enemigas. Pero dicen también que después de conocer el relato feminista, empezaron a darse cuenta de que no tiene por qué ser así”, dice Javiera. Y agrega que la mayoría coincidía en que si cada una comienza a cambiar la forma de relacionarse con otras mujeres, las otras dejan de ser una amenaza. No se trata de que todas seamos amigas, pero hay apoyo y cambia la lógica con la que basalmente te relacionas con otras mujeres.

Según la socióloga, hasta antes de esta cuarta ola del feminismo, lo que ocurría era que en la sociedad patriarcal la competencia entre mujeres era la herramienta para mantenernos separadas. “En la medida en que las mujeres empiezan a contar sus experiencias en común, por ejemplo, bajo algunas frases que se han usado en redes sociales como el “amiga yo te creo”, “me too” o “ni una menos”, se visibilizan y validan las experiencias de otras mujeres. Pero esto solo puede ocurrir en la medida en que exista esta alianza, esta relación basal entre mujeres en la que reconozco a la otra como igual a mí y por tanto nos podemos cuidar. Solo juntas podemos hacer ese cambio”, explica.

El feminismo nos enseña que no somos competencia, que lo que le pasa a una le pasa a todas. Antes veíamos envidia, falta de empatía. Ahora dejamos de competir. El feminismo nos enseña que mientras más divididas, más nos vulneran y violentan, y mientras más unidas, más avanzamos. Nos enseña a hacer este mundo más llevadero y nos hace conocer la sororidad. La otra mujer podrá no ser tu amiga, pero no será tu enemiga”, es la conclusión de uno de los grupos.

Reconfiguración de la amistad

“Con el feminismo estas mujeres han reconfigurado lo que significa la amistad. Cuentan que cambió el estándar para elegir amigas en general, ya que buscan relacionarse con quienes tengan sus mismos valores y respeto por las personas”, dice Javiera, y cuenta también que en el relato las mujeres equiparan el estallido social de octubre con el proceso de reconocerse feminista. “Estas dos situaciones de cambio social abrupto han interferido en la forma de relacionarnos en el día a día. Muchas declaran que desde que se reconocen feministas o desde que “despertaron” en el feminismo cambió lo que aguantan respecto de sus vínculos. Y se dio con las amigas, pero también con familiares y lugares de trabajo”.

Lograron también identificar dos tipos de amistad: aquellas que son las amigas de la vida y las amigas “conocidas” con las cuales tienen un vínculo menos intenso. “Muchas comentaron que las amigas de toda la vida se mantienen igual, porque hay lazos más allá de un valor social o político, por decirlo de alguna manera. Aunque hubo también algunas que terminaron con esa relación porque se dieron cuenta de que lo que les importaba no era compatible”, cuenta Javiera. Y concluye: “Finalmente tiene que ver con que, cuando ya abriste los ojos al feminismo, es difícil no estar constantemente conversando y cuestionando los cambios sociales y lo que las mujeres quieren. Y con amigas es hacerlo en un espacio seguro”.

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