Médicos y autoridades preocupadas por el bajo nivel de vacunación de la comunidad haitiana

Foto: Reuters

Aunque no hay cifras precisas, sí existe la percepción que los haitianos no están adhiriendo al programa de inmunización, entre otras razones, por desconfianza al proceso, razones culturales y el temor a ser deportados.


Haití carga el triste récord de ser el único país de occidente que no ha vacunado a ninguno de sus habitantes contra el Covid-19.

Pero a su habitantes parece importarles poco. A la mayoría de los haitianos no les interesa vacunarse y se muestran reacios a todo lo relacionado a la vacunación contra el Covid-19.

Según el estudio de la consultora Safitek Research, que midió las percepciones de la población en Haití en torno al proceso de vacunación, el 76% de la población haitiana desconfía del proceso de vacunación, y no se inocularían contra el Covid-19 si se les ofreciera la inyección.

Manifestantes marchan cerca de un bloqueo de carretera en llamas durante una protesta contra el gobierno del presidente Jovenel Moise, en Puerto Príncipe, Haití. Foto: Reuters.

El fenómeno no solo ocurre en su isla. También se ha replicado en otros países donde han emigrado, como Chile.

Campaña de inoculación en Chile

En Quilicura, comuna con una alta tasa de población haitiana, el proceso de vacunación ha tenido “trabas” para conseguir una mayor adhesión por parte de esta comunidad.

Así lo indica Pablo Salinas, dirigente de la comisión de jóvenes de la Confederación Nacional de Funcionarios de la Salud Municipalizada (Confusam).

Salinas dice que a través de un amigo que trabaja como traductor, ha recogido algunas críticas de la comunidad haitiana, como que el Gobierno central no ha sido inclusivo en la campaña nacional de vacunación, por ejemplo, para integrarlos por medio de publicidad masiva en su idioma, lo que ha provocado que se sientan excluidos del proceso.

Muchos de ellos piensan que la vacunación no es buena para ellos, o muchos no saben para qué sirve la vacunación. El Gobierno podría haber hecho una campaña donde también podrían estar incluidos, pero eso no se ha hecho. Partiendo por el idioma, porque muchos no entienden para qué sirve, cuándo tienen que volver, todas esas gestiones no se hacen. Y también, muchos no creen que la vacuna sea efectiva por la poca información que no llega adecuadamente a ellos y ellos quizás no lo ven como algo prioritario”, señala Salinas.

Las manos de un adulto mayor sostienen una cédula y el carnet y una credencial que indica que la persona recibió la vacuna y cuando debe ir por la segunda dosis. Foto: Karl Chinga/Agencia Uno.

“Debería existir otro mecanismo por parte del Gobierno y del Ministerio de Salud que pueda llegar a través de su idioma e informar que esta vacuna hace bien y que previene de algo que les puede causar la muerte”, añade.

Según Patricio Román, director del Centro de Salud Familiar (Cesfam) Dr. Raúl Moya Muñoz de la localidad de Hospital, poblado rural de Paine, han detectado una baja adhesión de la comunidad haitiana al programa de inmunización en los cuatro puntos de vacunación de Hospital. “Atendemos a 2.186 migrantes haitianos, sin embargo, sólo hemos vacunado 610 con la primera dosis, y 238 tienen su esquema de vacunación completo” dice Román.

Las razones, de acuerdo al director del Cesfam de Hospital, tiene que ver con la percepción de riesgo que tiene la comunidad haitiana en relación al Covid-19. “Su población no confía en el proceso por la falta de experiencia que tienen en campañas de vacunación, es algo nuevo para ellos, no tan cercano como lo es acá en Chile”, indica.

Para revertir esta situación, Román menciona que debe existir un proceso de sensibilización con la población haitiana, generando cápsulas educativas en creole. “Los facilitadores que están en nuestros Cesfam no hicieron material en su idioma. Se debe hacer comunicación de riesgo, pero en su idioma, no en el nuestro”, declara.

Similar opinión tienen desde el Colegio Médico (Colmed), que señalan que, según los datos manejados por distintas organizaciones que trabajan con migrantes, como el Servicio Jesuita a Migrantes, han revelado que el acceso a la vacunación está siendo bajo en esta población.

