Ciberacoso y ciberacosadores: ¿Qué podemos hacer?

El hostigamiento online no es un juego de niños y tiene grandes influencias en la salud mental de los jóvenes. Ansiedad, depresión y angustia son algunos efectos en las víctimas que no suelen buscar ayuda. Próximos al Día contra el Ciberacoso Escolar, el Ministerio de Salud lanzó una guía práctica para prevenir futuros ataques online: consejos para adultos, víctimas y testigos que se basan en una comunicación fluida y un trabajo en equipo, que busca contrarrestar la violencia digital.


El 15 de julio de 2014, Cristóbal Vidal tenía 12 años y volvía de sus vacaciones familiares en Chillán a Santiago. En un momento del viaje su hermano mayor comenzó a hablarle en secreto a sus padres mientras se pasaban el celular. A él nadie le decía nada, hasta que le mostraron el teléfono. “Confieso q Cristobal Vidal es gai por q siempre se junta cn mujeres y no tiene ningún amigo hombre y eso molesta por q se cree mujer y insulta a las mujeres como si fuera mujer (sic)”, se leía en una imagen en Instagram posteada desde una cuenta de confesiones anónimas. Él sabía de la existencia de la cuenta, pero no sabía que era el protagonista la última publicación. “La mente se me fue a blanco”, recuerda siete años más tarde.

Los siguientes días no fueron más fáciles. “Me daba mucha pena y vergüenza porque estaban diciendo esas cosas de mi”, cuenta. Por eso decidió quedarse los días restantes de vacaciones encerrado en su casa. Apoyado por sus padres y hermanos Cristóbal volvió el primer día del segundo semestre de quinto básico. “Ese día fue del terror, llegué como en las películas, cuando una persona entra a la clase y hay un silencio en que todo el mundo lo mira; ese era yo. Me acuerdo que me lo pasé encerrado en el baño llorando, no quería salir, incluso me perdí clases”.

Sus padres informaron al colegio y como era algo que se estaba dando en el nivel, se hicieron charlas a los apoderados, a la generación, e incluso la Brigada de Cibercrimen de la PDI fue ha exponer sobre el cyberbullying frente a todo el alumnado. Pero Cristóbal estaba en quinto básico y se le había caído el mundo. O eso sentía.

Casos como el suyo hay muchos. Según el estudio “Posibles relaciones entre ciberacoso y tendencias depresivas (2020)”, realizado a jóvenes entre 15 y 29 por StatKnows, en colaboración con la Fundación Katy Summer y la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo, existe una clara correlación entre el acoso digital y los síntomas depresivos. De los jóvenes que afirman haber sido víctimas de ciberacoso, un 37% mostraron sintomatología depresiva mayor y un 20% sintomatología depresiva menor. En el caso de Cristóbal, enfrentó la situación con apoyo de su familia y amigos, además de asistir a especialistas de salud mental.

Es el problema que llevo al Ministerio de Salud (Minsal) a lanzar la Guía práctica para la Prevención del Ciberacoso en adolescentes, donde ofrece información práctica tanto para los jóvenes como para sus familias e informa sobre las diversas maneras en las que se puede presentar el ciberacoso. “Uno de cada diez padres o madres en Chile dice tener un hijo que ha experimentado ciberacoso escolar, y cuando un padre o cuidador lo reconoce es porque es bastante evidente. Las denuncias siguen aumentando año a año, han aumentado más del 70%, lo que habla que el fenómeno es importante y requiere información por parte de la ciudadanía como para poder reconocerlo, actuar adecuadamente” afirma Matías Irarrázaval, jefe del departamento de Salud Mental del Minsal.

Más conectados, más expuestos

Ese día Sofía recibía reiterados llamados de números desconocidos en su celular. Los mensajes eran confusos y no entendía por qué no paraba de sonar el teléfono. Una de las llamadas fue un hombre que no conocía. “Te llamo porque publicaron tu número en una página, te aviso porque supongo que es una broma o algo así”, le dijo. Sofía, quien prefiere guardar su identidad, vio el link que le envió el desconocido. En la popular página de humor Jaidefinichon estaba publicada una fotografía de una mujer desnuda que decía que la contactaran para servicios sexuales. El número era el teléfono de Sofía.

