Sharoni Rosenberg y su camino acompañando a mujeres a encontrar el propósito




Antes de sus 33 años, la abogada y actual conferencista Sharoni Rosenberg – fundadora de la consultora Purposely y autora del libro El propósito no era lo que yo creía: pero en el camino descubrí mucho más- era lo que siempre ella había considerado como una mujer ‘exitosa’: una hija preocupada, una madre atenta con su familia, una buena esposa y una persona reconocida en su trabajo.

Sin embargo, después de diez años en el mundo laboral tradicional y luego de haber sido mamá de sus tres hijas, comenzó a atravesar una crisis existencial que le hizo cuestionar el ‘por qué’ de las decisiones que había tomado en la vida. “Hasta cierto punto, hice todo lo que mi entorno esperaba de mí. Y ahora, que ya había respondido a todo eso, me di cuenta no había saldado la deuda conmigo misma de hacer lo que quería. Así que me empecé a preguntar si realmente era feliz y no solo entendí que ese aspecto dependía de mí, sino que tenía que reinventarme”, relata.

Fue ahí cuando entró un postgrado de Sostenibilidad de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y encontró un tema que la mueve -y obsesiona, confiesa- hasta el día de hoy: el propósito. “Más que tener un plan súper claro de redefinir mi carrera, empecé a vivir la vida desde adentro. A escucharme y conocerme, y me empezó a ir muy bien. Creo que desde ahí dejé los miedos, y los paradigmas del deber ser. Y eso es lo que yo trato de despertar en las personas: un encuentro con su potencial desde el autoconocimiento”, manifiesta.

Además de dictar clases de “Empresas con Propósito y Filantropía” en la UC y UAI; Sharoni confiesa que dedica sus días a inspirar a las personas a reinventarse desde la filosofía del propósito, a través de talleres y eventos que realiza mediante su consultora. Hasta el momento, cuenta, han llegado a más de 10 mil personas a estas asesorías, de las cuales un 70% son mujeres. “Llegan varias entre los 35 y 45 años. En general, son mujeres que han logrado un cierto éxito, mirado en términos de lo tradicional. Tienen buenas carreras y nivel socioeconómico, y ya tienen una familia o decidieron no tener hijos. En el fondo, tienen una cierta estabilidad y se dan cuenta que la famosa promesa de la felicidad no aparece tan rápido. Dicen esto es una trampa, porque me dijeron que si estudiaba y trabajaba en una buena empresa, iba a ser feliz y no lo soy realmente. Al principio lo primero que viene es la culpa, porque uno se siente mal agradecida”, explica.

Sin embargo, Rosenberg también recibe a hombres que generalmente trabajan como ejecutivos, aunque -si se mira a nivel etario- llegan un poco más tarde, entre los 45 y 55 años. “Son profesionales que les ha ido extraordinario y no pueden creer que no haya nada más en esta vida. Han sacrificado mucho en el camino y se dan cuenta que este éxito tradicional ha tenido un costo muy alto para ellos. Además, miran a la generación de los baby boomers y no quieren ser así. Entonces hay un interés por cortar con un patrón generacional”, sostiene.

¿Por qué crees que ha sido necesario para las personas el tener que asesorarse para encontrar un propósito? ¿Dónde crees que nos estamos perdiendo?

Creo que estamos tan bombardeados de información y vamos tan rápido que no alcanzamos a digerir todo eso que nos llega. Tomamos 35.000 decisiones al día, pero de esas, solo el 0,3% son conscientes. Estamos viviendo en piloto automático y cualquiera que observe esto va a decir pucha, stop, estoy yendo como un robot.

Además, por mucho que estemos en recesión económica, si se mira el panorama global, hemos evolucionado en la capacidad de satisfacer nuestras necesidades básicas. Actualmente, hay menos pobreza, más acceso a trabajo, y a los bienes básicos que hace 20 o 30 años. Entonces, si bien las generaciones pasadas encontraban mucho sentido en proveer y satisfacer lo básico, hoy día eso no alcanza. Necesitamos aferrarnos a otras cosas para encontrar una motivación para levantarnos en la mañana.

En las historias de las mujeres que llegan a tus talleres, ¿Te sientes reflejada a nivel autobiográfico? ¿Ves una similitud respecto a la crisis que viviste tú en su minuto?

Sí y me encanta cuando llegan en esos momentos a hablar conmigo, porque sé lo que significa. Es un camino duro, pero lleno de satisfacciones. Y es que cuando llegas a ese punto de mayor angustia, es porque estás lista para empezar tu despertar espiritual y de conexión.

En tus talleres, muestras historias de éxito y conectas a diferentes personas que están pasando por el proceso de encontrar un propósito, ¿Qué tan relevante es contar con esta red de apoyo femenina en ese sentido?

Yo creo que la única forma de que uno tenga el coraje para hacer un cambio es encontrarse con algún referente que te que te inspire. Y en estos talleres aparecen esas historias. Entonces es fundamental porque donde más se aprende es con los otros y con sus relatos de fortaleza. Es decir, escuchando cómo a los demás también les pasa lo mismo. Cuando nos damos cuenta que, esto es un sentimiento más generalizado, entendemos que vinimos al mundo a hacer algo más grande

Las mujeres que llegan a tus talleres, ¿Con qué herramientas salen? ¿Cómo se van?

Se van con una perspectiva distinta de la vida, se les abre la mente. Entienden que tienen muchas más posibilidades de las que creen y que esto se trata de un trabajo interior que es para toda la vida. Y les baja la ansiedad, porque ya no están tan apegadas a ver los resultados. De repente deciden seguir en sus trabajos y reinventarse ahí adentro, o emprender dentro de sus mismas empresas o simplemente empezar a hacer algo distinto el fin de semana. Ven muchas más opciones. Creo que al final se trata de una filosofía de vida porque empiezas a dirigir a la vida de manera distinta.

No siempre es un borrón y cuenta nueva.

No. Por ejemplo, yo fui campeona chilena de tenis, jugué en mundiales y después odié el tenis. No hice deporte por 15 años. Y ahora estoy jugando pádel. Con eso, me di cuenta que sí me gustaba y que me había puesto una tranca por mi trayectoria anterior. Pero todo lo que hice antes me sirvió para estar dónde estoy ahora. Entonces es cómo me acerco más a ser yo misma con mi pasado incluido.

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