Manifiesto de Pedro Fontaine, actor y productor: "Me suena raro hablar de 'mi papá, el ministro'. Con él siempre se puede tener conversaciones abiertas y estar en desacuerdo".

"Vengo de un entorno en el que cuesta romper ese camino predeterminado de utilizar privilegios dados para convertirlos en propios. Todas las caricaturas que se hacen de ese ambiente son ciertas", dice uno de los protagonistas de la película Araña.


Jugaba a las Barbies con mi hermana. Somos cinco hermanos: cuatro hombres y una sola mujer, Amparo. Ella tenía un trauma con eso. Entonces, su entretención era vestir de niña al hermano chico. Me travestía. No me peinaba ni pintaba, no era algo tan elaborado, no era RuPaul.

Soy seguidor de un equipo que no me representa. Es algo que uno adquiere muy chico y después es difícil desapegarse afectivamente. No me acomoda la Iglesia Católica, entonces me parece gracioso y contradictorio que el equipo del cual soy hincha lleve su nombre. Nunca he perdido el interés por el fútbol, es una entretención pura, pero mi interés por la Católica se ha ido desvaneciendo.

Me suena raro hablar de "mi papá, el ministro" (Juan Andrés Fontaine). Con él siempre se puede tener conversaciones abiertas y estar en desacuerdo. Es una persona que nos ha permitido ser lo que queremos ser y pensar libremente. En la casa siempre nos incentivaron la creatividad y la imaginación. Incluso, mi papá, que es economista, también es pintor, algo que le daría mucho pudor que se supiera.

Estudié Ingeniería Comercial en la Católica por seguir al rebaño. Vengo de un entorno en el que cuesta romper ese camino predeterminado de utilizar privilegios dados para convertirlos en propios. Todas las caricaturas que se hacen de ese ambiente son ciertas. Hay gente muy confundida, que llega por descarte. Me di cuenta de que no era lo mío, así que me metí a talleres de actuación, lo que realmente quería hacer. Sufrí, pero terminé la carrera con puros cuatros.

En Nueva York descifraba día a día la forma de mantenerme. Mientras estudiaba actuación no tenía mucha vida. Iba de la escuela al restorán; garzoneaba e iba a audiciones, el cliché máximo. Un amigo decía que la propina era el impuesto para mantener a los artistas.

La productora de Andrés Wood me encontró parecido a Marcelo Alonso. Nos conocimos en una fiesta y me invitó a la audición de Araña. Así que tuve la suerte de compartir personaje con Marcelo. Siento que fue muy generoso, me dio calma y me permitió mi espacio. Escuché su visión y la incorporé. Pudimos armar un personaje coherente en los tiempos de la película.

Si hago una caricatura del "facho Patria y Libertad", ¿qué tanto estoy comunicando? Siento que la película no quiere sobrecontar el contexto histórico, sino entender a los personajes como humanos. Para eso hay que disociarse bastante de lo que uno pueda opinar.

https://youtu.be/tW2XKve648c

Es importante reflexionar acerca de donde uno viene. Una película como Aquí no ha pasado nada incomoda, porque hace preguntas y hay gente que no quiere hacérselas. A ese proyecto llegué como productor ejecutivo, pero la visión es del AFA (Alejandro Fernández). Era una película necesaria, urgente. Ojalá la hubiera visto más gente.

Me gustan mucho las fuentes de soda. Es como si se hubieran quedado pegadas en el tiempo. Antes iba harto a La Terraza; tomarse un schop y compartir unas papas fritas es un gran panorama. En Estados Unidos me enamoré de los diner. Son como instituciones que preservan lo más "americano".

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