Paula

Srta Lylo: bordar para sanar el dolor de no ser madre

Esta argentina radicada en Barcelona, comenzó a bordar recién pasados sus 30 años, antes nunca tomó una aguja. Lo hizo para atravesar el dolor de no poder ser madre y terminó convertida en una de las artistas textiles contemporáneas más destacadas. Hoy recorre el mundo con su libro 'Diario de una bordadora' y la semana pasada estuvo en Chile invitada por Revesderecho, conectando a la comunidad de mujeres creativas chilenas con artistas que inspiran.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

A la primera reunión para presentar la idea de su libro, Srta. Lylo llevó un bastidor chiquitito con tres puntadas. Necesitaba que personas que no bordan entendieran esos puntos que ella había zurcido en ese pedazo de tela. No para que aprendieran a bordar, sino para que comprendieran que este, más que un libro de bordados, se trata de una historia de vida.

En la tela había tres puntos: hilván, nudo y punto atrás. Que también son los nombres de los tres capítulos de su libro.“Una de las cosas de las que estoy más orgullosa fue cuando apareció el momento eureka de decir: ‘¡Así se van a llamar los capítulos!’. Me daba mucho terror escribir, porque soy diseñadora gráfica, bordadora, pero pensé: ¿cómo voy a escribir un libro? El típico síndrome de la impostora”, confiesa.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

Fue justamente pararse frente a la escritura desde ese lugar, no de escritora, sino de una mujer que vivió una experiencia difícil —como es el saber que no podrás ser madre biológica— lo que le permitió fluir. “Me parece que estos puntos son una buena metáfora de tres etapas de una historia o de una vida. Porque todas las historias tienen un inicio, un nudo y un desenlace.

Ahí imaginé esta analogía con los puntos. El punto nudo era muy claro: cuando ocurren cosas que te estancan, te sientes atrapada, sin una salida. El anterior es el punto hilván, porque siempre vas hacia delante y es un punto fácil, como la infancia: no tener preocupaciones, cuando todo va bien. Y para el último, el punto atrás, bordando me di cuenta de que para hacer las puntadas tienes que avanzar y volver al punto anterior para cerrarlo. Entonces, al final, implica revisar lo que somos”, dice.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

“A mí el bordado me salvó”

Srta. Lylo no viene de una familia de mujeres tejedoras ni artesanas. Es más, en el libro dice que podría jurar que ni su mamá ni sus abuelas bordaron jamás. Cuestión que sorprende cuando uno ve la calidad y perfección de su trabajo. Más tarde, avanzando en las páginas, se entiende de dónde viene la pulcritud de sus bordados.

Empezó a bordar a los 35 años, simplemente porque no sabía qué hacer con su vida. “Empecé a bordar para sobrevivir a la bomba que explotó entre mis manos cuando me dijeron que no podía ser madre de forma natural y que tendría que hacer tratamientos de fertilidad si quería tener alguna remota posibilidad de serlo”.

La primera vez que quedó embarazada perdió a esa guagua a las nueve semanas de gestación. “Fue la primera vez que me di cuenta de que en la vida hay cosas que no están en mis manos”, dice. Hasta antes de eso, siempre había logrado lo que se proponía: se fue a vivir a Barcelona, allá encontró un trabajo de su gusto. Pero esto la descolocó.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

Frente a esos momentos de incertidumbre, empezó a tener contacto con la tristeza. “No me gustaba estar en esa situación. No quería hacerme tratamientos, quería que fuera algo más natural. Sumado a la presión social del entorno, que con todo el amor del mundo te dicen: ‘Esta vez será’ o ‘Relájate’, lo que me agobiaba más”.

En esa incomodidad, un día paseando por Barcelona se encontró con un grupo de mujeres que estaban concentradas en algo. Se acercó y estaban bordando. “Era un espacio lleno de color, muy bonito, y vi que estaban todas con una sonrisa, daba la impresión de que lo estaban pasando bien”. Esa escena fue como una luz de esperanza. Quiso estar en ese mismo estado, sentirse bien haciendo algo. Compró los implementos y se puso a bordar.

“Ahí fue cuando descubrí que al bordar el tiempo se detenía y mi cabeza y mi cuerpo eran libres: bordando, mi realidad triste cambiaba”. En palabras simples, “bordar me hizo feliz”, dice.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

No poder ser madre

“Y entonces, casi a los treinta años, mi vida dejó de deslizarse con la fluidez de un punto hilván para convertirse en una sucesión de puntos nudo. Pero no esos nudos que adornan los bordados y que tanto me gustan. Nada de eso. Eran los nudos que traban, que duelen, que lo complican todo”.

