Por Juan Andrés QuezadaUna segunda vuelta previsible
Se dio la lógica que indicaban todas las encuestas, incluso antes de la primera vuelta. La sorpresa, eso sí, fue la amplitud del resultado, muy parecido al del plebiscito de salida de 2022, y el triunfo del líder de la oposición en comunas en que históricamente se imponía la izquierda.

1.- Triunfo macizo
En una elección que prácticamente quedó definida en la primera vuelta presidencial- dados los votos obtenidos por las candidaturas que se definían de oposición- la pregunta era cuál sería la brecha entre José Antonio Kast y Jeanette Jara.
La respuesta se supo muy temprano -apenas con el 20% de los votos escrutados- y aceleró los gestos republicanos que suelen coronar una elección. Más de 16 puntos porcentuales terminó imponiéndose como diferencia entre ambos candidatos, la segunda brecha más holgada en una segunda vuelta desde la competencia suscitada entre Michelle Bachelet y Evelyn Matthei en 2013 donde la diferencia alcanzó 24,3%.
Otro dato que refleja la magnitud de la derrota de la candidata presidencial oficialista fue que sólo se impuso en 34 de las 346 comunas del país. Desde la Región de O’Higgins al sur, Jara no ganó en ninguna comuna.
En la región de mejor desempeño electoral de Jara -la Metropolitana- Kast se impuso en comunas de históricos triunfos de izquierda como El Bosque, Cerrillos, Estación Central, Huechuraba, Independencia y San Miguel, entre otras.
La carta republicana se convirtió, además, en el Presidente electo con más votos en la historia de Chile, con 7.242.960 sufragios (58,17%), supera por amplio margen el récord previo del actual Mandatario, Gabriel Boric, que en 2021 obtuvo 4.621.231 votos.
“Compatriota, está claro que no logramos el resultados que esperábamos, pero la derrota es breve”, señaló anoche Jara a sus partidarios.
2.- Un plebiscito a Boric
El resultado de anoche, muy parecido al del plebiscito constitucional -de salida- de 2022, implica un duro golpe a Boric, quien llegó con una promesa refundacional para el país que terminó decantando en combate a la delincuencia y el narcotráfico, los temas que se terminaron imponiendo en la campaña debido a sus frágiles resultados.
Aunque Jara intentó marcar fuertes diferencias con la administración de Boric -al punto de cuestionarla abiertamente en el manejo del Caso Monsalve o la Reconstrucción de Viña del Mar tras los incendios- Kast terminó capitalizando el malestar ciudadano e hizo del “sentido de urgencia” su principal promesa de campaña.
Como hace 20 años, Boric repitió el sino de los gobiernos en ejercicio: no traspasar el poder a la carta oficialista.
El contundente triunfo de Kast termina por propinar, además, un fuerte remezón a la generación frenteamplista que llegó al poder con una alta expectativa de los chilenos, pero que paulatinamente tuvo que ir cambiando su plan de vuelo original.
“Tomamos este resultado con humildad y disposición a escuchar. La alternancia, como en muchas democracias, expresa un malestar no resuelto y una institucionalidad que responde lento”, puso en su cuenta de X, la presidenta del FA, Constanza Martínez.
3.- ¿Un nuevo ciclo?
La victoria del líder del Partido Republicano, quien anoche anunció que renunciará a su militancia, consolida la hegemonía de una nueva derecha que desplaza a los partidos de Chile Vamos que disputaron el poder con la izquierda desde la transición a la democracia en 1990 y que llevó a Sebastián Piñera dos veces a La Moneda.
La pregunta es si el desembarco de Kast abre un nuevo ciclo en la política chilena y termina por cerrar el periodo iniciado con el estallido social de 2019 que pavimentó el triunfo de Boric en 2021 y la llegada de una nueva generación al poder.
Para varios analistas el triunfo de la carta republicana -de marcado perfil conservador- rompe el tradicional clivaje del Sí y el No -en el plebiscito de 1988- que determinó a la política chilena desde la transición a la democracia hasta ahora, ya que Kast es el primer Presidente electo que respaldó abiertamente la dictadura.
Por de pronto, el desafío de Kast es convocar a una alianza amplia, que vaya desde Demócratas a los Nacional Libertarios e integrar a su futuro equipo de gobierno a todos los partidos que lo apoyaron en este balotaje.
4. La amenaza de las expectativas
A partir de hoy Kast deberá enfrentar a un rival invisible, que son las altas expectativas que tiene el 58,17% que apoyó ayer en las urnas sus drásticas medidas para poner término a la delincuencia, controlar la migración irregular y poner en marcha la economía del país.
Su alta votación le pone más presión para empezar a dar las primeras señales -y algunos nombres de sus colaboradores- antes de asumir su cargo, el 11 de marzo de 2026.
El nuevo Presidente no tendrá mayoría parlamentaria, lo que implica buscar acuerdos para concretar algunas de las promesas que hizo en la extensa campaña, en que dejó a la candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, en el camino, la gran ausente de la jornada electoral de ayer.
“Los cambios comenzaran de inmediato, pero los resultados demoraran(...) No nos pidan milagros, pídannos energía...”, dijo el mandatario electo, en su primer discurso, con muchos llamados a la unidad.
5. El reordenamiento que viene en la centroizquierda
Jeannette Jara señaló anoche que en esta nueva etapa, “la unidad será fundamental y hay que ampliar y fortalecerla”. El optimismo de la derrotada carta oficialista podría chocar con la desazón que dejó su derrota en sectores que la respaldaron.
No está claro si la actual alianza de gobierno seguirá existiendo en su tránsito a la oposición o se producirá un reordenamiento de fuerzas. Por de pronto, la presidenta del PS, Paulina Vodanovic, ha dado señales de querer hacer un pacto con el PC y sin el Frente Amplio. Por otro lado, sectores del Socialismo Democrático, advierten que es el momento de seguir el camino sin los comunistas.
6.-El primer traspié de Parisi
Los votos nulos y blancos no fueron los protagonistas del balotaje, como pretendía el excandidato presidencial, Franco Parisi. El líder del PDG llamó al 19,7 % que lo apoyó el 16 de noviembre a no marcar ninguna opción en la papeleta, lo cual reiteró ayer tras concurrir a votar.
Sin embargo, los votos nulos y blancos representaron poco más del 7%, frente al casi 4% registrado en la primera vuelta. De todas formas, es el mayor porcentaje para una elección presidencial -primera o segunda vuelta- desde el retorno de la democracia, aunque hay que considerar que es la primera con voto obligatorio.
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