K de Killing me softly de The Fugees: Cuando la música canta lo que no puedes decir
Radio Duna celebra sus 25 años con canciones que, de una manera u otra, cuentan nuestra historia. Nosotras nos sumamos, contándote sobre la música que identificó parte de nuestra vida.

Por lo general soy una persona elocuente. Me cuesta quedarme sin palabras y sé verbalizar mis sentimientos, especialmente por escrito. Casi siempre esto se me da bien cuando quiero hablar de cosas relativamente superficiales o que realmente me apasionan, pero cuando trato de expresar lo que siento en un plano más íntimo o más personal, me cuesta. Y como me cuesta ponerlo en palabras, me cuesta también procesarlo.
Por eso cuando The Fugees toca Killing me softly with his words, da justo en el clavo. No hay nada tan catártico o emocionante que escuchar como con una canción un artista pone palabras a eso que sientes y que aún no sabías cómo explicar. Cuando alguien que no te conoce, que no tiene idea de tu historia y que jamás ha visto ni tu foto en Instagram, canta, verso tras verso, todo ese remolino de sentimientos que estás viviendo y sufriendo.
I felt he’d found my letters and read each one out loud
I prayed that he would finish, but he just kept right on
No es solo felicidad o sorpresa, sino que se sienten millones de hormigas recorriendo la piel, incertidumbre, incredulidad e incluso un poco de miedo. Porque cuando escuchas lo que sientes, lo enfrentas. Y no puedes evitarlo aunque cambies la canción, porque ya sabes que existe. Te das cuenta de que no eres la única persona sintiéndote así, o al menos que no es tan raro tener esas emociones dentro. Que a otros también les ha pasado.
Es como cuando escuchaste Maldita amiga por primera vez y descubriste que te podía gustar el pinche de tu mejor amiga. Te seguías sintiendo mala persona, pero al menos tenías la certeza de que no era algo tan loco o tan improbable. O con My prettiest friend, de Jason Mraz, donde escuchas todo eso que no le has querido decir a un amigo por el que sientes algo más que amistad. O All too well de Taylor Swift, acerca de cómo se pudo terminar algo que era perfecto.
Lo lindo de la música es que te puede hacer sentir menos solo, especialmente cuando crees que nadie puede estar sufriendo como tú. Pero también te puede acompañar en las alegrías más intensas, en la felicidad máxima, que también debería ser compartida. Porque ahí está Lizzo con Good as hell cuando te estás sintiendo máxima, poderosa, imparable. O Paul McCartney con Maybe I’m amazed, cantándole a un amor que es increíble, pero real, con una química perfecta, la probabilidad de que algo así sí vaya a durar para siempre.
La música acompaña, y así como no es raro que los gustos musicales cambien a lo largo de la vida –porque nosotros también lo hacemos-, es rico toparse con una canción sin querer, una que quizás ahora encuentres pésima, pero que te transporta a otra época, a otros sentimientos, a otra vida. Y es que la música también es mágica, porque la misma canción puede significar cosas distintas dependiendo de qué estés viviendo o quién seas cuando la escuchas.
Es tantas cosas para tantas personas. Y por eso es importante.
Revisa el abedecedario Duna en www.duna.cl/abc
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.