Sharon Tate, una adorable criatura

VARIOUS - 1966
Foto: Pierluigi, Shutterstock.

Meses antes de que se cumplan 50 años de la muerte de la actriz estadounidense, asesinada a puñaladas a sus ocho meses de embarazo, el Museo de la Moda exhibe hasta el 4 de noviembre una selección de vestuario y objetos de quien fuera una elegantísima exponente del estilo de los 60. Su hermana, Debra Tate, la recuerda en esos días luminosos antes de que la devorara la tragedia.


Tiene razón Jorge Yarur, director del Museo de la Moda, cuando dice que "la Familia Manson no solo mató a Sharon Tate, sino que asesinó su imagen, anuló su carrera y su nombre. Su trayectoria como modelo y actriz quedó opacada frente a uno de los crímenes más espantosos del siglo XX y mucha gente ni siquiera habla de ella, porque Sharon Tate es sinónimo de algo horrible".

Basta un rápido recorrido por Amazon.com para confirmar que hay más libros sobre Charles Manson que sobre Sharon. Del responsable intelectual de la macabra noche del 8 de agosto de 1969 en Los Angeles, en que la actriz estadounidense embarazada de ocho meses y cuatro personas más fueron asesinadas en la casa que compartía con su marido, el director Roman Polanski, se escribió y se especuló durante todo el tiempo en que cumplió condena en una cárcel de California, hasta que murió a los 83 años, el 19 de noviembre pasado. Sharon, nominada un año antes de su muerte a un Globo de Oro como actriz revelación por la película Valle de muñecas, quedó para siempre congelada en sus 26. Teñida por la desquiciada tragedia generada por una secta articulada por el lado más oscuro e incomprensible del hipismo y alimentada por el abuso de todo tipo de drogas.

"No es justo que ella quede reducida a sus últimos veinte minutos de vida. Ella era mucho más que su muerte. Era una mujer extraordinaria y fue un regalo para toda persona que se cruzó en su camino", dice al teléfono Debra Tate, hermana casi diez años menor que Sharon. Única integrante viva de la familia y única heredera de sus derechos intelectuales. En su rancho de California, esta ex maquilladora se dedica al cuidado de animales en riesgo de extinción, especialmente aves. Además, continúa con la cruzada que lideró su madre, la activista Doris Tate, fallecida en 1992, para impedir que ninguno de los involucrados en el asesinato de Sharon accediera a beneficios de libertad. "Cuando una tragedia ocurre en la mitad de la noche, hablo con las familias y los apoyo en lo que viene", explica.

Debra Tate viene preparando hace tiempo la conmemoración de los 50 años de la muerte de "mi Sharon", como llama tiernamente a su hermana mayor. En 2014 publicó Sharon Tate: Recollection, un libro que recorre la vida de la actriz con fotografías familiares, citas, ensayos y un hermoso texto de Polanski, con quien Debra ha seguido en contacto, según cuenta.

La exposición del Museo de la Moda y la casa de subastas Julien's Auctions puede considerarse su segundo gran paso, ya que es consecuencia de su determinación de sacar a la luz las pertenencias de Sharon que durante años mantuvo en privado y cuidó como tesoros. "Los objetos de las personas que ya no están son una evidencia física de que existieron. Uno toma algo en sus manos y ya puedes recordarlos y sentirlos cerca. Tengo tantas cosas de Sharon: platos, cubiertos, libros, ropa, zapatos, de todo. Decidí en un momento que era egoísta guardarme eso para mí. Quiero que la gente, sus fans y las nuevas generaciones, puedan ver algo tangible de ella y de su sentido de la moda".

"Sharon Tate: celebrando su vida" recorre parte del guardarropa de la actriz a través de piezas fechadas entre 1964 y 1969. Años fundamentales del desarrollo de la historia de la moda, marcados por "el terremoto juvenil" o el "swinging London", cuando por primera vez los jóvenes irrumpen en la cultura a través de un lenguaje en el vestir (aparecen la minifalda y el bikini, por ejemplo), la música, el cine y la literatura, entre otras manifestaciones espejo de los movimientos políticos y sociales de la época, y el quiebre con la generación anterior. Ese contexto se cruza con el ascendente desarrollo profesional de la actriz, que viajaba frecuentemente a Europa. Eso posibilitó que estuviera al tanto de lo que sucedía en materia de moda, vistiera las marcas más sofisticadas y vanguardistas del momento y fuera una adelantada en su propio país.