Para la doctora Francisca Crispi, presidenta regional de Santiago del Colegio Médico, detrás de esto está “la información contradictoria que se ha entregado sobre cuáles son los requisitos para vacunarse y el miedo a que esto se pueda vincular a procesos de deportación”. Frente a esto, explica Crispi, todas las personas migrantes, sobre todo en una situación donde las fronteras están cerradas al turismo, deberían acceder a la vacuna con su pasaporte o carnet del país de origen, ya que la solicitud de cualquier tipo de documento de visa es una barrera que disminuye la vacunación en ese grupo.

Regreso de haitianos a su país
Según los datos manejados por distintas organizaciones que trabajan con migrantes, como el Servicio Jesuita a Migrantes, han revelado que el acceso a la vacunación está siendo bajo en esta población.

Además, la presidenta regional de Santiago del Colmed menciona que es necesario reforzar la comunicación dirigida a esta población, que invite a la vacunación y que dé garantías que esto no se vinculará a ningún proceso de deportación. “También, para la población haitiana, sería importante entregar mensajes en creole”, agrega.

De acuerdo a Jean Demezier, presidente de la Fundación Timounyo, dedicada a la inclusión migratoria de haitianos, reconoce esta apatía por la vacuna. Algunos no creen en ella, por su religión y porque piensan que tendría efectos nocivos en su cuerpo.

Jean Demezier
Jean Demezier, presidente de la Fundación Timounyo.

Según Demezier, la gente en Haití no cree tanto en el virus porque hacen una vida normal. “Algunos lo han presentado de forma asintomática, por lo que a veces ni se dan cuenta de que están enfermos”.

Desde el Ministerio de Salud (Minsal) no tienen datos duros de qué porcentaje de la población haitiana se ha vacunado, pero reconocen que tienen una campaña dedica exclusivamente a ellos.

“En comunas como Quilicura o Estación Central, donde los datos dan cuenta de alta presencia de comunidad haitiana, el trabajo de promoción se realiza a través de las cuadrillas sanitarias, que son un grupo de jóvenes, en su mayoría vinculados al área de la salud, que tienen como objetivo educar a la población sobre la promoción de la salud y las medidas de autocuidado en el contexto de pandemia”, explican desde el Minsal. Agregan que en estas comunas se despliegan cuadrilleros haitianos en vacunatorios, Cesfam y calles para invitar e informar sobre el tema a esa comunidad en su idioma. En la Región Metropolitana aproximadamente el 12% de los cuadrilleros son de nacionalidad haitiana.

Equipo de Médicos Sin Fronteras en una misión en Haití.

Crisis política en medio de una crisis sanitaria

Para Eduardo Thayer, sociólogo y académico de la Universidad Católica Silva Henríquez, la disposición a vacunarse responde a la distancia que siente la población al proceso, ya que, ni siquiera se sabe cuándo el gobierno haitiano empezará su propio proceso de inoculación. “Hay una mayor distancia con el proceso y las vacunas. La disposición a inocularse va creciendo a medida que las campañas nacionales de vacunación se despliegan y esto se ha visto en otros países”, dice.

Haití vive una larga crisis disparada a principios de 2021 cuando la oposición denunció que el mandato de Jovenel Moise, quien gobierna por decreto por la ausencia de un Parlamento electo, expiraba el 7 de febrero. El presidente sostuvo que tiene derecho a seguir en el puesto hasta febrero de 2022.

Las tensiones aumentaron al aplazar las elecciones para el referéndum constitucional previsto para finales de junio, a raíz del aumento de casos de coronavirus en el país.

La nación de 11 millones de habitantes, según los datos de la Universidad John Hopkins, ha tenido cifras relativamente bajas de contagios, acumulando 17.600 casos desde el 2020. Sin embargo, el aumento de las variantes de preocupación Alpha y Gamma han empezado a saturar los servicios de salud de la nación caribeña.

