Lo que cambió (y cambiará) en la política chilena gracias a la paridad




Es viernes por la mañana y a la puerta de entrada del ex Congreso en Santiago, comienzan a llegar las asesoras y asesores de algunas convencionales que presentarán una nueva norma. En proporción, un 80% son mujeres y un 20% hombres. Todas y todos muy jóvenes y alejados de la imagen tradicional de políticos y políticas. Y es que el 4 de julio del año pasado, con la instalación de la Convención Constituyente, se instaló también un órgano de representación conformado con criterios completamente nuevos, por primera vez con paridad de género, que no solo reconoce a las mujeres el derecho a participar en igualdad de condiciones, sino también a escribir una nueva Carta Magna con enfoque de género.

A seis meses del establecimiento del organismo, algunas de las constituyentes que forman parte de la ‘Colectiva Feminista’ se preguntan qué hubiese pasado sin paridad, si las relaciones y resoluciones se hubiesen dado de otra manera, y la respuesta unánime es: definitivamene sí. Pero no solo hablan de paridad, sino que de un organismo diverso que rompe con los espacios tradicionales de la política que, hasta ahora, no solo habían sido espacios masculinizados, sino que también espacios ideológicamente homogéneos. Las mujeres de la Convención son un componente más de la diversidad que ésta tiene, de la que también forman parte los pueblos indígenas y los movimientos sociales.

Según dicen, gracias a esta diversidad, cambia también el discurso. “El hecho de que las mujeres estén representadas en los espacios de poder hace que cambien los temas, se instalan contenidos que no estaban antes porque tenemos una visión más amplia de la sociedad y la justicia”, comenta Constanza Schönhaut. “Para mí es positivo, porque creo que no nos damos cuenta de todo lo que enriquece la discusión política el hecho de tener esta variedad, y creo que la paridad es una parte de eso”, complementa Beatriz Sánchez, quien pone el ejemplo del principio del cuidado como eje articulador de la organización social y económica. “Esto es importante porque no se trata de ‘temas de mujer’, del cuidado mirado como una cuestión simplemente asistencialista o doméstica, sino que como parte estructural del engranaje que hace que la vida pueda existir, que las personas puedan ir a trabajar y que la economía prospere. Entonces una convención paritaria, con la presencia de las mujeres con esta visión y estas propuestas, instalan un paradigma distinto en la forma de estructurar nuestra sociedad”, complementa.

Pero esta experiencia inédita no ha sido fácil. Los espacios de poder masculinizados funcionan con unas lógicas y dinámicas que están incorporadas a dichos espacios, al punto de hacerse imperceptibles. Constanza aclara que al llegar allí, no se rompe inmediatamente esas lógicas tradicionales, sino que han debido hacer un ejercicio permanente de ir identificando cuáles son esas conductas para no reproducirlas. “Hay una dinámica institucional que se nos impone y que es difícil resistirse, y por tanto hemos hecho un esfuerzo por ir construyendo nuevas lógicas y discursos, nuevas formas de comunicar, nuevas palabras o aproximaciones al poder”, dice. Beatriz complementa: “Yo me siento feminista pero siempre estoy exigiéndome a mí misma, porque los sistemas y las formas de poder nos permean a nosotras también”.

Un estilo diferente

La semana pasada fue electa María Elisa Quinteros como la nueva presidenta de la Convención por el periodo que resta. Su antecesora, Elisa Loncón, también mujer, impuso un estilo diferente de hacer política. “Provocó muchas cosas con su manera de liderar; cuando hablaba de ternura, cuando partía los plenos con un mensaje que generaba un espacio de calma cuando llegábamos todos tensos. Creo que eso es muy valioso y genera un quiebre en quienes vienen de la política tradicional”, explica Constanza. Y es que todas coinciden en que las mujeres promueven nuevas formas de hacer política, basadas en formas de relacionamiento y comunicación más participativas.

“Las formas masculinizadas de hacer política están siendo desplazadas por nuevas formas integradoras, inclusivas y respetuosas. Y eso pasa por propiciar entornos de trabajo colectivos, que son dinámicas que no solo las mujeres traemos a la Convención, sino también quienes venimos de organizaciones sociales. Creo que es una disputa que se está viendo en Chile hace tiempo, pero que hoy un órgano paritario permite llevar a la práctica”, afirma Bárbara Sepúlveda.

Hay quienes plantean que esto tiene que ver con la diferencia entre emocionalidad y racionalidad. Se suele decir que las mujeres son las emocionales y los hombres los racionales, pero ninguna de las convencionales está de acuerdo con este punto. “Creo que más bien nosotras podemos introducir las condiciones para un cambio en la forma en la que entendemos la racionalidad, es decir, no es una racionalidad sin cuerpo, no es un pensamiento sin emoción, es al mismo tiempo racionalidad emocionada”, dice Alondra Castillo. “Es esa la ganancia que trae la paridad, porque las mujeres al poner nuestra vida y experiencia en el centro, somos capaces de tener una mirada más integral, de ver al otro u otra y sus problemas específicos, y no centrarnos en los intereses de unos pocos, como siempre se ha hecho en la política”, complementa.