“El ciberacoso entre pares involucra el envío o publicación de textos o imágenes dañinas o crueles sobre una persona, a través de Internet, redes sociales u otro medio de comunicación digital. Las conductas de ciberacoso pueden también involucrar el acoso, la exclusión, la suplantación de identidad, la divulgación de información privada o de rumores (falsos o reales)”, define en el inicio la guía, donde menciona el delito que sufrió Sofía cuando tenía 17 años. La joven actuó rápidamente, acudió a su mamá, a sus compañeros del colegio y a la PDI, hasta que logró llegar por su lado a quién había publicado la fotografía y que la eliminaran del sitio. El autor era un joven que ella conocía. Cuando supo que había una denuncia, se disculpó y le pidió que se retractara. Para ella no fue un trauma, cree que actuó bien, pero desde entonces que no responde números desconocidos.

En Chile más de la mitad de los niños tiene redes sociales, según un estudio de la compañía de ciberseguridad Kaspersky y CORPA, lo que aumenta la exposición a la violencia digital. “Los adolescentes chilenos son los más conectados del mundo. Ostentan un triste récord de más de 6 horas al día frente al celular”, agrega como dato la directora del Diplomado en Gestión del Clima y Convivencia Escolar de la Escuela de Administración de Servicios UANDES, Soledad Garcés.

Frente a esta realidad, el estudio Posibles relaciones entre ciberacoso y tendencias depresivas (2020) buscó cuantificar cómo se manifestaba esa amenaza dentro de los jóvenes de la Región Metropolitana. Del total de encuestados de 15 a 29 años, el 45% dice haber sido acosado al menos una vez en los últimos tres meses, y más de la mitad de ese grupo presentó alguna sintomatología depresiva. “El acoso virtual está presente en la vida de los afectados 24/7. Esto implica sentirse vulnerado, ansioso, estresado y triste día y noche. Claramente, esta situación afecta profundamente el equilibrio emocional de los adolescentes”, sostiene Garcés.

La misma encuesta muestra que pedir ayuda no es la conducta más frecuente, solo un 3% de quienes afirman haber sido acosados dicen haber pedido ayuda a sus padres y un 1% a las autoridades del establecimiento educacional. Una de las reacciones más comunes es ignorar lo que está pasando. “La necesidad de pertenecer a un grupo, ser aceptado por los pares y empezar a dejar el núcleo familiar como único espacio afectivo es una prioridad para los adolescentes. Entonces, el pedir ayuda, puede afectarles más y prefieren aguazarlo o usarlo desapercibido”, agrega la especialista.

El director ejecutivo Fundación Katy Summer, Emanuel Pacheco, piensa que la recepción del adulto también afecta en la falta de iniciativa, “al no entender este fenómeno, los adultos lo ignoramos, creemos que el mundo virtual es ficticio, no es real. Y respecto a la cifra, nos preocupa que la acción inicial sea ignorar porque esto no es ignorable, cada vez que te metas a la red social lo vas a ver, te van a mostrar lo que dijeron de ti”, afirma.

En esa soledad y silencio que ignora el ciberataque es que aparecen las peores reacciones, una de ellas son las autoagresiones. “Cuando una persona siente un dolor que no puede controlar, de alguna forma el cerebro te lleva a hacerte un dolor que puedas controlar, autoinfligido. Eso te demuestra que esto no es un fenómeno que sea virtual, esto es un fenómeno real, físico, que pasa del mundo digital al mundo real con rapidez”, dice Pacheco, quien junto a su esposa Evelyn Zamorano creó la fundación con el nombre artístico de su hija Katy Winter, la joven de 16 años del Colegio Nido de Águilas que, siendo víctima de ciberacoso, decidió quitarse la vida en 2018. El caso conmocionó al país y se volvió a hablar de ciberacoso. Pero el problema persiste para miles de jóvenes. Pacheco recalca que es necesario que los adultos hagan conciencia y por eso han dedicado tiempo y recursos como familia para entender mejor a los jóvenes en esta situación.

La vida online de los hijos puede ser terreno desconocido e incluso escondido para los adultos. “Los cuidadores padres pueden tener sospechas pero pueden no saber qué es lo que está viviendo su hijo o hija en cuanto a si corresponde a ciberacoso o no, pueden no saber si es que el fenómeno está presente o si su hijo o hija es de riesgo, pueden no saber cómo actuar si es que su hijo o hija le cuenta qué tuvo un problema en las redes sociales”, dice Matías Irarrázaval. El jefe del departamento de Salud Mental del Minsal explica que ahí recae la importancia de publicar una guía práctica que aconseje en palabras simples a todos los actores envueltos en episodios de ciberacoso. Por un lado están las víctimas, por otro los adultos y también los testigos, cada uno puede ayudar a prevenir o a solucionar el conflicto, si están bien informados.