"Ella se convirtió naturalmente en una fashionista. Vivió la transición entre la moda poco confortable de los 50 y 60, y eligió ante todo la comodidad. Le gustaban los materiales naturales, como el algodón, y yo la ayudaba a hacerse piezas muy inusuales, combinando telas como la del kimono con seda de China. Si un diseñador de Melrose, en Los Angeles, quería que ella usara algo suyo, Sharon lo tomaba y lo mezclaba con otras piezas o lo adaptaba", cuenta Debra.

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Foto: Globe Photos INC. , Shutterstock.[/caption]

Es muy probable que la aguda sensibilidad de moda de Sharon Tate, y que también se refleja en su maquillaje con guiños a los estilos de belleza de los años 20 y 30, haya estado influenciada por su crianza cosmopolita. Por el trabajo de su padre -un oficial de ejército de alto rango- y por el interés de su madre en que sus tres hijas conocieran otras culturas y fueran abiertas de mente, la familia pasó temporadas en Italia, Inglaterra y Alemania. Sharon, por lo tanto, a pesar de ser una chica católica de Dallas, adquirió tempranamente un punto de vista distinto al de sus pares estadounidenses.

Polanski, con quien se casó en enero de 1968, dedica un párrafo al estilo de su mujer en su autobiografía Memorias: "Todos nuestros amigos adoraban a Sharon y no sólo por su físico, su impresionante belleza y las minifaldas que realzaban sus maravillosas piernas. Ella fue una de las primeras mujeres que exhibieron estos símbolos de libertad sexual en los años sesenta. Las minifaldas eran eróticas, pero inocentes, románticas, encantadoras y en cierto modo vulnerables, en contraste con la antipática y agresiva moda de los setenta. Cuando Sharon se paseaba en minifalda, toda la calle se volvía a mirarla: los hombres con admiración; las mujeres con envidia; las ancianas con vitriólica expresión de reproche; y los ancianos con nostálgica complacencia".

Breve y fulminante amor

Debra Tate prepara para 2019 un segundo libro, que hasta ahora recibe el nombre de Chasing Justice. "Hablará de Sharon, de mi familia y de las horribles políticas en California, donde depredadores que han asesinado de puro gusto, por diversión, piden su libertad todos los años. Yo voy todos los años a las audiencias para luchar para que sigan tras las rejas", dice. Para este nuevo trabajo entrevistó "muy profundamente a Mia Farrow, una de las amigas más cercanas de Sharon".

Sharon Tate y Mia Farrow se conocieron a través de Polanski, que dirigió a esta última en el Bebé de Rosemary (1968). Farrow, junto a Peter Sellers y Warren Beatty, por nombrar a unas cuantas grandes figuras de Hollywood, eran del círculo más próximo de la pareja. La casa de los Polanski-Tate solía ser el centro de reunión, donde Sharon cocinaba para todos.

Sharon Tate fue mucho más que una hermosísima rubia que vestía bien. Mucho más que un ícono de moda. Que una simple "it girl", en palabras de hoy. Debra Tate, al otro lado del teléfono, y Roman Polanski en sus memorias, coinciden en que tiempo es lo que le faltó a la actriz para consolidar una carrera que, según su hermana, "hubiese caminado hacia la comedia, porque a ella le encantaba hacer reír y era buena en eso".

Polanski terminaba de promocionar Repulsión, con Catherine Deneuve, y montaba Callejón sin salida cuando comenzó a planificar El baile de los vampiros. Aunque él en principio para el rol femenino pensaba en Jill St. John, la compañía Filmsway, que había contratado a Sharon Tate y apostaba por ella, tenía otros planes. Director y actriz se conocieron en una fiesta en Londres y resultaron ser vecinos. Bastaron un par de encuentros. "Lo que más me impresionaba en ella, aparte de su excepcional belleza, era aquella especie de resplandor que suele emanar de un temperamento dulce y bondadoso; tenía algunas inhibiciones del tipo emocional y, sin embargo, parecía una mujer completamente liberada. Jamás había conocido a nadie como ella", escribe Polanski, retrocediendo a los primeros días de esa relación.

