La importancia de los abrazos

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Hace unas semanas me invitaron a un programa para conversar acerca de a quién abrazaría cuando terminara la cuarentena. Fue fuerte darme cuenta de que para una pregunta tan sencilla no tenía una respuesta igual de sencilla. Aunque, quizás la pregunta solo parecía simple, pero era en realidad mucho más compleja.

El lugar común sería decir que me gustaría abrazar a mis papás que no los veo hace más de cuatro semanas, pero después pensé en todos mis pacientes que cada vez que me despido o los saludo les doy un mini abrazo y en mis amigas que me abrazan mientras yo me pongo tiesa. Y aunque soy una mujer a la que le resulta más difícil el abrazo, siempre me ha reconfortado el abrazo del otro.

Sabemos que existen personas que son más de piel, que necesitan de los abrazos y de las caricias para sentirse queridas, mientras habemos otras que nos sentimos queridas de otra manera, a través de otros gestos y que nos cuesta mucho más abrazar, acariciar o tomar de la mano. Sin juicios y sin comparaciones, somos todos y todas distintos y cada uno tiene su propio lenguaje del amor a través del cual se siente querido y amado, como dice el gran autor Gary Chapman.

Fue en esta instancia cuando me empecé a preguntar si necesitaba tanto ese abrazo. Me pregunté qué poder tenía para mí uno y cuánto realmente los extrañaba. Claramente no era una respuesta tan sencilla.

El 21 de enero se celebra el Día internacional del abrazo. Existe, además, la abrazo terapia y un movimiento llamado abrazo gratis. Yo, al menos recién este año, me di cuenta de que gente publicaba sobre este día y en ese minuto claramente se pasó por mi cabeza "ya no saben qué más celebrar". Ahora, sin embargo, me doy cuenta de cuánta falta me hacen y creo sinceramente que podría empezar a celebrar el día del abrazo todos los días. Dicen que uno no valora algo hasta que lo pierde, y la realidad es que es tan cierto.

Cuando comenzamos con el distanciamiento social, ya se sentía raro e incómodo no ir a saludar de beso y abrazar a tu amiga, a tu papá o a tu pololo, pero era tan solo una incomodidad que se volvía fácil de llevar. Era incómodo porque no estamos acostumbrados, pero después de estas largas semanas, abrazar y saludar de beso al otro se ha convertido en una necesidad.

Pareciera ser que sin el abrazo y el beso nos vamos distanciando emocionalmente y el vínculo con el otro pierde esa cercanía que entrega el contacto físico. Somos seres humanos relacionales por naturaleza y vivimos en comunidad, y estas últimas tres semanas hemos tenido que funcionar como individuos aislados físicamente, lo que a ratos quizás también nos aleja emocionalmente.

Cada relación se nutre de la manera que elegimos para demostrar ese amor que tenemos por el otro. Según Gary Chapman, existen cinco maneras de demostrar amor o de sentirse queridos: existen las palabras de aprecio, el tiempo, los actos de servicio, los regalos y el contacto físico. Cada uno de nosotros se nutre según el que más necesita y entrega amor desde ese mismo lugar.

¿Qué pasa cuando uno de esos canales se bloquea y se hace prohibitivo? ¿Qué pasa cuando nos despojan de la libertad de expresar nuestro cariño a través del abrazo y el contacto físico? Está comprobado que el abrazo es uno de los gestos más potentes a la hora de nutrir nuestros vínculos. Existen estudios que plantean, incluso, que tiene relación directa con atenuar estados de ánimo negativos e, incluso, impacta biológicamente a nuestro cuerpo, aumentando la producción de oxitocina, endorfinas y serotonina, todas relacionadas a estados de ánimos positivos. Un abrazo nos ayuda a sentirnos seguros, contenidos, queridos y fortalecidos.

Si no podemos abrazar y darles besos a nuestros papás, amigos, hijos o compañeros de trabajo, entreguémosles amor abriendo los otros cuatro canales. Podemos regalarles tiempo a través de una llamada diaria o demostrar nuestro cariño a través de palabras de aprecio, diciéndoles cuánto los queremos y extrañamos. Podemos sorprenderlos con regalos que encarguemos online o hacer algún acto de servicio, como ir a comprarles eso que necesitan y no pueden tener porque no pueden salir. Existen cinco formas de entregar amor y, si bien actualmente una está prohibida, podemos tomar cualquiera de las otras cuatro y nutrir nuestros vínculos y relaciones con los que queremos.

¿A quién abrazarías cuando salieras? ¿A todos? ¿A nadie? Definitivamente yo extraño abrazar a todo el mundo: a mi amiga querida, a mis pacientes, a mi compañera de trabajo, a mis papás, a mi suegra, a mis hermanos. Extraño cada encuentro y cada vínculo. Extraño recibir abrazos y sentir ese cariño y esa tranquilidad a través de ellos.

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