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En un perfil de Instagram anónimo se realizaban rankings de belleza entre los estudiantes de un mismo colegio en Santiago. Fernando estaba en sexto básico cuando le avisaron que lo estaban ranqueando a él y al revisar los comentarios se puso a llorar. “Es muy gordo”, escribía una cuenta anónima, entre otros comentarios negativos sobe su cuerpo. Fernando se sintió mal pero se quedó callado, no quería agrandar el asunto ni quedar como el “acusete”. En ese entonces lo recomendado según los especialistas de este reportaje era que Fernando se dirigiera a un adulto de confianza, pero no lo hizo. Tampoco lo reportó, como recomienda la guía práctica.

Dos días más tarde lo llamaron a la oficina del encargado de convivencia escolar que se había enterado de lo que estaba pasando, desde donde alertaron a sus padres. “El profesor me preguntó qué sentía, me dijo que esto no se podía permitir y que si yo sabía quién podía ser. Yo tenía una tincada pero creía que si lo decía iba a aumentar el bullying, así que me quede callado”, cuenta el joven. El miedo que sentía Fernando es uno de los mitos frecuentes ante el ciberacoso según el Minsal, el sentir que tienen que resolver el problema solos.

No sabe cómo pero el director supo el nombre de los dos compañeros que habían ciber agredido a Fernando. Los llamaron también a la oficina donde les informaron que estarían con advertencia de conducta, es decir, si hacían algo más serían expulsados del colegio. Después los juntaron a los tres, los niños le pidieron perdón a Fernando y volvieron a clases. “Me sentí mal, me sentí incómodo, ellos siempre pensaron que fui yo quien los acusó y resulta que eran los más populares del curso entonces no era algo bueno”, recuerda. Según Pacheco, de la Fundación Katy Sumer, esto es exactamente lo que no hay que hacer como establecimiento, sostiene que la mejor manera de llevarlo es entender a la víctima y no amenazar con castigos, sino realizar acciones reparadoras o sanativas con la comunidad, “no es una lógica en la que busquemos cuáles son los malos y expulsémoslos, porque no hay malos, hay jóvenes que están sufriendo y tienen que tratarlo desde esa perspectiva. ¿Cómo nos hacemos cargo de las posibles victimizaciones que los jóvenes están sintiendo?, antes de que esa victimización evolucione a agresión contra otros o a sí mismo”, dice.

Así como el de Fernando hay más casos de ciberacoso que están sucediendo y que van a suceder, por eso parte importante de la educación digital incluye la prevención de este tipo de hostigamiento. Para Daniela Henriquez, directora ejecutiva de Efecto Mariposa, una fundación que aborda la salud mental, convivencia digital y el fomento del buen trato, lo más efectivo para prevenir estos ataques es una buena comunicación y el acompañamiento del adolescente en su experiencia virtual. “También es vital estar en los espacios que están los adolescentes, si te dice que bajó Tik tok, bajalo también, no seas un testigo lejano de los espacios donde se desenvuelve”, dice Henríquez. Como fundación, cuenta que tienen una práctica que recomiendan: “el acuerdo es que adolescente decida tener dentro de sus amigos o seguidores a lo menos a algún adulto de la familia, que puede ser un tío o un primo y que éste ande pendiente en sentido de alerta y puedan conversar, pero no desde la sanción sino desde el diálogo”, explica, para que así haya alguien al tanto de la personalidad virtual del niño.

Por su parte, la guía del ministerio recomienda a los jóvenes algunas de las medidas como proteger la información personal, no compartir claves, no ofender a los otros, reportar los comentarios y no subir fotografías que comprometan su privacidad. Y hace hincapié en que los adultos estén alerta de los cambios de actitudes en los niños.

Cristóbal Vidal, el joven del inicio del reportaje, piensa en quienes están sufriendo hoy lo que él sufrió hace unos años, “le digo a ese niño que no le de vergüenza, que no se sienta humillado porque no es menos que los otros. Y sí, te vas a bajonear porque no es fácil pero tienes que buscar apoyo, sea papás, amigos, abuelita, tía o sicólogo, quien sea pero ahora necesitas que alguien te ayude y proteja un poco”, dice como consejo y reflexiona: “es fuerte pasar por eso pero al final te hace una persona mucho más grande, yo tuve un proceso de aprendizaje y ahora tengo una maleta llena de herramientas”.


  • REVISE LA GUÍA PRÁCTICA PARA LA PREVENCIÓN DE CIBERACOSO EN ADOLESCENTES DEL MINSAL AQUÍ

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