Una enfermera prepara una jeringa de la vacuna Pfizer-BioNtech Covid-19 en un centro de vacunación, en Garlan, en el oeste de Francia. El país galo permitió la vacunación a todos los adultos, para evitar otra ola de infecciones causadas por nuevas variantes de virus. Foto: Fred Tanneau/AFP.

Y a pesar de esta alza, el gobierno rechazó la llegada de la vacuna AstraZeneca ofrecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) mediante el mecanismo Covax, debido al “revuelo mundial que hay en torno a ella, y al considerar que la población del país “no la va a aceptar”.

Las cifras reafirman las percepciones. De acuerdo al estudio de Safitek Research, el 57% de los encuestados cree que las autoridades sanitarias no toman la pandemia como algo serio, casi duplicando las cifras del año pasado (29%). Peor es la percepción hacia las autoridades estatales, donde solo un 8% cree que toman la crisis sanitaria con la seriedad necesaria.

La directora de la Organización Panamericana de Salud (OPS), Clarissa F. Etienne, afirmó que la respuesta contra el Covid-19 debe ampliarse drásticamente, y que el país necesitará mayor capacidad de atención, así como apoyo para adoptar las medidas de prevención necesarias para frenar la transmisión, ya que las acciones de salud pública “están siendo ampliamente ignoradas por la población en general”.

La directora de la Organización Panamericana de Salud (OPS), Clarissa F. Etienne, afirmó que las acciones de salud pública “están siendo ampliamente ignoradas por la población en general”.

Incorporación al proceso de vacunación chileno

Sin embargo, Thayer dice que sería errado atribuir el rechazo solo a una cuestión cultural, porque, lo que se ha visto en nuestro país es que precisamente las personas migrantes son las que han reclamado y por medio de las mismas organizaciones de comunidades han empujado la vacunación para sus integrantes.

Báltica Cabieses, directora del Programa Estudios Sociales en Salud de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, coindice en que la no vacunación de ciertos grupos poblacionales responde a diversas problemáticas, no solo tiene que con la experiencia personal y sus propios sistemas de creencias y prácticas, sino también con las oportunidades de acceso al sistema de salud, y lo que éste es capaz de ofrecer en cada país.

Refugiados y migrantes que viven en barrios marginales de Santiago de Chile. Foto: ACNUR

“Haití, que es un país de bajo ingreso en una región que tiene países de alto ingreso como Chile, Uruguay o Argentina en su momento. Desde la colonia no han logrado desarrollar sistemas de protección social estables y firmes, lo cual ha generado históricamente una cultura de desconfianza hacia las instituciones públicas, hacia el Estado”, dice.

En el sistema de salud no hay un abordaje de atención primaria, es principalmente secundario, con grandes deficiencias de recursos y capacidades humanas”, señala. Por lo que, dice que se debe instalar un plan de vacunación agudo, ágil, para cubrir el costo extra de la vacuna que se debe comprar para el país completo, tiene por cierto, dificultades también con respecto a la relación que ya estaba establecida por la población haitiana con sus sistemas de protección social y con sus instituciones públicas”, indica Cabieses.

Si uno toma las vivencias que los migrantes han tenido con su sistema de salud, Cabieses afirma que es posible comprender las diversas experiencias que hay al relacionarse con el sistema de salud local, que quizás no esté directamente relacionada con el sistema en sí, sino que es en parte por la historia propia del país de origen y al momento de generar campañas de vacunación se debe pensar en cómo ha llegado este proceso a ellos.

La distancia o la autoexclusión de proceso de vacunación, según la investigadora, se sitúa, primero, en las percepciones de la comunidad hacia las posibles consecuencias que puede traer asistir a estos centros, y también en las prioridades de sobrevivencia de los migrantes.

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“Para no cumplir o no seguir distintas medidas de prevención, llámese mascarillas, distanciamiento social, quedarse en la casa tiene que ver, por un lado, con condiciones de vida y necesidad de salir a trabajar para poder subsistir, un estado de necesidad y condición de vida de supervivencia, ‘si no salgo a trabajar no como’", indica la investigadora Báltica Cabieses.

