Alcohol y drogas: Por qué los padres son la mejor prevención
Las Fiestas Patrias son un período de celebración que, en general, está asociado a un aumento en la ingesta de alcohol, tabaco y otras drogas. Durante estas fechas, podría ser más común que los padres consuman frente a sus hijos o, derechamente, los inviten a probar un terremoto o un pisco sour por primera vez. Los datos lo respaldan: el consumo de alcohol y otras drogas en niñas, niños y adolescentes debe estar restringido al máximo y en eso, el entorno familiar es el protagonista.

El consumo de drogas en niñas, niños y adolescentes es una conducta evitable, pero en el ambiente festivo de Fiestas Patrias, algunos padres menos restrictivos permiten que sus hijos beban alcohol, fumen un cigarrillo o prueben otras sustancias, generando un riesgo para el bienestar, la salud física y mental de esas niñas, niños y adolescentes.
“Las celebraciones de Fiestas Patrias son una oportunidad para recordar que la responsabilidad es compartida: las comunidades que se organizan y colaboran activamente logran crear ambientes más saludables para sus niñas y niños”, dice Paloma del Villar, directora del Observatorio Niñez de Fundación Colunga.
Según el Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar, desarrollado por el Observatorio Chileno de Drogas del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA), hoy en Chile, 1 de cada 5 niñas y niños declara haber consumido alcohol en el último mes. Si bien en 2001 esa cifra llegaba el doble, hoy otras sustancias han aumentado su consumo. Por ejemplo, un 20% declara haber fumado marihuana en el último año (hace 20 años la cifra rondaba el 12%) y un 11% dice que ha consumido tranquilizantes sin receta médica (el 2003 era un 3%).
“Uno de los elementos más relevantes en la prevención del consumo en menores de edad, es el involucramiento parental, entendido no como vigilancia, sino como la presencia de adultos significativos que acompañan, orientan y establecen límites claros”, afirma Natalia Riffo, directora nacional del SENDA.
Las niñas y niños son más vulnerables a los daños causados por el alcohol y otras drogas. Diversos análisis han demostrado que el consumo de alcohol en la adolescencia no solo tiene impactos inmediatos, sino también daña el desarrollo cerebral con consecuencias a largo plazo.
Según un estudio publicado en la revista Nature en 2023, el consumo de alcohol en esta etapa afecta la salud mental, el comportamiento y las capacidades cognitivas en la edad adulta, siendo asociada a aumentos en la tasa y gravedad de psicopatologías relacionadas con el estrés, trastorno depresivo mayor y alteraciones en áreas del cerebro que son cruciales para el soporte de habilidades cognitivas.
“Si bien en Chile hemos observado bajas importantes en el consumo de alcohol, las prevalencias siguen siendo preocupantemente altas. En Chile, un 34% de los alumnos de cuarto medio señalan haber consumido alcohol el último mes. En Estados Unidos, para estudiantes de la misma edad, la cifra es de 22%”, señala Del Villar.
Por otro lado, el consumo de tabaco no solo está vinculado a enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer, sino que también representa una amenaza para el bienestar de adolescentes debido a los efectos nocivos de la nicotina en el desarrollo cerebral. La Organización Mundial de la Salud lo advierte: en un cerebro que se está desarrollando, la nicotina genera adicción con mayor facilidad y puede afectar la memoria, la atención, al mismo tiempo que aumenta el riesgo de trastornos del ánimo y ansiedad a largo plazo.
Afortunadamente, las políticas de tabaco que se han logrado implementar en nuestro país —como la restricción a la publicidad, el aumento de los impuestos y de los precios de las cajetillas, la limitación a vender cigarrillos sueltos, etc.— han sido exitosas, pasando de un consumo diario en los 2000 de un 15% en niñas, niños y adolescentes, a 1.3% en 2023.
Fuera del alcohol y el tabaco, los expertos también ponen la mirada en el consumo de marihuana. Entre los años 2015 y 2016, Chile alcanzó su peak de consumo de marihuana en escolares con un 34% de estudiantes de entre octavo básico y cuarto medio que declaraba haber consumido al menos una vez en el último año. “Este aumento se vinculó a factores ambientales, como el auge de los grow shops y una fuerte campaña publicitaria que promovía los supuestos beneficios de la marihuana. El consumo se disparó del 15% al 34%, aunque afortunadamente ha disminuido progresivamente en años recientes, ubicándose actualmente entre un 18%-19%, cifra que, no obstante, sigue situando a Chile entre los países con mayor consumo juvenil de marihuana en el continente”, dice el académico de la Universidad de Chile, médico y psiquiatra, Carlos Ibáñez, uno de los principales impulsores del Modelo Islandés de Prevención, también conocido como Planet Youth, un enfoque comunitario y colaborativo diseñado para reducir drásticamente el consumo de sustancias en adolescentes.
En lugar de centrarse en el individuo, el modelo busca modificar el entorno social para hacer menos probable la aparición de conductas de riesgo. En Chile, su implementación empezó con un plan piloto, liderado por el Dr. Ibáñez, en seis comunas de la Región Metropolitana y hoy alcanza a más de 200 comunas del país gracias al programa Elige Vivir Sin Drogas de SENDA.
“Lo que ha demostrado ser efectivo en prevención son las acciones sostenidas y permanentes en el tiempo. No basta con una charla, un taller aislado o un spot. Toda la evidencia nacional e internacional indica que lo que funciona realmente en prevención son procesos sistemáticos, permanentes y basados en evidencia”, sostiene Riffo.
¿La clave? El modelo inicia con un diagnóstico local que permite medir la presencia de factores de riesgo y protectores en cada comunidad educativa y así, permite una intervención comunal más efectiva. “Lo importante es que, con este diagnóstico, cada comuna evalúa cuáles van a ser los énfasis, sus recursos disponibles, cómo pueden hacer sinergia con otros proyectos que venían ya pensando, etc.”, explica el académico UCh.
Y uno de los factores protectores más relevantes del modelo: la presencia de los padres y cuidadores. En Chile, la implementación del programa incluye la generación de acuerdos parentales para los distintos ciclos escolares, donde cada comunidad llega a consensos en temas básicos de crianza y cuidado, como horarios de sueño y límites en cuanto al uso de pantallas, entre otros puntos, demostrando que no se trata solo de hablar de consumo, sino de estar disponibles, generar espacios de confianza y acompañar los procesos que viven niñas, niños y adolescentes.
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- SENDA pone a disposición de todas las familias el Fono Drogas y Alcohol 1412, un servicio gratuito, confidencial y disponible todos los días del año, que ofrece orientación profesional inmediata frente a dudas, inquietudes o situaciones complejas relacionadas con los consumos.
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