El resto de las páginas dedicadas a Sharon son una seguidilla de declaraciones de amor: "Lo que más me gustaba de ella era su bondad inmutable, su alegría natural, su amor por las personas y animales, a toda la vida en general", anota para luego recordar lo bien que cocinaba, que le cortaba el pelo, que le armaba las maletas cada vez que tenía que viajar.

"Una vez me pidió que definiera a mi mujer ideal. Eres tú, le dije. ¡Vamos!, exclamó, echándose a reír. En serio, insistí. No te querría distinta en ningún sentido", es un diálogo que se lee pocas páginas antes de llegar al episodio siniestro en que, estando en Londres, a las siete de la tarde, hora británica, Polanski recibió una llamada de Los Angeles. Winny Chapman, la mujer encargada de la limpieza de la casa de calle Cielo Drive, había llegado a las 8 y descubrió los cuerpos irreconocibles de las cinco personas asesinadas, entre ellas, Sharon Tate. Tras golpear las paredes con los puños y azotarse la cabeza, Polanski desconsolado abrazó a su amigo, el productor Gene Gutowski, y lo único que atinó a balbucear, antes de ser sedado, fueron unas preguntas en polaco: "¿Sabía ella cuánto la quería?, ¿lo sabía?, ¿lo sabía?".

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Foto: Richard Ulloa[/caption]

Debra Tate aporta otro dato relevante y que queda de manifiesto en la exhibición del Museo de la Moda a través de algunos libros que pertenecieron a la actriz. "Ella era muy lectora. En el colegio en Italia, donde vivimos un tiempo por el trabajo de mi padre, ella era miembro del club de lectura. Luego, más de grande, le gustaba mucho Shakespeare".

Es un libro, también, el último regalo que Polanski recibió de Sharon. Se trata de Tess, la de los d' Urberville, de Thomas Hardy, que ella le dejó en la pieza del hotel en Londres donde durmieron juntos por última vez, antes de que ella regresara a Estados Unidos, a esa casa de Cielo Drive. A esa escena del crimen. "Lo acababa de leer y me dijo que se podría hacer una película maravillosa".

Diez años después, en 1979, Polanski estrenó Tess, protagonizada por Nastassja Kinski. La película ganó tres premios Oscar, dos Globos de Oro y tres César.

Tess está dedicada a Sharon Tate.

La película de Tarantino

Al menos cuatro películas inspiradas en Sharon Tate y en su asesinato se han anunciado para 2019. Once Upon a Time in Hollywood, escrita y dirigida por Quentin Tarantino y protagonizada por Margot Robbie en el rol de Sharon, es la que suena con más fuerza. En plena filmación por estos días, es la única que cuenta con el apoyo de Debra Tate.

"Quentin me dejó leer el guión. Tengo el compromiso de no comentar nada. Sólo puedo decir que no creo que sea la película que la gente espera de Quentin Tarantino", dice.

-¿No es una película oscura?

-El estilo de Quentin es algo oscuro, pero esta no será una película típica. Quentin se tomó mucho tiempo para recrear el Hollywood de 1969. Sus calles, sus señaléticas, sus autos, la moda, la música. Cada rincón que se verá es un arte.

-¿Qué le parecen los otros tres proyectos?

-Estoy al tanto. Quentin me avisó sobre sus intenciones y fue decente. El escritor y el director del proyecto de Hillary Duff (actriz que interpreta a Sharon en The Haunting of Sharon Tate) se comunicaron conmigo después de que yo escribiera un artículo preguntando por qué no me habían contactado.

Debra se refiere a la historia ficccionada que mostará a Shaton Tate, embarazada y esperando el regreso de Polanski desde Europa, acosada por visiones de su muerte inminente. "Esto no es sólo entretenimiento. Se trata de mi vida", dice Debra Tate.

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