Además, del distanciamiento que sienten con el sistema de salud, muchos piensan además que, si se acercan a los centros de vacunación, pueden ser detenidos o deportado “y si es que están en situación irregular o con visas en trámite, esa razón es mucho más poderosa en este momento, más que alguna creencia en particular o alguna religión específica de algún colectivo particular del país de origen”, agrega Cabieses.

Alexandra Obach, antropóloga social, y docente en el Programa de Estudios Sociales en Salud, Magíster en Estudios de Género y Doctora en Antropología Social y Cultural menciona que la posible reticencia de la comunidad haitiana en el país también se debe a episodios de discriminación por la condición migratoria.

En abril de 2020, en un cité en donde vivían mayoritariamente haitianos mencionaron que estaría siendo un foco de Covid-19 preocupando a los vecinos de la población Parinacota en Quilicura. Foto: José Francisco Zúñiga/Agencia UNO.

La antropóloga indica que ellos son conscientes de sus niveles de vulnerabilidad social respecto a esta pandemia, que son uno de los principales agentes posibles de contagio, a raíz de las condiciones de vida y las determinantes de salud a los cuales están expuestos en su vida en Chile; alta condiciones de hacinamiento, falta de acceso a agua potable, etc.

Entonces, las poblaciones más expuestas a situaciones de vulnerabilidad o de mayor riesgo, sostiene Obach, efectivamente quieren acceder principalmente para salir de esa situación de riesgo. Eso tiene estrecha relación con una suerte de distanciamiento de desconfianza con el sistema de salud, que generalmente, “si bien se han hecho importantes avances, continúa con barreras de acceso para la población migrante y para la población migrante haitiana aún más, sobre todo principalmente por diferencias idiomáticas que hay presente”, agrega la antropóloga.

Hacia una campaña de vacunación intercultural

De acuerdo a las investigadoras, la meta de alcanzar una inmunidad de rebaño se vuelve difusa cuando no se toman en cuenta el enfoque intercultural para reconocer y abordar las problemáticas presentes en los distintos y diversos grupos poblacionales que se encuentran en nuestro país, adaptando las estrategias territoriales, de comunicación y, por sobre todo, entregando las garantías que este proceso sanitario no se mezclará con un fin político.

Obach comenta que recién en las últimas semanas se han visto campañas de vacunación dirigidas a ciertas poblaciones, y que tampoco al inicio se tenían en consideración, por ejemplo, los horarios en los cuales las personas trabajan, que pudiera existir un horario extendido, o mayor cobertura de la vacuna o mayor acceso a la vacuna durante los fines de semana. También, explica la antropóloga, las poblaciones en general temen acceder o acercarse al sistema de salud por miedo a la deportación, o a malos tratos, o a discriminación, etc., como fue el caso de la población haitiana que mucha de ella fue apedreada en sus casas en un primer momento de la pandemia, existiendo fuertes discriminaciones diciendo que ahí había focos de contagio. Por ende, apunta, acercarse al sistema de salud o en general hacer visible su presencia durante la pandemia no es muy grata para ciertas comunidades, sobre todas las que viven situaciones de mayor vulnerabilidad.

Los vacunatorios móviles han sido un mecanismo para poder inocular a los habitantes que, por horarios, no pueden los días de semana. Foto: Sebastián Gaete/Agencia UNO.

Cabieses plantea que se debe salir de la lógica comunicacional “venga a vacunarse”, y cambiarla por la de ir al encuentro hacia esa comunidad es para crear espacios de diálogo horizontales, respetuosos, y, en definitiva, tácticas interculturales efectivas que realmente permitan calmar la ansiedad, reconocer al ser humano que hay detrás de cada categoría, más allá de la etiqueta se le asigna dentro de un país.

Para Obach, es necesario realizar estrategias que no sean homogeneizantes, sino más enfocado a distinguir las necesidades particulares de poblaciones específicas, y esta comunicación hacerla con una pertinencia cultural y que sea una estrategia que haga sentido a los territorios y desde las comunidades, que haya una efectiva relación entre sistema de salud las comunidades para poder hacer más eficiente estas campañas de salud pública y que dejen atrás todo tipo de entrecruce de lo que es una estrategia de salud pública y estrategias políticas que finalmente ensombrecen la posibilidad del avances una campaña de salud pública.

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