Tiene que ver con la idea de que la política sí es con llorar, a diferencia de lo que siempre se ha planteado. “Hombres y mujeres somos seres completos, emocionales y racionales al mismo tiempo, lo que pasa es que a las mujeres nos cuesta menos transitar por ambos espacios, porque a los hombres no les enseñan a hacerlo, menos en política. Y es importante hacerlo porque la política es por lejos la actividad más humana que conozco; ponerse en los zapatos de los otros cuando haces política es fundamental”, agrega Beatriz.

Hacer eso les permite conectar con el sentir de las personas, para trabajar desde allí, y representar ese sentir. “Estoy convencida de que humanizar la política es un ejercicio que se hace desde el feminismo. Tiene que ver con la capacidad de pensar y legislar pensando no solo en los intereses propios y las mujeres son las que tienen esa capacidad, una mirada más integral de la sociedad cuando piensan también en la naturaleza, en los niños y niñas, en las comunidades, etc.”, dice Constanza.

Pero también tiene que ver con dejar lógicas antiguas atrás. “Conversamos con nuevos códigos y eso hace que hoy haya actitudes que no estén permitidas, como ser agresivos, amenazantes, ‘hacer cocinas (arreglos entre cuatro paredes)’. Cuestiones que hoy se ven mal, y quienes más tienen que aprender son los políticos tradicionales”, dice Bárbara.

Por una Constitución feminista

La paridad como piso es una de las declaraciones que se repiten entre las convencionales feministas, de hecho, la norma que presentaron el viernes pasado busca garantizar una democracia paritaria con una representación política efectiva y equitativa. “Hoy no tenemos más que el 16% de alcaldesas, en el Congreso no superamos el 35%, hay espacios institucionales que todavía están compuestos sólo por varones, y eso no significa que no haya mujeres capaces, es que estamos sometidas a determinados obstáculos políticos, sociales y económicos que nos impiden ejercer plenamente nuestros derechos políticos”, explica Constanza.

Y es importante que las mujeres estén porque de lo contrario no estarían llegando sus propuestas. “De hecho una de las primeras normas que se presentan tiene que ver con eliminar todas las formas de violencia hacia las mujeres en los distintos espacios, otras tienen que ver con los derechos sexuales y reproductivos, y otras con la democracia paritaria”, complementa Beatriz. “Y es que no basta con que las mujeres lleguemos a espacios de poder, si esto no se traduce en cambios reales, es decir, si lo dejamos solo en una cuestión cuantitativa sería un error. Lo que buscamos es que el diseño de sociedad que estamos promoviendo llegue a todos los espacios públicos y privados”, complementa Bárbara.

No porque haya 50 y 50, las demandas feministas están garantizadas. “No olvidemos que la paridad no fue espontánea, fue forzada, hubo que crear una sitema de votación que permitiera que las mujeres estemos ahí en la misma cantidad que los hombres. Pero no todas las mujeres que están ahí son feministas. El feminismo es una lucha política y lo que hemos visto en otros países donde van más avanzados en espacios paritarios, es que partieron con formas estrictas de paridad y hoy son más espontáneas porque se cuelan rápidamente en la mirada cultural y parecen obvios. Hoy vemos una foto de un consejo de rectores donde hay solo hombres y eso nos choca. Pero porque hay una lucha feminista que va de la mano de la paridad”, explica Beatriz.

Lo que sí ocurre de manera evidente y concreta, es que se generan nuevos referentes; la paridad anima a las mujeres a ejercer sus derechos políticos, dentro y fuera de la Convención. “Hay un ejemplo bien concreto. En el cambio de mesa que fue la semana pasada hubo más candidatas mujeres que hombres, y eso es algo muy extraño. Habitualmente los candidatos y candidatas, en todo tipo de elecciones en política, son más hombres que mujeres, hay que buscar mujeres, obligarse a hacerlo. Pero acá espontáneamente se presentaron más mujeres y eso no es casualidad. Se han creado espacios más seguros, las mujeres nos sentimos más seguras de disputar espacios de poder porque hay más pares”, afirma Beatriz. Y Bárbara complementa: “A veces camino por los pasillos del ex congreso y pienso cómo será para mis compañeras que están en el congreso, en la Cámara de Diputados, pasearse por los pasillos teniendo un 30% de mujeres y un 70% de hombres; debe ser un espacio menos cómodo cuando uno no encuentra pares”.

Por eso cree que la representación es importante, una señal que permite una comodidad distinta en el espacio público. “Cuando hay niñas que ven a mujeres en espacios de poder, se dan cuenta de que pueden llegar también ahí, algo que la sociedad no te enseña que es posible”, agrega. “Cuando tuvimos que elegir presidenta, dijimos que no íbamos a votar por un hombre porque creemos que la Convención tiene que ser dirigida de principio a fin por una mujer, y porque también nos parece importante algo que todas las feministas hemos planteado conjuntamente aquí adentro y que ha sido uno de los saltos históricos que hemos dado: decir que la paridad era un piso y no un techo. Que las mujeres llegamos para quedarnos y no al momento de la excepción, sino que a la apertura de un proceso histórico que exige continuidad para seguir sedimentando sus efectos”, concluye Alondra.

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