Pensar en femenino
Periodista de profesión, Aleka Vial (47) es cofundadora y presidenta de la Fundación Hypatia, dedicada a asesorar a entes públicos y privados en el despertar de una conciencia ética-ecológica-espiritual. Como parte de los 50 años de Paula, hará para la revista una serie de entrevistas a mujeres líderes mundiales que comparten un mismo lineamiento: la sabiduría femenina como timón en la economía, el medio ambiente, la política y la llamada inteligencia espiritual. Aquí, lo adelanta.

Paula 1233. Sábado 26 de agosto de 2017.
"Hay una abuela mexicana que dice: 'la labor de la mujer es enseñarle al hombre a amar'", cita Aleka Vial, periodista chilena criada en México y cofundadora de la Fundación Hypatia, que trabaja en el desarrollo espiritual y desafíos planetarios –salud, educación, medio ambiente– desde el autoconocimiento y el saber femenino. "No se trata de una actitud feminista, sino de un pensar en códigos femeninos, mujeres y hombres", aclara.
Todo se fue dando desde que, en su trabajo de reportera e investigadora en México y Chile, entró a trabajar al suplemento feminista mexicano Doble Jornada (1992), donde tuvo su primer acercamiento a temas de género y obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Rosario Castellanos –otorgado por la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras–, por un reportaje sobre una mujer víctima de una violación.
Una crisis de pareja profunda, 7 años después, fue el segundo hito. Se instaló durante un mes en un ashram –comunidad espiritual hindú– en Chennai, al sur de la India, donde durmió 3 horas diarias, practicó yoga, cambió su alimentación y conoció la cultura védica e hinduista. "Fue un cambio de paradigma muy revelador. Experimenté un desarrollo espiritual importante y comprendí que los cambios significativos estaban en las conductas cotidianas", recuerda.
En 2008, instalada en Chile, comenzó a organizar seminarios sobre empoderamiento y arquetipos femeninos, y en 2013, junto a Camila Marty, creó Hypatia, fundación desde las cual promueve conceptos como "inteligencia emocional", "caring economy" o "mindset femenino", acuñados por líderes mundiales como la filósofa y física cuántica norteamericana, Danah Zohar; la antropóloga austriaca, Riane Eisler; la activista medioambiental brasileña, Thais Corral; y la nominada al Premio Nobel de la Paz, Scilla Elworthy. Todas inspiradoras de un tipo de liderazgo que apela a transformar el mundo desde lo femenino.
¿Cuánto de feminista tiene este "pensar en femenino"?
El feminismo es fundamental para mantener los espacios ganados, pero ese camino ya está hecho, y el de hoy es el de desarrollar la inteligencia y cualidades femeninas, comprendida como una más holística y respetuosa de las personas, los animales y la naturaleza, algo que las mujeres desarrollamos de manera innata.
¿Qué es lo esencial a incorporar de estas cualidades?
Expandir el corazón. El planeta está pidiendo a gritos que amemos, que compartamos, y la mujer tiene cualidades innatas por su histórica dedicación a cuidar, a parir, a lactar. Pero no es algo exclusivo. Hay hombres que tienen o desarrollan una sensibilidad exquisita y mujeres que la perdieron, por estar en la batalla del afuera. Celebro iniciativas como la ley de cuotas y la equidad de género en puestos de liderazgo, pero no basta con la presencia si vamos a replicar un modelo de dominio por sobre otro. Necesitamos hombres y mujeres que lideren parejos, desde una conciencia femenina.
¿Qué rol juega lo femenino en lograr la sustentabilidad?
A lo largo de la historia, la mujer ha vivido en peores circunstancias de esclavitud y pobreza que el hombre, hemos tenido que resguardar, con muy poco, a nuestro grupo. Sabemos cómo utilizar mejor los recursos, tenemos la capacidad de conservar, restaurar, no derrochar.
¿Cómo se aterriza eso a espacios en jaque como la educación?
En 10 años han muerto 1300 niños en casas de acogida o del Sename y somos de los países con las más altas tasas de suicidio adolescente. Podemos hacer grandes leyes, pero si quienes cuidan a nuestros niños no son capaces de cuidar de sí mismos, será un esfuerzo frustrado. Si nuestros profesores no están apasionadamente conectados con su espiritualidad y su misión, no serán capaces de sentir la libertad y seguridad de aplicar su vocación coherente e íntegramente al educar. Debemos reemplazar la excelencia en evaluaciones y volcarlo a un incentivo más virtuoso, desde la sensibilidad, la delicadeza, la calidad humana.
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