Mientras comenzaba su camino como bordadora, junto a su marido insistieron en la idea de convertirse en padres. Los primeros tres años de manera natural; luego hicieron varios tratamientos de fertilidad.

“Mi vida empezó a girar alrededor de un único tema. Mi espíritu alegre me miraba desde las trincheras buscando respuestas con desesperación, porque tenía que encontrarme con respuestas y darle algún sentido a todo eso para poder seguir, pero también empezaba a desdoblarse y a tratarme con dureza. ‘Estás fallada’. ‘Nada va a volver a salir bien’. ‘Sí, estás fallada’, me repetía”.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

Habiendo pasado más de diez años de intentos, ahora se cuestiona hasta dónde llega nuestra culpa como mujeres, porque incluso llegó a pensar en decirle a su marido que la abandonara, que era libre de decidir si estar o no con ella.

En el libro también recuerda momentos en que, siendo niña, imaginó ser madre; cuando le regalaron su primera muñeca para cuidar como a un bebé. “Cuando era niña, pero también siendo adolescente, se daba por hecho que todas seríamos madres. No lo cuestionábamos, no lo poníamos en duda, ni siquiera se nos ocurría pensar en la barbaridad de no tener hijos. El mandato de la maternidad se instala a sus anchas y desde temprano, y el rol quedaba asegurado desde la más tierna infancia. Solo era cuestión de tiempo cumplirlo”.

Por suerte, dice hoy, al menos lo cuestionamos más. Porque si quizás ella hubiese recibido otro tipo de mensajes desde niña, el “golpe de no ser madre” no habría pegado tan fuerte; quizás si hubiese imaginado que no siempre es llegar y embarazarse, entonces no se habría culpado tanto. Pero ya no fue.

Un día algo hizo clic. “Evidentemente, si la vida me está dando estas oportunidades, es porque del otro lado —ser madre— no va a suceder nada”. Ahí fue cuando aceptó su vida tal como es. “Al final, la maternidad no llegó a mi vida. Esa historia no terminó con el final feliz que esperaba, ese final feliz que, se supone, siempre llega. Pero en medio se abrió camino otra historia impensada, la del bordado, y aquí, el final todavía está abierto”.

28/08/2025 - SRTA LYLO - Foto - Mario Tellez / La Tercera MARIO TELLEZ

El poder del bordado

¿Quién hubiese dicho que, en el transcurso de un siglo, el bordado pasaría de ser una labor doméstica a una herramienta de protesta? El pañuelo sufragista fue la primera expresión política del bordado. La pieza contiene 66 firmas bordadas: son los nombres de las mujeres que participaron en las manifestaciones de marzo de 1912 en el Reino Unido para reclamar el sufragio femenino y fueron encarceladas. En aquella época, todas las mujeres, incluso las que no sabían leer ni escribir, sabían coser y bordar.

Esa comunión entre mujeres bordadoras también la experimentó Srta. Lylo con la Guerrilla del Ganchillo, un movimiento que busca sacar el ganchillo —o aguja para bordar— a la calle.“Aparecieron estas mujeres. No sabíamos muy bien de las vidas de las otras, pero nos empezamos a juntar. Nos reuníamos los sábados por la mañana porque cada una tenía su trabajo. O sea, esto no era económico… era tejer, reírnos, jugar siendo adultas y poner un poco de color al lugar o contar una historia. Ahí comencé a ver que el bordado genera comunidad. Me encanta eso de que mujeres se reúnan alrededor de una mesa a hacer con las manos y a compartir ese momento, no quedarse solas en la casa, en ese espacio cerrado de la labor femenina”.

Su libro tiene el mismo propósito: llegar a otras mujeres. “En mi caso fue el tema de la búsqueda de la maternidad que no sucedió, pero en la vida hay duelos, hay pérdidas, hay enfermedades, hay frustraciones, hay cosas que no salen bien. Y esto de quedarse como en círculo caminando es súper autodestructivo. Yo estuve ahí en un momento”, dice.

Por eso quiso contar su historia. “Estamos metidos en pantallas y en lo inmediato, y el parar y leer una historia femenina, contada por una mujer, hablando de cosas que al final nos atraviesan: siendo madres, no siéndolo, queriendo serlo o no pudiendo… que este mensaje se propague creo que es leernos a nosotras mismas, como nuestra historia”.

Y agrega, con una sonrisa: “Y si más mujeres terminan bordando su historia, mejor”.

__

Más sobre:MaternidadSrta LyloDiario de una bordadoraBordadoTerapiaInfertlidad

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.

Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE